La lectura de George Saunders se convierte en la apropiación emocional de un mundo que por más ajeno que sea cae dentro del lector con una fuerza humana ineludible. El estilo de Saunders, absolutamente Saunders, o sea, único y singular, se modula por una imaginación que juega con los límites de la realidad más suburbial de una Norteamérica oscura. Unos límites transgredidos por una creatividad sublime que nunca pierde de vista la vida que discurre por las venas de los personajes.
Así, en Deu de desembre, y tal vez buscando la distancia objetiva que permite enfocar sin distorsiones la vida más tangible, se mezclan elementos distópicos, de una fantasía animada, con la máxima suciedad de esta parte baja de la sociedad capitalista norteamericana. Por otra parte, el relato que da título a Pastoràlia, y uno de los más brillantes del libro, es una alegoría del engranaje social que domina este mundo capitalista. Las mezquindades producidas por el sistema son escarnecidas. Se desnuda la vida en sociedad y se transforma en una ficción dirigida a unos espectadores incapaces de identificarse con ella, a pesar de ser el reflejo de sus propias miserias.
Sin intención directa de denuncia, Saunders documenta sutilmente en todos sus relatos los hilos que mueven la periferia obrera norteamericana, que a pesar de las penurias vividas, es mostrada llena de un optimismo vital que roza la ingenuidad. Estos contrastes, que podrían provocar un sentimiento de pena y lástima al lector, son conducidos por Saunders hacia una ironía respetuosa que viste de dignidad todos los esfuerzos de los personajes para vivir, aunque sea con las pocas herramientas de que disponen. Experiencias que desde la distancia objetiva podrían ser vistas como miserables y repudiables configuran, sin embargo, un retrato tan clarividente que reciben una media sonrisa de empatía del lector.
Los relatos que comprenden tanto Pastoràlia como Deu de desembre —publicado también por Edicions de 1984 a finales del año pasado— empapan porque resbalan por una superficie llana hasta caer en las profundidades de la sociedad que nos circunvala. Y esto sucede a menudo, tanto desde los diálogos como por medio de monólogos, porque nos vemos abocados directamente dentro del cerebro de los personajes con una naturalidad extrema. A pesar de que las versiones pueden divergir de nuestros referentes más cercanos, y aunque se nos presenten tan lejanas mediante la distopía o la distorsión de los elementos referenciales, las historias nos resuenan tanto que es imposible no abrazarlas.
El estilo, fiel a la intención, dibuja una vida que late, con un dinamismo y una originalidad que alimentan las ansias de leer más Saunders y más literatura de la buena. Y, seguramente, queda confirmada la afirmación hecha por el New York Times que Deu de desembre fue uno de los mejores libros publicados en 2013.
Hay que añadir, además, que el trabajo del traductor, Yannick Garcia, hace justicia a la excelencia del autor.
Bienvenido, pues, Mr. Saunders!
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