Barcelona aspira a ser Ciudad de la Literatura dentro de la Red de Ciudades Creativas Unesco y, entre otros argumentos para conseguirlo, se ha reivindicado como un centro editorial mundial y un punto de encuentro e intercambio internacional entre todos los agentes del libro y la literatura. La gran potencia del sector editorial catalán, fiestas tanto literarias como Sant Jordi así como la gran red de bibliotecas de la ciudad, hacen de la candidatura barcelonesa una de las más sólidas. Escritores como Montalbán, Mendoza y Rodoreda, o más recientemente Carlos Ruiz Zafón, Albert Sánchez Piñol y Andreu Martín, han hecho de Barcelona una gran protagonista literaria.
La candidatura quiere mostrar toda la creatividad y la diversidad del panorama literario de la ciudad para proyectarse internacionalmente a través de la Unesco. Entre otros aspectos, se destaca el hecho de que ha inspirado escritores de todo el mundo que la han inmortalizado en sus páginas y que el patrimonio literario de Barcelona es rico y diverso, y no deja de crecer cada día. Barcelona también quiere mostrar su compromiso con la libertad de expresión en todas las lenguas, a través de la acogida de escritores que son perseguidos y la difusión de su literatura, y quiere configurar una plataforma transversal de debate para la promoción de la lectura entre niños y jóvenes.
Barcelona es una de las ciudades del mundo que disponen de una historia editorial más larga y continuada. Desde los inicios de la imprenta hasta ahora, son más de cinco siglos produciendo volúmenes para un amplísimo caudal de lectores. Esta vocación ininterrumpida define la metrópoli catalana, que ha sido, y sigue siendo, la capital editorial de Hispanoamérica. En la actualidad, el Gremio de Editores de Catalunya agrupa 216 editoriales, que publican más de 33.000 títulos anuales. El sector del libro afronta hoy los desafíos de la crisis, del nuevo mercado global, de la revolución tecnológica y del cambio en los hábitos de lectura. Pero cuando se dispone de cinco siglos de historia a sus espaldas, estos parecen retos francamente asumibles.
La ciudad se ha dotado de lo que podríamos llamar un ecosistema del libro por completo, en el que aparecen autores, difusores (copistas, impresores, editores ), libreteros, bibliotecarios, por supuesto lectores corrientes, y también bibliófilos. Esta concentración define toda una manera de vivir la cultura, y su poso constituye uno de los grandes signos de identificación de los barceloneses. Así lo han percibido observadores externos, como Miguel de Cervantes en el siglo XVII o Mario Vargas Llosa en el siglo XX, al definir específicamente Barcelona por su relación con los libros.
El patrimonio literario barcelonés se ha visto reforzado los últimos años gracias a la existencia de una serie de políticas públicas impulsadas por los diferentes consistorios, pero también desde las iniciativas ciudadanas y la empresa privada. Por ejemplo, las empresas que ofrecen rutas literarias, como las de La sombra del viento, el Quijote o La catedral del mar. Ahora bien, el punto de inflexión de gran relevancia lo encontramos en el evento del Año del Libro y la Lectura 2005, que supo confeccionar una agenda programática que sirvió de punto de encuentro para todos los actores del mundo literario. Más allá de la ocasión de difundir la literatura de múltiples maneras (exposiciones, charlas, encuentros) fue una gran cita para el debate del panorama editorial barcelonés, con un simposio internacional.
El programa de Ciudades de la Literatura Unesco trabaja con el objetivo que la literatura sea un motor de desarrollo y progreso en las ciudades. La Red de Ciudades Creativas, creada en 2005, promueve las colaboraciones entre sus miembros para desarrollar proyectos literarios en línea con los objetivos de la Unesco de desarrollo cultural, social y económico. Actualmente, las ciudades que forman parte de la red son Edimburgo, Melbourne, Iowa City, Reikiavik, Dublín, Norwich, Cracovia, Heidelberg, Praga, Dunedin y Granada.
París, una capital histórica de la literatura, o Dublín o Edimburgo, ciudades que han conseguido el reconocimiento de la Unesco han consolidado su modelo literario. Si bien no hay un patrón estándar de ciudad literaria, Barcelona se caracteriza por un gran dinamismo y cada vez más trabajo en la red de los actores literarios (públicos y privados) sin un organismo que lleve la voz cantante.
Acceder a la Red de Ciudades Creativas Unesco obligaría a redimesnionar y revalorizar nuestra literatura y su valor social. La dimensión literaria de Barcelona es un hecho. No hay ninguna otra ciudad en el mundo que tenga una fiesta como Sant Jordi. Una fiesta singular de valores universales que forma parte de la cartografía emocional y cultural. Una celebración, consolidada desde el punto de vista ciudadano que ha comenzado también a llamar la atención de la comunidad internacional, coincidiendo con la celebración del Día Internacional del Libro, y que se ha convertido en un elemento de atracción para ciudadanos de todo el mundo.
Barcelona aspira a ser Ciudad de la Literatura dentro de la Red de Ciudades Creativas Unesco y, entre otros argumentos para conseguirlo, se ha reivindicado como un centro editorial mundial y un punto de encuentro e intercambio internacional entre todos los agentes del libro y la literatura. La gran potencia del sector editorial catalán, fiestas tanto literarias como Sant Jordi así como la gran red de bibliotecas de la ciudad, hacen de la candidatura barcelonesa una de las más sólidas. Escritores como Montalbán, Mendoza y Rodoreda, o más recientemente Carlos Ruiz Zafón, Albert Sánchez Piñol y Andreu Martín, han hecho de Barcelona una gran protagonista literaria.
La candidatura quiere mostrar toda la creatividad y la diversidad del panorama literario de la ciudad para proyectarse internacionalmente a través de la Unesco. Entre otros aspectos, se destaca el hecho de que ha inspirado escritores de todo el mundo que la han inmortalizado en sus páginas y que el patrimonio literario de Barcelona es rico y diverso, y no deja de crecer cada día. Barcelona también quiere mostrar su compromiso con la libertad de expresión en todas las lenguas, a través de la acogida de escritores que son perseguidos y la difusión de su literatura, y quiere configurar una plataforma transversal de debate para la promoción de la lectura entre niños y jóvenes.