Una de las más completas colecciones de cirugía y medicina de guerra de España se halla en una antigua mina en el pueblo del Molar, en Tarragona. Pero a día de hoy no se puede visitar. Las oficinas de esa explotación fueron entre septiembre y noviembre de 1938 la sede de un hospital de campaña republicano, por donde pasaron cientos de heridos del Ejército Popular que combatían en la Batalla del Ebro. El espacio abrió como museo en 2019, pero cerró con la pandemia y no ha vuelto a abrir.
El Centro de Interpretación del Molar estuvo en funcionamiento apenas cuatro meses. Y su clausura ha despertado polémica. Durante ese breve período entre 2019 y 2020 hubo un cambio de alcalde en la localidad, ambos pertenecientes a la candidatura de ERC. El actual argumenta –que ya no representa al partido– que el cierre se debe a las deficiencias estructurales del viejo complejo minero, que no se subsanaron a pesar de las obras de rehabilitación que se llevaron a cabo. Un informe pericial encargado por el consistorio, y que ha podido consultar elDiario.es, así lo acredita. Los impulsores del proyecto, sin embargo, le acusan de despreciar la memoria histórica y de bloquear su reapertura.
Entre la adquisición de la finca, las obras y el diseño museográfico, el coste del proyecto asciende a al menos 200.000 euros. La mayor parte del montante, costeado a través de subvenciones de la Diputación de Tarragona, de los Departamentos de Cultura y Justicia de la Generalitat, y de Enresa.
A escasos 500 metros del pueblo del Molar, en la comarca del Priorat, la mina conocida como Loussa o Linda Mariquita pertenecía a una sociedad alemana hasta que la Guerra Civil llevó a abandonar el lugar. Debido a sus amplias instalaciones, durante 1936 y 1937 la Administración republicana lo ocupó para instalar allí unas aulas del Consejo de la Escuela Nueva Unificada (CENU). Más adelante, y por cercanía al frente de la Batalla del Ebro, cambió los pupitres por camas y se habilitó como Hospital M2, de segunda línea, con una veintena de plazas para atender a heridos menos urgentes (los más graves se asistían directamente en el frente, mediante camiones-quirófano).
Al frente del hospital estuvo el capitán cirujano Miquel Gras, de tan solo 27 años. Con una capacidad para una veintena de camas, dedicadas a soldados del XV Cuerpo del Ejército Popular, acogía a heridos de localidades del frente como Flix o Móra d’Ebre. Los quirófanos se ubicaban en la planta baja y las camas, en las estancias superiores. Pese a la tarea de los sanitarios, más de un centenar de pacientes fallecieron en sus dependencias y permanecen todavía hoy enterrados en el cementerio del Molar.
Para recuperar el papel que jugó la mina durante la Guerra Civil, especialmente en su faceta sanitaria, el Ayuntamiento impulsó durante el anterior mandato el proyecto de centro de interpretación, que finalmente llevó a cabo el Grupo de Investigación Didáctica y Patrimonio, de la Universitat de Barcelona (UB), que ganó el concurso público. La exposición se centra en relatar las particularidades de la sanidad del Ejército Popular, para lo que cuenta con las libretas y dietarios del cirujano Gras, con varias recreaciones audiovisuales y con su joya de la corona: la colección de cirugía de guerra.
“Es la colección más grande y completa de cirugía y de sanidad de guerra del sur de Europa”, describe en su guía de espacios de memoria el Memorial Democràtic, de la Generalitat de Catalunya. Se trata sobre todo de utillaje de sutura, cirugía y anestesia de la época, kits de amputaciones, material de farmacia… La mayor parte de ello está cedido por Jordi Jara, cirujano del Hospital Sant Joan de Reus. Otra de las perlas es un aparato de transfusión de sangre de Ramon Mauri, un transfusionista del hospital que se casó con una mujer del Molar.
Todo este material histórico y didáctico, sin embargo, es desde hace casi tres años imposible de consultar.
El informe pericial constata que no es seguro
“Más que una inauguración, aquello fue una fiesta de cumpleaños”, se despacha sin pelos en la lengua Roger Grifoll, actual alcalde del municipio, cuando se le pregunta por la apertura del centro, que asegura que nunca ha contado con un proyecto de actividad como tal. Al acceder a la alcaldía a principios de 2020, asegura, encargó un informe pericial sobre el estado del edificio que se acababa de rehabilitar porque –dice– le informaron de que había deficiencias estructurales graves. El documento constata que se incumplió el proyecto arquitectónico en varios puntos, que se duplicó el precio de la obra –de 48.000 a más de 100.000 euros– y que, en definitiva, el complejo no “alcanza los requisitos mínimos para garantizar la seguridad prevista”.
“El centro de interpretación está cerrado temporalmente. Ahora se ha encargado un proyecto de valoración para ver cómo se subsanan las deficiencias”, afirma el alcalde, que asegura que él tiene intención de reabrirlo en cuanto se hayan hechos las obras de consolidación.
Según el informe pericial, no se han realizado los refuerzos estructurales de consolidación de los techos de las plantas 1 y 2, solo acabados con pintura. La inspección constata fisuras por movimiento en el hormigón del torreón que alberga el ascensor para acceder al edificio y falta de reparación de escaleras. Y concluye que se deben llevar a cabo obras de refuerzo estructural de los techos y el elevador.
Este diario ha tratado de ponerse en contacto con el anterior alcalde, Alfred Grifoll, que pese a tener el mismo apellido que el actual edil no comparte con él parentesco. Él fue una de las almas del proyecto, pero ha declinado hacer declaraciones. Tampoco la Diputación de Tarragona o el Memorial Democràtic de la Generalitat han querido pronunciarse sobre el asunto, que aseguran que atañe al consistorio y que ellos solo intervienen cuando se les pide.
“Al nuevo alcalde no le interesa la historia”
Quienes sí que levantaron la voz recientemente, y para cargar contra el actual alcalde, es el Grupo de Apoyo al Centro de Interpretación del Hospital del Molar, que hizo pública una carta que cuenta con más de 800 firmas. “Al nuevo alcalde no le interesó demasiado la historia de la Guerra Civil, ni su patrimonio, ni las magníficas perspectivas del Centro”, lamentan, en un texto a cargo del historiador Xavier Hernández Cardona, Catedrático en Ciencias Sociales de la UB e investigador del grupo de esa universidad que llevó a cabo la museización.
En su manifiesto, consideran “intolerable” que el actual edil no haya tomado ninguna medida, dicen, para corregir las deficiencias y abrir el centro casi tres años después de su cierre. La situación actual, abunda la carta, supone un “despilfarro” de los recursos públicos invertidos –que ellos elevan a 350.000 euros en subvenciones–, “perjudica la dinamización del conjunto patrimonial” que rodea la Batalla del Ebro y, además, es problemático para la preservación de las colecciones que alberga.
“La colección [de cirugía y medicina de guerra] queda secuestrada y ocultada a la ciudadanía en un local arbitrariamente cerrado. La museografía requiere seguimiento y cuidado, y el cierre implica un peligro para el patrimonio expuesto en el centro”, concluyen.