- Este es un artículo publicado en el blog 'Adiós a las armas'
A finales de septiembre, el embajador de EEUU, en el acto de celebración de los sesenta años de la base de Rota, anunció, por un lado, que el primero de los cuatro destructores estadounidenses llegará a Rota en febrero de 2014 y por otro, la adjudicación a los astilleros de Navantia, en la bahía de Cádiz, del contrato de mantenimiento y reparación de los cuatro buques.
El primer punto es francamente alarmante. Los cuatro destructores tendrán asignadas varias funciones. Por una parte, constituirán el componente naval del escudo antimisiles de EEUU en Europa y por el otro, participarán tanto en operaciones de la OTAN como en misiones de apoyo de respuesta rápida a los mandos estadounidenses AFRICOM (que tiene como área de actuación el continente africano) y CETCOM (el área abarca desde el Cuerno de África hasta Pakistán). Es probable que en estas últimas misiones participen las dos fuerzas de élite que EEUU ha desplegado en la zona. Una es la FAST (Flota de Seguridad y Antiterrorismo), que tiene su sede europea en la base de Rota y a la que se asignan únicamente situaciones de alto riesgo y la otra es la nueva unidad de 500 marines destinada a la base de Morón, una fuerza de reacción rápida dependiente de AFRICOM. Con ambas, el Pentágono ha mejorado su capacidad de despliegue rápido en los países tanto del Mediterráneo como de Oriente Medio. Este tipo de operación acentúa la complicidad del Estado español con la política belicista de EEUU y con sus respuestas militaristas ante los conflictos. No es de extrañar que, el pasado junio, los EEUU agradecieran explícitamente a España el “apoyo crítico” que está dando en operaciones que ese país considera “prioritarias” para su seguridad nacional.
Tampoco el componente naval del escudo antimisiles augura un futuro cómodo. La instalación del escudo en Europa suscita desconfianza en Rusia, donde se teme que debilitará la capacidad disuasiva de su armamento. De forma reiterada, la jerarquía rusa se ha manifestado en contra de esa instalación y no descarta ataques preventivos para destruir el escudo, si la seguridad de Rusia se ve en peligro. Ya a mediados de 2012, el jefe de Estado Mayor ruso no dudó en amenazar de forma directa a los países que alberguen los componentes del escudo: “Nuestros socios deben preguntarse si vale la pena que Rusia tome medidas militares que amenazarán directamente a los países en cuyo territorio se desplieguen los elementos de la defensa antimisiles, bajo el pretexto de protegerse de inexistentes amenazas por parte de los países con regímenes impredecibles”.
De hecho, desde que se anunció la implementación de una defensa antimisiles en Europa, Rusia ha acelerado el desarrollo de nuevos tipos de mísiles capaces de superar el escudo. Parece que hacia 2018 se dispondrá de un nuevo misil que llevará hasta diez ojivas falsas destinadas a desorientar la defensa antimisiles.
Mucho más recientemente, el presidente Putin ha anulado una orden de 2011 por la que se creaba un grupo de trabajo, dentro del Kremlin, destinado a fomentar la colaboración con la OTAN en defensa contra mísiles. Las autoridades rusas también han aprobado el envío de sistemas de defensa contra mísiles en Bielorrusia, no demasiado lejos de la frontera con Polonia. Este último país es uno de los que debe alojar radares y mísiles interceptores, una parte del escudo antimisiles en Europa .
En referencia al contrato para Navantia, el anuncio ha generado en la zona una opinión pública muy favorable a la llegada de los barcos americanos. La provincia de Cádiz tiene la tasa de paro más alta de España y los astilleros son el principal motor de ocupación. No parece, sin embargo, que este contrato implique necesariamente creación de empleo. Según los sindicatos con presencia en los astilleros, este contrato de mantenimiento puede dar prestigio a la empresa, pero no creará demasiado empleo. Afirman que la construcción de barcos es el único tipo de contrato que garantiza trabajo a toda la plantilla y a la industria auxiliar. Por tanto, los presuntos beneficios económicos en el territorio son, cuando menos, cuestionables.
Nos gustaría acabar con una declaración curiosa del subsecretario de la OTAN que, suponemos, pretendía apaciguar los recelos rusos: “El sistema de defensa antimisiles de la OTAN podrá interceptar sólo un pequeño número de mísiles balísticos relativamente imperfectos”. Así pues, incluso desde su punto de vista de control militar global, no parece justificable el escudo antimisiles.