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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Quiénes somos y de dónde venimos

Un hecho recurrente, casi podríamos decir que cliché, a nivel académico, escolar y mediático es preguntar cuestiones sobre la Guerra Civil Española y el franquismo en la juventud. El desconocimiento entre los más jóvenes sobre aspectos tan fundamentales y básicos de la historia más reciente crea impacto, indignación y, desgraciadamente, incluso cierta mofa. Cuando esto sucede nos preguntamos cómo puede ser, qué falla... ¿Qué significa para los jóvenes la dictadura de Franco? ¿Cómo ha influido en su vida la Transición española y sus silencios? Son algunas de las reflexiones que plantea Los bancos regalan sandwicheras y chorizos que, según palabras de sus creadores, “lucha contra la impotencia a la que se ve empujada la sociedad y sus dirigentes” y que “sitúa la nueva generación ante el reto de analizar la memoria histórica de este país. Esta nueva generación habla de la historia y de cómo se sienten dentro de unas estructuras que se han encontrado hechas y les han sido impuestas. Estructuras políticas, arquitectónicas, históricas, lingüísticas, mentales, emocionales e, incluso, filosóficas”, añaden.

Por muchos motivos Los bancos regalan sandwicheras y chorizos es imprescindible para entender nuestro contexto actual. Julio Álvarez, director artístico del Tantarantana, habla del proyecto como “un regalo inesperado del momento tan importante que estamos viviendo. El Tantarantana siempre ha apostado por un teatro vinculado a la memoria histórica, y ahora, más que nunca, debemos escuchar la voz de unos jóvenes que nos hablan de los rastros de un pasado que no han vivido, sino que les ha llegado en forma de relato. Descubrir su visión nos ayuda a entender más profundamente nuestro presente.” Aquí, posiblemente, está la dificultad de situar el franquismo en boca de los más jóvenes. Silvia Ferrando, directora y dramaturga, subraya el proceso de creación colectiva que originó el espectáculo. “Propuse a los siete intérpretes trabajar sobre los rastros del franquismo, los 40 años más oscuros de nuestra historia reciente. Una etapa de la que no se habla, que no se enseña en las escuelas y de la que aún quedan muchas cosas por desenterrar. (...) El resultado es un espectáculo cargado de vitalidad y de sentido del humor, muy ácido y muy crítico con nuestro país. La obra trata de reclamar que somos y reconocer porque somos como somos. Habla de forma muy desacomplejada de temas silenciados. Es un homenaje a la ciudadania española, desde un punto de vista muy político.”

A la pregunta de si el espectáculo habla de España o de la relación de Catalunya con España, Ferrando deja muy claro que “la obra habla de España. Se está hablando mucho de Catalunya y del Gobierno Español, pero se está hablando muy poco de qué es España. Qué son los símbolos, los referentes españoles, propios e impuestos, con qué nos identificamos? Quisimos hacer un análisis de dónde veníamos, y nos ha salido donde estamos. La obra también reivindica como nos han raptado el lenguaje, además de muchas otras cosas. Hay palabras que no se pueden decir sin generar crispación. Y las palabras, como la historia, también son nuestras”. Siguiendo el relato, Marta Díez, actriz del proyecto, explica el proceso de creación desde el punto de vista de los intérpretes, todos ellos de la misma generación, entre los veinte y los treinta años: “Cuando Silvia nos preguntó sobre los rastros del franquismo, nos dimos cuenta de que sabíamos muy poco y que, además, todos teníamos las mismas dudas. Esto quiere decir que algo pasa con este tema. Por ejemplo, en nuestro imaginario hay muchas más imágenes del nazismo, que del franquismo”.

La avalancha de referencias al pasado de estos días convulsos nos sobrepasa y nos confunde. Con tanta vehemencia se esconde la historia. Y es que, como recuerda Silvia Ferrando, “habitamos edificios igual que habitamos países, familias, memorias. La arquitectura que han construido otros nos condiciona, formándonos y deformandonos seleccionados. Hay edificios que se dejan habitar, que te invitan a entrar y vivir, te acogen y reconfortan, forman parte de tu historia y tu de la suya. La arquitectura contemporánea es muchas veces brutal. Existen por suerte también, edificios y lugares que promueven el encuentro, el calor de la comunicación humana. En cambio, otros son como un bunker o montones de nichos, compartimentos donde esconderse o aislarse. Edificios fantasmas bunkerizados.” Los bancos regalan sandwicheras y chorizos los derriba para conocer aquello que no nos cuenta el discurso histórico oficial; las voces que no son escuchadas o, simplemente, las voces que nos ayudan a entender quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos. 

Un hecho recurrente, casi podríamos decir que cliché, a nivel académico, escolar y mediático es preguntar cuestiones sobre la Guerra Civil Española y el franquismo en la juventud. El desconocimiento entre los más jóvenes sobre aspectos tan fundamentales y básicos de la historia más reciente crea impacto, indignación y, desgraciadamente, incluso cierta mofa. Cuando esto sucede nos preguntamos cómo puede ser, qué falla... ¿Qué significa para los jóvenes la dictadura de Franco? ¿Cómo ha influido en su vida la Transición española y sus silencios? Son algunas de las reflexiones que plantea Los bancos regalan sandwicheras y chorizos que, según palabras de sus creadores, “lucha contra la impotencia a la que se ve empujada la sociedad y sus dirigentes” y que “sitúa la nueva generación ante el reto de analizar la memoria histórica de este país. Esta nueva generación habla de la historia y de cómo se sienten dentro de unas estructuras que se han encontrado hechas y les han sido impuestas. Estructuras políticas, arquitectónicas, históricas, lingüísticas, mentales, emocionales e, incluso, filosóficas”, añaden.

Por muchos motivos Los bancos regalan sandwicheras y chorizos es imprescindible para entender nuestro contexto actual. Julio Álvarez, director artístico del Tantarantana, habla del proyecto como “un regalo inesperado del momento tan importante que estamos viviendo. El Tantarantana siempre ha apostado por un teatro vinculado a la memoria histórica, y ahora, más que nunca, debemos escuchar la voz de unos jóvenes que nos hablan de los rastros de un pasado que no han vivido, sino que les ha llegado en forma de relato. Descubrir su visión nos ayuda a entender más profundamente nuestro presente.” Aquí, posiblemente, está la dificultad de situar el franquismo en boca de los más jóvenes. Silvia Ferrando, directora y dramaturga, subraya el proceso de creación colectiva que originó el espectáculo. “Propuse a los siete intérpretes trabajar sobre los rastros del franquismo, los 40 años más oscuros de nuestra historia reciente. Una etapa de la que no se habla, que no se enseña en las escuelas y de la que aún quedan muchas cosas por desenterrar. (...) El resultado es un espectáculo cargado de vitalidad y de sentido del humor, muy ácido y muy crítico con nuestro país. La obra trata de reclamar que somos y reconocer porque somos como somos. Habla de forma muy desacomplejada de temas silenciados. Es un homenaje a la ciudadania española, desde un punto de vista muy político.”