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Otras caras de las facultades de economía

João França

El Diari de l'Educació —

Algunos profesores, desde exrectores a académicos activos en movimientos sociales, comparten reivindicaciones contra la visión “monolítica” de la economía que se encuentran en las facultades a raíz de un manifiesto de estudiantes críticos de todo el mundo.

Este es un artículo publicado en El Diari de l'Educació.

“Tendríais que fichar a algún marxista”, se le oía decir en encuentros informales al anterior rector de la UPF a los profesores de economía. Es un ejemplo paradigmático de la situación en las facultades de economía que denunciaron el pasado Lunes estudiantes de todo el mundo con un manifiesto en defensa de la pluralidad. Se trata de un movimiento de estudiantes que pide cambios en la disciplina después de ver cómo llegaba la actual crisis económica sin que nadie fuera capaz de evitarla.

En el otro lado, varios profesores de económicas que defienden otra forma de enfocar su disciplina se suman al manifiesto de los estudiantes y explican cómo se encuentran marginados dentro de una visión que consideran monolítica de la economía. Desde exrectores hasta académicos activos en movimientos sociales, comparten la reivindicación contra una visión única de la economía.

Es el caso de Arcadi Oliveres, que además de conocido militante pacifista y promotor de Procés Constituent, es profesor del departamento de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Tanto hay una falta de pluralidad que aunque mi silla se encuentra en el departamento de economía de la UAB, hace 22 años que no doy clase ahí”, declara.

Un debate con trayectoria

“Hace mucho tiempo que me pareció que la enseñanza que se hacía en la UAB, que no es la peor, es monolítica en cuanto a las teorías del neoliberalismo, del crecimiento, ... y pedí no tener que impartir clases allí para no tener que estar bajo la dictadura del neoliberalismo”, explica Oliveres.

“Es curioso que con la crisis que ha puesto en cuestión tantas cosas de la teoría económica, haya tantos profesores que hagan como si nada, como si fuera algo ajeno a lo suyo”, se sorprende Carlos Berzosa, catedrático de economía y exrector de la Universidad Complutense de Madrid. “En cambio, la crisis de los años 30 hizo cambiar todo el modelo económico, con el keynesianismo”, añade.

No obstante, los críticos reconocen que la reivindicación de la pluralidad es anterior a la crisis. Cristina Carrasco, profesora de teoría económica en la Universidad de Barcelona, especializada en economía feminista, asegura que “es un planteamiento antiguo desde hace años de un sector del profesorado y de los estudiantes que se ha ido agudizando a medida que la línea oficial iba ganando terreno”. “Hoy la línea neoclásica es dominante en todas las facultades”, declara.

Joan Tugores, exrector de la Universidad de Barcelona, señala el nacimiento de estas reivindicaciones hace más de una década en las universidades francesas. El movimiento postautista nació en 2000 en la Sorbona y consideraba que la enseñanza de la economía era “autista”.

Una ciencia social

Albert Recio, profesor de economía aplicada en la UAB y activista vecinal, sigue utilizando el término: “La ciencia económica es autista, no tienen en cuenta ni los elementos que vienen de las ciencias naturales –sostenibilidad, problemas ecológicos–, ni las perspectivas de otras ciencias sociales, como la psicología”, asegura.

“Estamos convencidos de que la perspectiva dominante no interpreta la realidad, que los estudiantes terminan sin saber analizar, con muchos sesgos”, explica Carrasco. “La economía no es una ciencia, es una ciencia social y aquí hay mucha ideología, y puedo hacer una economía con unos objetivos u otros”, sentencia. “Estos pueden ser que las entidades bancarias sigan ganando o pueden ser objetivos enfocado a las personas, y entonces te preocuparás por otras cosas”, añade.

Un ejemplo claro es su propio campo de investigación, el de la economía feminista, que plantea ampliar las fronteras del mercado para contabilizar todo el trabajo doméstico o voluntario que la economía tradicional no tiene en cuenta. “Pero en cambio son imprescindibles no sólo para las personas sino para la propia supervivencia del mercado, porque sino no se crearía mano de obra”, explica la profesora. Carrasco lamenta que planteamientos como este sean difíciles de hacer llegar a los estudiantes, que sólo llegan a su asignatura si han tenido un interés previo.

La apuesta por las matemáticas

Tugores señala precisamente “un alejamiento del papel de ciencia social de la economía”. “El equilibrio entre la economía como ciencia social y tener unos instrumentos matemáticos avanzados se ha roto, con un cierre de la perspectiva más histórica, más humanística, más interdisciplicinar”, declara el exrector

Asegura que la “formalización” de la economía, que buscaba “cientifizarla”, “se ha demostrado que ha hecho perder capacidad de análisis”. “El hecho de que estos planteamientos más formalizadores, de forma general, suelen dar resultados más favorables al mercado ha provocado una conjunción de intereses entre determinadas élites académicas y determinados lobbys económicos y políticos, que han permitido mostrarlo como un avance”, dice Tugores

“Como la teoría académica ha ido hacia el lado más formal, la impresión que tengo es que los estudiantes aprenden matemáticas pero no han aprendido a pensar de forma económica”, asegura Recio. En la misma línea Berzosa considera que “en vez de utilizar las matemáticas como un medio se han utilizado como un fin y la economía se ha convertido en una rama de las matemáticas, y además una rama pobre”.

“Se hacen modelos que se corresponden muy poco con la realidad y no interesan a nadie”, remacha Oliveres. Este profesor remarca que es un cambio radical en relación a su época de estudiante: “En plena época franquista, teníamos asignaturas de filosofía en la facultad de económicas, con un profesor como Manuel Sacristán, y actualmente esto sería impensable”.

Más moderada es Elisenda Paluzie, decana de la Facultad de Economía y Empresa de la UB.“En algunos casos la hiperformalización ha hecho que al final algún tipo de escuelas hayan dado más importancia a la elegancia matemática del modelo que a su capacidad de explicar la realidad, pero no haría una crítica a toda la capacidad matemática de formalizar la economía”, apunta.

Reflejo de un cambio político

Las diferentes voces coinciden en señalar el cambio hacia estas posturas en las facultades de economía con el cambio político que se da a partir de los años 70 con el triunfo del neoliberalismo y las teorías de Milton Friedman . Miren Etxezarreta, catedrática emérita de economía en la UAB y fundadora del Seminario de Economía Crítica Taifa, es contundente al respecto: “Siempre se ha dicho que la universidad debería ser el espíritu crítico de la sociedad, pero dudo que nunca haya sido así”, sentencia.

Desde este punto de vista, Etxezarreta considera que “desde los 70, cuando se impone el neoliberalismo, no es que se transforme la universidad en algo que no era, sino que triunfa el capitalismo globalizado”.

“Friedman publicó su primera abre el 1953 y entonces el crítico era él, aunque desde la derecha, pero fue avanzando, se apoyó en Pinochet y Videla, y ya en los 70 se formalizó la escuela del neoliberalismo”, explica. “Y aquí se dio una connivencia de todo, porque a finales de los 70 llegó Thatcher al poder, y luego Reagan, y ahí llegó el triunfo definitivo, porque antes había apoyado las dictaduras del sur, pero entonces pasó a estar con las grandes potencias”, sigue.

“La universidad siempre ha sido una institución del poder, aunque según las relaciones de fuerza ha tolerado en su seno más o menos perspectivas críticas”, explica la catedrática.“Personas como Sacristán, Oliveres, Recio o yo misma somos como los 'pepitos grillos' que la universidad ha tolerado para legitimarse ante la sociedad”, añade.

Las trabas burocráticas

Más allá de los motivos políticos, Joan Tugores señala otras causas dentro de la academia: “Dentro de cada grupo humano, y la academia no es una excepción, funcionan determinados lobbies, y en los últimos tiempos el lobby orientado a la formalización ha ganado más vías de poder y esta vía se ha mostrado también una entrada más fácil para la carrera de profesorado”, asegura.

“Hace 30 años gente rara como yo podía entrar en la universidad. Ahora si alguien como yo quisiera hacerlo el único modo que tendría sería pagar el peaje de hacer cosas estándares para entrar y una vez estás dentro reconvertirte, pero al cabo de 10 años”, expone Albert Recio.

“El Cambridge Journal of Economics publicó el año pasado un artículo mostrando cómo todos los modelos de evaluación habían ido echando de la disciplina la gente alternativa, y eso es totalmente aplicable a lo que ocurre aquí”, declara el profesor.

El estudio que menciona Recio es “The UK Research Assessment Exercise and the narrowing of UK economics” , un estudio que muestra cómo el sistema competitivo de financiación de la investigación y los rankings de publicaciones académicas potencia la aparición de una élite que marca las líneas de la investigación en todo el Reino Unido.

Los autores del estudio consideran que este modelo ha vuelto a la economía “cerrada y auto-referencial” y que “no es posible que críticas externas provenientes de grupos marginados tengan ningun impacto”. Lamentan que esta situación haga “más probable que eventos significativos que no se conforman con la mentalidad pasen desapercibidos –tales como la crisis económica de 2008”. “Este modelo pone en foco lo que se ha identificado como el genocidio cultural, político, lingüístico y social del 'otro'”, concluye el estudio.

“La universidad es un sistema de castas y la autoridad cuenta mucho y quien tiene el poder va echando a la gente que no está de acuerdo”, remacha Recio.

Los decanos defienden los estudios

Ante el manifiesto de los estudiantes y las críticas de algunos profesores, los decanos de las facultades de Economía y Empresa de la UB, la UPF o la UAB defienden sus grados, con mayor o menor simpatía por el texto que reivindica pluralidad. Los decanos coinciden en señalar diversas asignaturas de sus facultades en las que hay un espacio para la heterodoxia, pero Elisenda Paluzie, decana de la UB, admite que “las asignaturas de teoría económica, las micro y macro, siguen las corrientes más ortodoxas de la economía ”.

“No digo que sea suficiente, pero algunas de las cosas que pide el manifiesto, la UB ya las cumple; en l plan de estudios hay dos asignaturas obligatorias de historia económica y sociología es una obligatoria de primero”, explica la decana, que asegura que, por su larga trayectoria, la UB “es la más heterodoxa dentro de la ortodoxia”.

Vicente Ortún, decano de la Pompeu Fabra, considera que el manifiesto “es interesante pero no aporta nada nuevo y para nosotros no representará ningún cambio”. “Comparto que la economía no puede limitarse al enfoque neoclásico y debe tener un componente histórico, político y sociológico, pero esto debe ser compatible con que los estudiantes sean buenos en matemáticas e inglés”, asegura. E insiste en que “el instrumento de las ciencias sociales, no sólo la economía, sino también la ciencia política, es la matemática”.

El decano de Economía y Empresa de la UAB, Jordi Massó, es más crítico y cuestiona la idea de pluralidad que defiende el manifiesto. “Dicen que deberíamos aprender de las diferentes escuelas, pero esto no es útil en este momento, lo que es útil es dar herramientas para entender la realidad”, asegura. ¿Y en relación a la realidad, cómo es que, como plantean los estudiantes, los economistas no fueron capaces de prever la crisis económica? “Desgraciadamente la economía está muy lejos de alcanzar estos niveles que permitan prever la crisis”, asegura. “Nuestro grado da instrumentos de matemática, estadística, econometría, pero no podemos pensar que tendremos una asignatura que explique el porqué de la crisis”, concluye.

Respuestas insatisfactoria

En cambio, una de las promotoras de Post-Crash Barcelona, Laura de la Villa, licenciada en economía por la UPF y estudiante de doctorado en historia económica en la UB, asegura que las asignaturas optativas que exponen los decanos no dan respuesta a sus reivindicaciones. “En la UPF no puedes elegir historia del pensamiento económico como optativa, y en la UB, por ejemplo, tienes economía feminista o economía mundial, pero eso no forma parte del cuerpo central del plan de estudios”, asegura.

“El cuerpo central de lo que son las asignaturas de macro y micro todas están hechas desde una perspectiva neoclásica, con más o menos información, pero todas están hechas desde esta metodología. Ya no es una cuestión de falta de asignaturas interdisciplinares, que también, sino que el tronco de la carrera está hecho desde esta perspectiva, de maximización de utilidades. En todos los planes de estudio la centralidad está en ello”, critica De La Villa.

Tras una reunión con una veintena de estudiantes y titulados este domingo para sacar adelante Post-Crash Barcelona, la economista explica las inquietudes que comparten: “Quizás a Marx o a Adam Smith los ves una vez en todo la carrera, citados en una nota al pie. El problema es una falta de conocimiento de la propia disciplina. Todas las teorías tienen sus debilidades y fortalezas, pero no se muestra una evolución de la economía, sino que se muestra como un cuerpo cerrado, hermético”, lamenta.

Construir alternativas

Arcadi Oliveres admite que se le ha criticado su opción de abandonar la facultad de economía por ser “la solución fácil”. El profesor reivindica el papel de los estudiantes y recuerda que durante unos años impartió en la facultad una asignatura de economía crítica impulsada por los mismos estudiantes.

Miren Etxezarreta también ha buscado sus espacios fuera de la universidad. “Nuestro grupo no tiene mucha esperanza en la universidad, y si podemos hacer algo ahí estará bien, pero somos muy escépticos y hemos apostado por hacer algo aquí y ahora”, explica. Por ello pusieron en marcha el Seminario de Economía Crítica Taifa, para tratar las cuestiones que les interesan aunque desde fuera de la universidad.

Para Cristina Carrasco, el enfoque actual a la larga “acabará cayendo por su propio peso”, pero por otra parte considera que el cambio tardará en llegar por sí solo. El hecho de que perspectivas como la suya salgan de los “márgenes” de los planes de estudios dependerá en gran parte, asegura, de la presión que puedan hacer los estudiantes.

Estos comienzan a organizarse, más allá de la facultad de la que vengan, para afrontar un problema que entienden que es global. El primer encuentro de Post-Crash Barcelona la toman con optimismo, y con un mensaje en la red agradecen los apoyos que ya han recibido desde la publicación del manifiesto: “Juntos acabaremos cambiando los planes de estudio”.