Una madurez roquera con cara de niño, eso es lo pudimos ver durante el concierto de Coque Malla en la Sala Luz de Gas de Barcelona. Vino a presentar el nuevo disco Mujeres, una antología de su carrera en solitario en la que se rodea de voces femeninas para matizar y virar los temas. Es el primer bolo de una gira en la que en cada actuación contará con la voz de cantantes femeninas autóctonas. Hay que darle la bienvenida.
Engominado hacia atrás el pelo, traje negro con chaleco negro y camisa desabotonada al punto, bigote y una electricidad reposada, Coque Malla (Madrid 1969) conserva la esencia de roquero que transmite su música. Un tipo de talla pequeña y una personalidad algo pasota, algo chulilla cultivada desde sus inicios en Los Ronaldos –y van 25 años de carrera– que por dejes de simpatía y cierta autoironía cae bien. El chico ya no es un chaval y ahora, más sobrio, lo conserva; sigue cayendo bien como en Todo es mentira, y su personaje sobre el escenario es un plus al sólo escuchar.
El disco Mujeres viene en tono de baladas y cuenta con las colaboraciones de las cantantes Annie B Sweet, Ángela Molina, Alondra Bentley, Leonor Watling, Rebecca Jiménez, Jeanette, Laura Gómez Palma, Maria Rodés, Vilma y Amparo Valle, lo que supone un problema para reunirlas a todas en el directo. Se buscó una solución que ha germinado “en algo con entidad en sí mismo”: en cada ciudad se realiza un casting entre cantantes emergentes.
Las seleccionadas en Barcelona cumplieron bien una vez aparcados los nervios: Mireia Izquierdo cantó Termonuclear, Coque Contreras puso la voz a la bonita nana Lo intenta y Gabriela Richardson participó en Una moneda. De las que sí cantan en el disco, pudimos escuchar a Maria Rodés, quien juega en primera división catalana y nacional. La cantautora tiene una voz estupenda y acostumbrados a verla actuar en solitario, supo a poco su único tema Déjate llevar.
Para desarrollar los momentos de potente sonido que precisa el rock más tradicionalmente castizo tuvo a Charlie Bautista (guitarra y teclados), Marc Hernández (bajo), Gabriel Marijuán (batería) y Waldo (órgano). Aunque desde que está en solitario el repertorio de canciones de Malla se ha atemperado, ha bajado revoluciones, su esencia ronarolera no decae. Parece que pueda caer en el pop pero siempre llega con la actitud y siempre se suelta alguna guitarra potente, una contundente batería y un ritmo que galopa en la hipodermis.
El experimento salió bien y gusta su idea de dar una muy oportunidad a las chicas para promover su arranque profesional... Amén de la experiencia de cantar junto a un tipo cuyo nombre está en la fundación musical mítica de algunas generaciones.
Fue un concierto cargado de actitud y buenas ideas y buena música... La carta, Hace tiempo, Berlín, No puedo vivir sin ti, She’s My Baby, ¿Qué será de nosotros?... Tras 19 temas, el público quería más de este señor cuarentón con pinta de niño malote. Coque Malla, no sabemos si ha estado fuera un tiempo, en todo caso está aquí otra vez para ganarse nuevas generaciones de público. Así sea.
Una madurez roquera con cara de niño, eso es lo pudimos ver durante el concierto de Coque Malla en la Sala Luz de Gas de Barcelona. Vino a presentar el nuevo disco Mujeres, una antología de su carrera en solitario en la que se rodea de voces femeninas para matizar y virar los temas. Es el primer bolo de una gira en la que en cada actuación contará con la voz de cantantes femeninas autóctonas. Hay que darle la bienvenida.
Engominado hacia atrás el pelo, traje negro con chaleco negro y camisa desabotonada al punto, bigote y una electricidad reposada, Coque Malla (Madrid 1969) conserva la esencia de roquero que transmite su música. Un tipo de talla pequeña y una personalidad algo pasota, algo chulilla cultivada desde sus inicios en Los Ronaldos –y van 25 años de carrera– que por dejes de simpatía y cierta autoironía cae bien. El chico ya no es un chaval y ahora, más sobrio, lo conserva; sigue cayendo bien como en Todo es mentira, y su personaje sobre el escenario es un plus al sólo escuchar.