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Daniela Aronica: “Los cineastas italianos han dejado de mirarse el ombligo para confrontarse con la realidad”

Oriol Puig

Barcelona —

Daniela Aronica, directora de la Muestra de Cine Italiano de Barcelona, considera que su país vive “un momento dulce”, después de años de crisis, con una gran producción anual y una cuota de pantalla, que ha pasado del 21,8% al 35% en los últimos años. Aunque, asegura, que “la falta de una industria sólida europea es la causa de la escasa visibilidad del cine italiano fuera de sus fronteras. Es necesario ampliar propuestas como la nuestra y dotar de más apoyo a los proyectos y espacios que apuestan por la exhibición”. Competir de igual a igual con el cine americano no ha sido fácil. A finales de los setenta el cine italiano entró en crisis por dos razones. Primero, la creación desregularizada de televisiones, en el año 78 llegó a haber más de cien canales. Las productoras dejaron el cine para pasarse a la pequeña pantalla. La segunda razón, la convulsa situación política. Grupos de izquierda radicales derivaron hacia el terrorismo, fue una época de asesinatos como el de Aldo Moro y las Brigadas Rojas estaban en su apogeo. Los artistas, la mayoría de izquierdas, prefirieron replegarse sobre sí mismos y dejar la realidad, la reflexión política y social.

Este panorama comenzó a cambiar en los años noventa con una regeneración de la sociedad. El juicio Manos Limpias fue muy importante. Los autores se replantearon su papel, y empezaron a estar convencidos de lo que decían y de cómo lo decían. El efecto Berlusconi también hizo reaccionar, ya no podían estar callados. Tras una primera década del siglo XXI no especialmente lúcida, el cine italiano está protagonizando en los últimos tiempos una remontada. El Oscar de Paolo Sorrentino con La gran belleza, el premio del jurado de Cannes a Matteo Garrone para Reality y el Oso de Oro de los veteranos Taviani por Cesare deve morire confirman, según Aronica, “la pujanza de este cine en los festivales, y las nuevas generaciones de directores encadenan obras que apuntan a un relevo generacional necesario. Este año los jóvenes son los grandes protagonistas de la Muestra de Cine Italiano”.

Esta efervescencia tiene un escaparate privilegiado en la Muestra de Cine Italiano de Barcelona, que hasta el 21 de diciembre proyecta en los cines Verdi -con entrada libre- largos y cortometrajes del nuevo cine italiano actual. Son cintas que no se han estrenado en España. Todas son obras de gran calidad que hablan del presente de la sociedad. “Pueden centrarse en el particular o en el pasado, pero siempre explican sin tabúes algún aspecto de la sociedad actual. Tratan la vida real de las personas”, apunta Daniela Aronica. De este modo, durante casi una semana Barcelona tiene el privilegio de convertirse en una plataforma para difusión del más selecto cine italiano, gracias a la organización del Istituto Luce Cinecittà en colaboración con el Instituto Italiano de Cultura, y bajo el patrocinio del Ministerio de Cultura Italiano y del Consulado General de Italia en Barcelona. Como es habitual, todas las películas estarán presentadas por los propios directores y actores invitados.

Este año el Premio CSCI de Honor será para el reconocido actor y productor Riccardo Scamarcio, protagonista de filmes como Tre metri sopra il cielo (Globo de Oro a Mejor ActorNovel), El Eden de Costa-Gavras o Manuale d'amore 2 y Manuale d'amore 3 de Giovanni Veronesi. El último trabajo, junto con Valeria Golino y Viola Prestieri, es Pericle il Nero, filme inaugural que presentará el mismo Scamarcio. Las salas de los Cines Verdi recibirán una selección cuidadosa de pel·liículas que han pasado por festivales como el de Berlín, Locarno, Cannes, Venecia, Toronto y Londres este año. La MCIB nos presentará títulos como Fiore de Claudio Giovannesi, Indivisibili de Edoardo De Angelo, La ragazza del mondo de Marc Danieli, Orecchie de Alessandro Aronadio, Piuma de Roan Johnson y Vangelo de Pippo Delbono, entre otros.  

Con respecto a las proyecciones especiales, este año destaca Questi Giorni, la nueva película de Giuseppe Piccioni, director de filmes como Fuori dal mondo (ganador de cinco David de Donatello en 1998), Luce dei mieiocchi, Giulia non esce la será con Valerio Mastandrea y Valeria Golino, y Il rosso e il blu de 2014, con dos de los grandes del panorama actual italiano, Margherita Buy y Riccardo Scamarcio. “Nos encontramos ante una generación de cineastas que ha dejado desde hace tiempo de mirarse el ombligo para confrontarse con la realidad y poner, si es posible, el dedo en la llaga; que sabe profundizar con descarnada lucidez en los momentos dramáticos de la historia nacional o representar el presente con inquietudes antropológicas”, asegura Daniela Aronica. Así se puede ver en las películas de la Muestra, que tratan temas tanto históricos como sociales, como oníricos, como divertidos pero que reflejan, como corresponde, la realidad italiana del momento.

Daniela Aronica, directora de la Muestra de Cine Italiano de Barcelona, considera que su país vive “un momento dulce”, después de años de crisis, con una gran producción anual y una cuota de pantalla, que ha pasado del 21,8% al 35% en los últimos años. Aunque, asegura, que “la falta de una industria sólida europea es la causa de la escasa visibilidad del cine italiano fuera de sus fronteras. Es necesario ampliar propuestas como la nuestra y dotar de más apoyo a los proyectos y espacios que apuestan por la exhibición”. Competir de igual a igual con el cine americano no ha sido fácil. A finales de los setenta el cine italiano entró en crisis por dos razones. Primero, la creación desregularizada de televisiones, en el año 78 llegó a haber más de cien canales. Las productoras dejaron el cine para pasarse a la pequeña pantalla. La segunda razón, la convulsa situación política. Grupos de izquierda radicales derivaron hacia el terrorismo, fue una época de asesinatos como el de Aldo Moro y las Brigadas Rojas estaban en su apogeo. Los artistas, la mayoría de izquierdas, prefirieron replegarse sobre sí mismos y dejar la realidad, la reflexión política y social.

Este panorama comenzó a cambiar en los años noventa con una regeneración de la sociedad. El juicio Manos Limpias fue muy importante. Los autores se replantearon su papel, y empezaron a estar convencidos de lo que decían y de cómo lo decían. El efecto Berlusconi también hizo reaccionar, ya no podían estar callados. Tras una primera década del siglo XXI no especialmente lúcida, el cine italiano está protagonizando en los últimos tiempos una remontada. El Oscar de Paolo Sorrentino con La gran belleza, el premio del jurado de Cannes a Matteo Garrone para Reality y el Oso de Oro de los veteranos Taviani por Cesare deve morire confirman, según Aronica, “la pujanza de este cine en los festivales, y las nuevas generaciones de directores encadenan obras que apuntan a un relevo generacional necesario. Este año los jóvenes son los grandes protagonistas de la Muestra de Cine Italiano”.