Catalunya Opinión y blogs

Sobre este blog

La infinidad de formas del abuso de poder

Ahora que por desgracia está tan a la orden del día el abuso de poder en todas sus manifestaciones, leer la novela de la australiana Fiona McFarlane puede servir para ensanchar la perspectiva sobre el abanico de formas que puede tomar esta manía a la que le queda poco para que se vuelva obsesiva compulsiva.

En la historia que se nos propone, la víctima es Ruth, una mujer mayor, viuda, con dos hijos con quienes casi solo habla por teléfono. Sola, pues, en el día a día, con la compañía de sus gatos, se pasea por el día y la noche, visitada por los recuerdos y los medios personificados (o animalizados, mejor dicho).

Pero un buen día recibe la visita de Frida, una asistenta social enviada supuestamente por el gobierno para que la ayude hasta donde necesite en sus quehaceres cotidianos. El alma cándida del lector podría empezar a intuir el inicio de una historia de amistad profunda y dulce, pero no es ni de largo lo que sucederá.

Poco a poco y como quien no quiere la cosa, Ruth será sometida a una estrategia de manipulación física y psicológica aparentemente sutil. A medida que van pasando los días, el poder que la cuidadora ejerce en la víctima protagonista es cada vez más fuerte y el abuso a la vulnerabilidad que conlleva la vejez acaba llevando a unos hechos trágicamente tristes.

Todo el intríngulis narrativo va calando en la mente del lector como la humedad que podemos imaginar viviendo a orillas del mar, en la casa aparentemente idílica que se nos retrata como escenario de toda la historia, una escenografía muy plana, casi teatral.

La autora nos hace deambular por una serie de emociones bonitas y otras tristes, de tiernas y de crueles, de posibilidades y de impotencias. Y lo hace así, poco a poco y como quien no quiere la cosa, hasta hacernos caer en un final que acaba siendo un poco previsible.

Ahora que por desgracia está tan a la orden del día el abuso de poder en todas sus manifestaciones, leer la novela de la australiana Fiona McFarlane puede servir para ensanchar la perspectiva sobre el abanico de formas que puede tomar esta manía a la que le queda poco para que se vuelva obsesiva compulsiva.

En la historia que se nos propone, la víctima es Ruth, una mujer mayor, viuda, con dos hijos con quienes casi solo habla por teléfono. Sola, pues, en el día a día, con la compañía de sus gatos, se pasea por el día y la noche, visitada por los recuerdos y los medios personificados (o animalizados, mejor dicho).