La realidad, por fin, se distanció de la ficción. Las elecciones del 25 de noviembre convirtieron Pàtria, la obra de Jordi Casanovas, en algo como lo que fue concebida: en una simple obra de teatro. Una ficción en la que la situación social está a punto de derramar (como en la realidad, de acuerdo ...) y entre las proclamas de los candidatos a las elecciones, de derechas, de izquierdas, de centro, nacionalistas, separatistas ..., surge una voz que, sin imaginarse lo que se le viene encima, dice basta. Es la voz de un hombre carismático, conocido por su programa televisivo de entrevistas, con las ideas claras y muy indignado con lo que escucha decir en el gran debate que él modera y que interrumpe, harto de mentiras, de promesas, de falsas verdades, de acusaciones, de propuestas populistas que no llevan a nada.
Una carrera para-teatral
Hasta el pasado 25 de noviembre, la segunda obra de la trilogía sobre la identidad catalana que prepara Casanovas (la primera fue Una historia catalana y la última será Vilafranca), se ha visto inmersa en una especie de carrera para-teatral que comenzó durante los ensayos. Fue entonces, durante el mes de septiembre, cuando la manifestación de la Diada derivó en la convocatoria de elecciones con un objetivo muy definido: un referéndum por la independencia. La realidad había interferido definitivamente en la ficción ideada por el dramaturgo Vilafranca, que ubicaba la acción en los días previos a unas elecciones (ficticias, o eso creían) con la independencia de Catalunya en juego.
Casanovas siempre empieza los ensayos con un boceto (casi) de la obra y cuenta con la iniciativa de los actores para culminarla. Este método propicia debate y refelxió continuos. Pero en el caso de Patria la cosa se fue de madre: “Resultó que la actualidad, la realidad, el día a día, la hora a hora, prácticamente, alimentaban este método de hacer teatro tan genuino que tiene Casanovas” , decía en la presentación de la obra Lluís Pasqual, director de Libre, donde se ha representado durante tres semanas, después de estrenarse (el Día de la Hispanidad) en Temporada Alta de Girona y Salt.
“Forzosamente, cada ensayo se convertía en un aula de debate en la que hablábamos de cosas que podrían suceder y que, inmediatamente, ocurrían!”, comentaba Marcel Borràs, uno de los protagonistas. Jordi Casanovas escribió “un prototexto” hace cinco años. “Si no hubiera pasado todo lo que ha pasado y está pasando habría sido un obra más de política ficción que real”, dice. Son cosas que pasan, después de todo, él tiene muy claro que “hacer dramaturgia es hacer de antena de lo que está pasando”.
“Bona nit i llibertat!”
Ahora, Pàtria aterriza en el Poliorama como una buena obra de teatro, en la que el espectador puede encontrar en la palabra que le da título otras connotaciones, como las que nos comentaba el autor: “Es una abstracción con miles de lecturas: familia, trabajo, territorio... pero es un sentimiento muy íntimo ”. Y quizás ahora el público podrá pensar más en las frustraciones que plantea: en aquel desesperado e indignado “Buenas noches y libertad!” con el que se despide de los televidentes el protagonista, un implicadísimo Francesc Orella, en el debate en el que se empiezan a complicar las cosas . El debate que, convertido en un monólogo que pone la piel de gallina, irreversiblemente, lo conduce a liderar una oposición no ya a un gobierno, ni a un partido, sino a una casta política que se ha quedado en fuera de juego. Porque, inconscientemente, Miquel se convertirá en el candidato del pueblo, en el candidato del 15-M y, también, del 11-S.
Bien mirado, desde la distancia, vemos que la realidad, en realidad, nunca supera la ficción. El 25-N no hubo ningún representante que, alejado de la clase política, pudiera despertar los miedos que despierta Miquel entre esa misma clase política. Tampoco desapareció ningún candidato, lo que, mira por dónde, es una buena noticia.
La realidad, por fin, se distanció de la ficción. Las elecciones del 25 de noviembre convirtieron Pàtria, la obra de Jordi Casanovas, en algo como lo que fue concebida: en una simple obra de teatro. Una ficción en la que la situación social está a punto de derramar (como en la realidad, de acuerdo ...) y entre las proclamas de los candidatos a las elecciones, de derechas, de izquierdas, de centro, nacionalistas, separatistas ..., surge una voz que, sin imaginarse lo que se le viene encima, dice basta. Es la voz de un hombre carismático, conocido por su programa televisivo de entrevistas, con las ideas claras y muy indignado con lo que escucha decir en el gran debate que él modera y que interrumpe, harto de mentiras, de promesas, de falsas verdades, de acusaciones, de propuestas populistas que no llevan a nada.
Una carrera para-teatral