ENTREVISTA Presidente del Cercle de Economía

Jaume Guardiola: “En España se ve con mucha lejanía y con pocas ganas de entender lo que ocurre en Catalunya”

Serafí del Arco

25 de julio de 2024 22:18 h

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Dos cosas lleva reclamando el Cercle de Economía, el prestigioso think tank barcelonés, en los últimos tiempos, a través de sus elaboradas notas de opinión. Una viene de lejos, pero últimamente la viene recordando con insistencia: una “urgente” e “imprescindible” reforma del sistema de financiación autonómica. La segunda es más reciente: “coraje” a los líderes políticos para que pacten en Catalunya y eviten una repetición electoral. Su presidente, Jaume Guardiola (Barcelona, 1957), que acaba de cumplir dos años en el cargo, habla con elDiario.es en la recta final de las negociaciones entre ERC y PSC para la investidura de Salvador Illa.

¿Confía en un acuerdo?

Parece que hay voluntad por parte de los actores, aunque cuando analizas la posición de unos y otros cuesta más ver los puntos de encuentro. Esta semana han pasado cosas importantes, como el acuerdo para pagar deudas pendientes, por valor de 1.500 millones de euros, la reunión de los presidentes Sánchez y Aragonès, y la financiación es un tema central. Pero es que luego está Junts, que algo tendrá que decir en todo este proceso de aceptación o no de la financiación. No queda mucho tiempo hábil, especialmente si ERC tiene que consultar a sus bases.

El Cercle ya se mostró en desacuerdo con las elecciones anticipadas, con la prórroga de los Presupuestos de la Generalitat, que bloquea otra vez la situación en Catalunya, y estamos totalmente en desacuerdo con una repetición electoral. Entonces sí que, parafraseando al president Montilla, el riesgo de desafección sería muy grande. En cuanto a la financiación, hay que encontrar una fórmula que pueda permitir a las partes estar contentas a corto plazo.

Parten de puntos muy alejados: concierto solidario frente al cumplimento del Estatut a través de una agencia tributaria consorciada. 

Pero también es verdad que es un proceso continuo. Ahora tenemos un momento, que es la investidura en Catalunya, pero después habrá otros momentos, como la votación de los Presupuestos Generales del Estado en Madrid... habrá otros momentos en los que el mundo nacionalista podrá poner sus votos en valor. Ahora se trataría de que el punto de partida sea lo suficientemente atractivo.

El clamor por un nuevo modelo de financiación que resuelva la suficiencia financiera de Catalunya trasciende a lo político y a los intereses partidistas. Es casi unánime entre el empresariado y las instituciones económicas catalanas. ¿Esto puede ayudar a un acuerdo?

La situación en Catalunya es una mezcla entre un sistema de financiación que es injusto y que lleva mucho tiempo siendo una reivindicación ya no del independentismo, sino que se extiende a una parte mucho más amplia de la sociedad catalana, como usted dice, y que fue uno de los motivos del inicio del procés. Parece que volvamos un poco al punto de partida. Un sistema de financiación, por cierto, que no recoge puntos básicos, como la ordinalidad y el coste de la vida. Por otro lado, también hay un tema de déficit en infraestructuras, de incumplimientos recurrentes desde hace 20 o 30 años, pero especialmente en los últimos, en la ejecución de las inversiones presupuestadas.

Esta mezcla acaba provocando muchas tensiones en un país como Catalunya que ha crecido mucho en muy poco tiempo, al pasar de 6 a 8 millones de habitantes. Todas las infraestructuras y los servicios sociales están al límite y ello provoca que la sociedad esté desencantada. Ve que la política no les soluciona los problemas. Por ello creo que los partidos independentistas y catalanistas deben ser lo suficientemente inteligentes como para buscar una solución que sea posible. Y el Gobierno debe ser valiente y apostar por un modelo que realmente sea un progreso en relación al actual.

¿Cuál es para usted esta vía de acuerdo?

El modelo que patrocina el Cercle es un modelo federal que tiene la virtud de que es aplicable a todas las comunidades y cuya idea principal es compartir las bases fiscales de manera que haya más autonomía de gestión.

¿Qué quiere decir compartir bases fiscales?

Que sobre una misma base fiscal, para simplificar, un impuesto, no haya una cesión y luego una transferencia, sino que haya una autonomía del mismo tanto para el Estado pero también para las autonomías, como si hubiera dos impuestos. Se trata de dar más responsabilidad de gestión tributaria a las comunidades. Pero es un modelo más, creo que es un tema abierto en el que todas las soluciones son válidas. Fíjese que España ya tiene un modelo autonómico que es singular, puesto que tiene elementos de Estado unitario, federal y confederal, con el País Vasco y Navarra.

La propia morfología del país, con autonomías que son muy diferentes en cuanto a sentimiento nacional, pero también en cuanto a tamaño, algunas con 8 y 9 millones de habitantes y otras con 200.000 habitantes, hace que el modelo requiera soluciones diversas. Y la diferencia y la diversidad no tiene por qué entenderse como privilegio, que es lo que muchas veces escuchamos desde otras partes de España.

Otra cosa que nos sorprende mucho al Cercle es que todo lo que tiene que ver con los flujos territoriales, lo que se llama balanzas fiscales, no sea algo totalmente transparente, que tenga que convertirse en una reivindicación política. Si tenemos diseñado constitucionalmente un Estado de las autonomías, del mismo modo que tenemos una contabilidad nacional, deberíamos tener información absolutamente actualizada y accesible para todo el mundo de todos los flujos del Estado con las comunidades. Luego cada cual hará sus valoraciones e interpretaciones en función de distintos criterios de cálculo, pero los datos deberían ser transparentes, no una reivindicación. Me parece insólito. 

¿Ve este ejercicio de posibilismo político factible más allá de Catalunya, por parte de otros territorios?

La cosa está fea porque siempre hay esta interpretación de ver cualquier factor diferencial como un privilegio, a veces con afirmaciones muy poco constructivas. Para simplificar: hay dos grandes comunidades que aportan recursos, que son Madrid y Catalunya, también Baleares pero es más pequeña, y el resto son receptoras de recursos. Pero ocurre que Madrid se beneficia de unos efectos de capitalidad que tampoco nadie cuantifica de una manera clara, que sería lo racional, sólo el IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas). Creo que es un debate que requiere algo más de respeto por parte de todas las comunidades.

¿Qué costes tendría una repetición electoral, más allá de los económicos, que no son menores?

Estar con una actividad bajo mínimos, al no tener Presupuestos ni poder tomar decisiones a muy largo plazo por tener un Gobierno en funciones. Y un coste muy importante –y por un resultado que seguramente no variaría mucho– en términos de desafección: que la gente perciba que la política no ofrece soluciones, que el país no importa, que la lucha por hegemonías y por defender posiciones partidistas deja totalmente de lado los intereses colectivos.

El Gobierno debe ser valiente y apostar por un modelo de financiación que realmente sea un progreso en relación al actual

El Cercle sigue hablando del encaje de Catalunya en España. ¿Cree que un buen encaje resolvería la desafección y lo que algunos consideran independentismo por una cuestión económica?

Estoy absolutamente convencido. El procés y la conversión de los partidos nacionalistas a partidos independentistas tuvo mucho que ver con el hecho de no encontrar soluciones y fórmulas de encaje. Un buen encaje podría tener un apoyo muy transversal de la sociedad catalana. Pero también es verdad que cuando se inician procesos tan divisorios y confrontativos como el vivido en Catalunya, luego cuesta rehacer las cosas, no es todo tan elástico ni automático. Pero hay un espectro muy amplio de la sociedad catalana muy central que con un buen modelo de encaje y de respeto de la identidad catalana, del sentimiento “nacional” en un sentido poliédrico y amplio, podría encontrarse una gran parte de la sociedad catalana. Pero el tiempo ha ido transcurriendo y los déficits acumulados son muy grandes.

Le he escuchado decir que Catalunya ya no es un país rico.

Esta es otra, es así. En términos de PIB Catalunya ha mantenido su peso entre el 19% y el 20%, pero no en términos de PIB per cápita porque ha crecido mucho en población, han crecido mucho sectores de poco valor añadido y los servicios públicos están tensionados. Y tengo que decir que están gestionados con eficiencia, Catalunya puede lucir en eficiencia, pero cuando creces tanto en población, que es gran criterio de asignaciones de recursos… Un poco la sensación que se tiene es que desde el conjunto de España se ve con mucha lejanía y con pocas ganas de entender lo que ocurre. El factor integrador tiene dos partes: una, que la gente pueda sentirse encajada, pero también que España quiera encajar bien a Catalunya. Y queda camino por recorrer por ambos lados.

Cree que si no hay acuerdo de investidura en Catalunya, se trasladará esta inestabilidad política al Gobierno de España?

No lo sé, en España hay una polarización muy insoportable, una política muy de tierra quemada. Me cuesta ver después cómo se rehacen los puentes cuando se entra en dinámicas tan personalistas.

Precisamente en la última reunión del Cercle, celebrada en mayo, agradeció públicamente al presidente Sánchez su acción de gobierno para “pacificar” la situación en Catalunya, pero la crispación política va en aumento.

Puedo entender que la visión que puede tenerse de que el intento de acabar con el procés, que es la amnistía, sea distinta en Catalunya que en el resto de España. Muchas de las condiciones que desde el Cercle planteamos en una nota y que luego han ido en línea con el informe de la Comisión de Venecia, objetivamente no se han cumplido: consenso político, reconocimiento de que era el punto final para iniciar una nueva etapa, con declaraciones conciliadoras… todo esto no ha acabado de pasar. 

En la última nota, coincidiendo con la reunión de mayo, hablan de una economía abocada a la mediocridad por, resumiendo mucho, un gap de productividad con Europa. Y diagnostican los retos: educación y formación, I+D, infraestructuras y reforma de la administración. ¿Confía en que se puedan llevar a cabo con el actual clima político?

Lo veo difícil. La mejora de la productividad requiere reformas, aunque también tiene mucho que ver con el modelo económico –nuestro sector turístico pesa mucho más que en Alemania, por ejemplo, donde tiene más peso el industrial– y con el tamaño empresarial (tenemos más pymes). Y está claro que las reformas requieren de consenso político y social, como la educación. Aunque a veces paso de pesimista a optimista cuando veo todo el auge de startups y empresas tecnológicas y de salud, y pienso, como sostienen algunos, que estamos cambiando de modelo productivo.

¿Es partidario de establecer límites al turismo?

Hay mucho consenso en que estamos un poco al límite. Cuidado, hay que valorar la importancia del turismo, que ha permitido a Barcelona tener un aeropuerto internacional y poder tener aquí sociedad de la innovación y del conocimiento, pero estamos un poco al límite.

La apuesta debe ser por la calidad, apostar por turismo vinculado a la cultura, al deporte, a los eventos económicos… y creo que se están dando pasos, como la implementación de la tasa turística. Hay que escapar del turismo más masivo, que al final tiene un impacto sobre el territorio muy importante y deja una derrama económica más pequeña. Creo que se está enfocando bien, el turismo debe desestacionalizarse, reterritorializarse. Va por territorios, pero Barcelona, por lo menos, no soporta más impacto.

Hay que escapar del turismo más masivo, que al final tiene un impacto sobre el territorio muy importante y deja una derrama económica más pequeña

Otro gran debate en estos momentos en España gira alrededor de la inmigración. Más allá de tópicos, analizando los datos se ve que los inmigrantes que llegan a nuestro país están formados y vienen a trabajar. La tasa de ocupación es muy parecida, del 56%, y en cuanto a tasa de actividad, el porcentaje de población que trabaja o busca trabajo sobre la población total, es mucho más alta. ¿Qué propone el Cercle?

Este es un tema central y debe abordarse desde el centro político, no debe dejarse en manos de los extremos. Desde el exceso de buenismo a la xenofobia, acaban por hacer un dibujo del tema muy poco operativo. El aumento de población inmigrante que tenemos y que seguiremos teniendo, por lo menos en Catalunya, será incremental. Llevamos la delantera en España, con más porcentaje, con la inmigración más variada en cuanto a orígenes, religiones... y todo ello requiere recursos y un gran esfuerzo colectivo. Creo que la palabra clave es integración: hay que diseñar políticas que permitan que las personas que llegan se integren socialmente y que no se hagan guetos. Hay que ver los ejemplos de otros países, como Francia, que ha tenido muchos problemas, para no caer en los mismos errores.

La opa del BBVA al Sabadell es una operación que tiene claros riesgos por este exceso de concentración

¿Como ex banquero formado y con larga trayectoria en el BBVA y ex CEO del Sabadell entre 2007 y 2020, quien diría que va ganando en la opa?

Pues no lo sé. Es una operación que tiene un elemento de competencia inequívoco en el mundo empresarial. Se habla mucho de la pyme, pero a veces en la pyme se mezcla mucho con los autónomos, comercios, empresas unipersonales o muy pequeñas, etc., y estas trabajan con un banco o como mucho con dos. Pero cuando entras en el mundo de las empresas que facturan desde 20 millones de euros hasta 300, que son la médula espinal de la economía, estas trabajan con tres o cuatro bancos. Y si se produce una consolidación como esta, tan rápida y tan fuerte, creo que puede provocar un problema de acceso al crédito por concentración de riesgos y seguramente que frene incluso el crecimiento económico. Mi opinión es que el análisis de la competencia será fundamental, no sé si a través de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) o de la posición del Gobierno, pero pienso que para el conjunto de la economía española es una operación que tiene claros riesgos por este exceso de concentración.

¿Se atreve a hacer un pronóstico?

No me toca.