La CUP volverá a centrar todos los focos de la política catalana este sábado, cuando anuncie su veredicto sobre los presupuestos. Las asambleas anticapitalistas debaten si apoyar o rechazar unas cuentas que, en cualquier caso, no son de su agrado. La decisión se prevé muy ajustada, y es que el 'no' ha ganado más partidarios de los que se preveía desde que una amplia mayoría cupaire permitió en noviembre que las cuentas se discutieran en el Parlament. “Con la CUP nunca se sabe”, señalaban desde el Govern esta semana.
La última propuesta del Ejecutivo del pasado lunes ha dejado mal sabor de boca entre los cupaires, en especial en el terreno de la fiscalidad. Un gesto del Ejecutivo en esta línea –por ejemplo una subida de IRPF a las rentas altas, aunque comportara un aumento ínfimo de la recaudación– habría allanado definitivamente el 'sí' a las cuentas.
El principal elemento de presión a la CUP para avalar las cuentas llegaba este miércoles. Después de un lustro de diálogo social roto, el Govern y los sindicatos de docentes han pactado incorporar 5.500 maestros. Las palabras del portavoz del sindicato USTEC-STEs, Ramon Font, a la salida de la reunión dan cuenta de la relevancia del acuerdo: “Es la mejor noticia que puedo dar desde que soy sindicalista”. El Ejecutivo ha tardado pocas horas en vincular el pacto con las cuentas. “Es una buena base para que los presupuestos salgan adelante”, ha afirmado la consellera de Enseñanza, Meritxell Ruiz.
Desde el Govern destacan que, además del acuerdo educativo, han accedido a las demandas cupaires en Renta Garantizada de Ciudadanía (RGC) creando un fondo adicional de 45 millones. Y por si fuera poco, durante varios meses el Ejecutivo, en perfecta sincronía, ha repetido que un 'no' a las cuentas finiquita la legislatura y precipita la convocatoria de elecciones anticipadas.
Aunque algunos cupaires lo ven como un farol dadas las nefastas encuestas para la antigua Convergència, el mensaje gubernamental ha calado en parte de la militancia ante la posibilidad de que unos nuevos comicios pongan fin a la actual mayoría independentista del Parlament. Otros apuestan por un 'sí' “instrumental” para impedir que la antigua Convergència se eche atrás con el referéndum previsto para el mes de septiembre.
Negociación sin tocar impuestos
La CUP había planteado la negociación de los presupuestos con el objetivo de que sirvieran, con todas sus limitaciones, para revertir por completo los recortes –cosa que no hacía el proyecto presentado ante la Cámara– y mejorar las condiciones materiales de vida de la población. En este sentido, más allá del IRPF, destacaban dos propuestas que el Govern no ha considerado: la obligación de las empresas que trabajasen para la Generalitat de pagar un salario de 1.200 euros al mes y un fondo para recuperar servicios externalizados.
Además, los otros nueve fondos propuestos por la CUP sí están recogidos en la última propuesta, pero se llenarían de forma distinta a lo planteado por los asamblearios. Básicamente, a través de impuestos que ya existen o con la décima extra de déficit que Cristóbal Montoro ha dado a las comunidades. Ni rastro de la reducción de las retribuciones extra a altos cargos, por ejemplo. Dicho de otro modo, en palabras de fuentes cupaires, “sin tocar privilegios”.
Por otro lado, Carles Puigdemont ha hecho caso omiso a la apelación cupaire para que el president de la Generaltiat negociara las cuentas. En el último tramo de negociación el vicepresident económico, Oriol Junqueras, adquirió más protagonismo, pero para poner el cerrojo fiscal del Govern en el IRPF, una de las líneas rojas del PDECat.
De entre los conocedores de los entresijos cupaires consultados, son pocos los que acceden a mojarse y apostar por un resultado. Algunos apuntan a una mayoría muy ajustada hacia el 'sí' a las cuentas, aunque el pronóstico más repetido es “muy igualado”. El desenlace, este sábado al mediodía.