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Hallada una jarra pequeña con escenas de gimnasio que sirvió de ofrenda para una de las primeras casas de Empúries

La jarra encontrada en el yacimiento greco de Empuries, en la Costa Brava

ACN

13 de agosto de 2024 12:56 h

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El subsuelo de Empúries sigue atesorando testimonios de la antigüedad que ahora, dos milenios después de que llegaran los griegos, las diferentes excavaciones vuelven a surgir. Durante el 78º Curso de Arqueología, que se ha realizado este verano, una treintena de universitarios venidos de Catalunya, España y el extranjero han investigado en diferentes sectores del barrio norte de la ciudad griega.

La excavación se enmarca en el proyecto que impulsó Empúries, subsede del Museo de Arqueología de Catalunya (MAC), y que vincula la evolución del yacimiento con sus espacios portuarios. Durante el curso, los estudiantes -tutelados por los arqueólogos- han excavado restos de casas griegas que se extienden desde el momento fundacional de la Neápolis (la segunda mitad del siglo VI a. C.) hasta los siglos IV y III a. C.

En una de zonas, justo en la base del muro de una de las casas, es donde ha aparecido el frasco o lécito. Es una jarra pequeña, de cuello estrecho, que se enterró aquí como ofrenda a los dioses en el momento de construir la vivienda. El arqueólogo Pere Castanyer concreta que los restos de la casa datan de finales del siglo VI o de inicios del V a. C., “y por tanto, es uno de los primeros que habría ocupado el sector de la Neápolis”.

Escenas de gimnasios

El lécito, de cerámica ática, muestra una escena de palestra. En la antigua Grecia, eran los gimnasios donde los jóvenes entrenaban para fortalecer el cuerpo, pero también la mente. En la jarrita descubierta en Empúries, se ve la silueta negra de un corredor en actitud atlética, flanqueada por otras dos que la observan.

“Este frasco forma parte de las producciones de figuras negras de época ya avanzada, de finales del siglo VI antes de Cristo”, dice el arqueólogo del MAC Empúries, que explica que, más adelante, las siluetas dieron paso a la técnica de las figuras rojas, con los motivos en reserva sobre el fondo de barniz negro.

Durante la antigüedad, los frascos o lécitos contenían aceites perfumados. El que se ha descubierto ahora en Empúries ha perdido la embocadura y una zona del recipiente se ha desconchado. Sin embargo, los arqueólogos podrán reconstruir esta última parte, ya que han encontrado la pieza desconchada.

Además, en el laboratorio también se vaciará la tierra que se ha depositado en la jarra para intentar saber qué contenía. “Veremos si esto nos permitirá revelar qué se puso como ofrenda o bien queda algún rastro”, explica el arqueólogo del MAC. En paralelo, se rascarán las paredes de cerámica del interior, porque como explica Castanyer, “si contuvo aceite u otro líquido, las grasas quedan impregnadas y podremos identificarlo”.

De la antigüedad a la actualidad

Aunque en el yacimiento también se han encontrado otras jarritas depositadas como ofrenda, por ejemplo en el sector donde estaba la estoa –el edificio porticado griego en el norte del ágora–, Castanyer pone en valor que ésta “explica una de las prácticas que seguían a los primeros griegos de Empúries a la hora de construir sus casas”. Y aquí, el arqueólogo recuerda que, precisamente, estas costumbres ancestrales han perdurado también hasta nuestros días.

El paralelo contemporáneo, en este caso, son los actos de colocación de una primera piedra, donde se introduce un cilindro que puede contener los periódicos de ese día y monedas en curso. “Esto no es otra cosa que lo que ya hicieron estos griegos hace más de 2.500 años cuando fundaron la ciudad”, concreta Pere Castanyer, en referencia a la ofrenda localizada este verano.

De hecho, más allá de la ciudad griega, Empúries también ejemplifica cómo estos ritos pervivieron durante la época romana. Porque, en este caso, en la ciudad romana también se han encontrado ofrendas fundacionales hechas con jarras, con restos de fauna o huevos de gallina (uno de los cuales se conserva entero en el museo).

Hornos, monedas y un brazalete

Más allá de este hallazgo, las excavaciones realizadas por los alumnos del 78º Curso de Arqueología de Empúries también han permitido profundizar más en la vida cotidiana de la Neápolis. Según explica el arqueólogo del MAC, entre las casas excavadas se han encontrado los restos de una estancia que podría haber acogido una cocina o un gineceo (un espacio destinado exclusivamente para las mujeres).

Además, Pere Castanyer destaca que en el sector más a levante del antiguo barrio norte se han hallado restos de hornos -algunos, aún con cenizas- que seguramente se destinarían a trabajar el hierro. “Son hornos posiblemente vinculados a la actividad metalúrgica, que estarían asociados o bien formarían parte de la fachada de alguna edificación; una práctica que precisamente también hemos documentado en otros sectores de la ciudad griega, como el ágora o el estoa”, precisa.

Por último, dentro de aquellas piezas cotidianas, el Curso de Arqueología también ha permitido desenterrar diferentes monedas, que formarían parte de las primeras acuñaciones que se realizaron en Empúries a partir de finales del siglo IV a. C., y localizar un brazalete hecho de hueso con decoración estriada.

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