El franctirador es tu primera novela, después de haber escrito obras de teatro, cuentos y poesía. ¿Con qué género te sientes más cómodo?
El género lo determina el tema o la idea. Cuando pensé El franctirador pensaba que sería un cuento, porque solo tenía el título y la primera frase (“Cuando Krzysztof volvió a casa, el francotirador mató por primera vez”), y no le veía recorrido narrativo; pero cuando me puse vi que aquello tenía que ser una novela. Escola de gossos, por ejemplo, fue primero un cuento y luego me pareció que le convenía mejor la escena. Etcétera.
“Escribe sobre lo que conoces”. Este es uno de los principios básicos de la escritura creativa. Y tu nos propones una historia de referentes aparentemente lejanos, ambientada en la Polonia de los años 90.¿Cómo llegas hasta estas coordenadas? ¿Y qué te lleva a ellas?
Si los escritores se limitaran a escribir de lo que conocen solo leeríamos novelas de profesores deprimidos y novelistas en plena crisis creativa. Por un lado, puedes escribir de lo que conoces, cierto, pero puedes proponerte conocer algo nuevo para escribir. Por otro, me parece que este conocer no solo debe hacer referencia a las coordenadas espaciotemporales. Puedes escribir sobre una sensación que conoces, pero hacerlo oblicuamente, mediante una historia que aparentemente te queda muy lejos
Pero da la impresión que conoces bastante a la sociedad polonesa...
Me he documentado, claro, pero no sé si algún polaco estaría de acuerdo con la visión que he dado de la sociedad polaca. El retrato tiene un poco de cómo nos imaginamos desde aquí lo que debía ser allí. He procurado que haya cierta coherencia histórica, pero estamos en territorio de ficción, eso no lo debemos olvidar nunca.
Krzysztof, el protagonista, se nos presenta como el chivo expiatorio de un mundo moralmente corrompido en el que tiene gran parte de culpa una religión católica llevada hasta el fanatismo.
No sé si el mundo de Krzysztof está corrompido, lo que se presenta en El franctirador es un mundo muy concreto, la valoración la hará cada lector según sus parámetros. El tema de la religión católica es uno de los más complejos de la novela. En Polonia, el papel de la Iglesia durante el régimen comunista era el antípoda del papel que tuvo en España durante el franquismo. La Iglesia era la oposición. Pero no dejaba de ser la Iglesia. Tampoco es casual que, actualmente, Polonia sea el país del mundo más católico. Sin embargo, en la novela el tema de la religión, la culpa, el juicio, se utiliza, más que como objeto de análisis histórico, como recurso literario.
Cuando está en Suecia, sin embargo, el protagonista también es víctima de un gran malentendido provocado por una manipulación de la realidad que la malinterpreta. Los prejuicios raciales y el ánimo de venganza están detrás.
La elección de Suecia también apela a la complicidad literaria. Me interesaba el contraste entre la idea que tenemos del ciudadano escandinavo medio —el socialdemócrata disciplinado y silencioso—, y los personajes que nos presentan las novelas negras de facturación nórdica. Además, en la novela, Suecia ayuda a crear la idea de callejón sin salida: si se supone que allí donde todo el mundo era civilizado también cargan hacia el prejuicio y la xenofobia... ¿qué queda?
Albert Pijuan_El franctirador from Cristina Carbonell on Vimeo.
La apatía y la ignorancia también deambulan por la historia tejiendo una atmósfera gris y decadente. Este ahogo, sin embargo, el lector lo puede salvar gracias a un estilo muy vivo que empapa el suspense que quieres crear. ¿Esta agilidad narrativa lo has pescado de tu experiencia teatral?
Antes del teatro escribía relatos cortos. De hecho, nunca he dejado de escribir relatos cortos. El cuento te enseña la técnica del sprint, de la bomba contrarreloj. Generalmente, el estilo de la novela es más digresivo, le tiene gusto al rodeo. Quería que la novela tuviera la precisión (y lo siento, viene demasiado rodado) de un disparo de francotirador.
También tiene mucho de cinematográfico... ¿Algunos modelos?
Esto de cinematográfico podría conducir a equívocos. Prefiero decir que es visual. Te condiciona, en parte, el género negro, pero también existe la voluntad de transportar físicamente al lector a un lugar y un espacio concretos; recurrir al sentido de la vista es la forma más rápida y sencilla. Pero de cine he visto mucho, así que seguro que se filtran muchas cosas.
Y hablando de modelos, ¿cuáles son tus referentes literarios?
Nunca me he parado a analizarlo. Simplemente intento que lo que me gusta esté presente de una forma u otra.
¿Y qué es lo que te gusta?
Me gustan los americanos, los de arriba y los de abajo, y también los rusos, lo siento pero soy más bien classicucho. Me gustan las cosas inclasificables, que me cojan desprevenido. Me gustan los géneros, pero sobre todo las cosas bien hechas. Y si hay música de por medio, mejor.
Eres licenciado en ciencias políticas y filosofía. ¿Qué te han aportado estas dos carreras, personalmente y para escribir?
Ciencies políticas: perspectiva del mundo. Filosofía: osamenta mental.