La fase de desescalada de la epidemia se está notando desde hace días en los hospitales, que empiezan a recuperar la actividad previa a la crisis en algunas plantas y que además han podido vaciar ya algunos de los dispositivos de emergencia que abrieron. En Barcelona, dos de los tres polideportivos habilitados como hospitales de campaña para pacientes leves de COVID-19 están ya inactivos. Solo Vall d'Hebron, el hospital más grande de Catalunya, conserva el suyo para actividad ambulatoria.
Tanto el pabellón del centro deportivo Guinardó, asociado al Hospital Sant Pau, como el gimnasio Claror, dependiente del Hospital del Mar, han dejado de tener pacientes, aunque de momento no se van a desmantelar por si se da otra ola de contagios. En el caso de Vall d'Hebron, el polideportivo Olímpics, que llegó a tener ingresados 66 pacientes de COVID-19, se mantiene abierto pero con otro uso. “Ahora es como un hospital de día para actividad ambulatoria y rehabilitación”, explica la subdirectora asistencial del centro, Rocío Cebrián.
Al margen de estos dispositivos, los que sí se mantienen todavía activos y con pacientes de COVID-19 son los hoteles, aunque desde los distintos hospitales aseguran que en ellos solo quedan ya personas que han sido dadas de alta y que no tienen en su domicilio las condiciones suficientes para el aislamiento. Es el caso del por ejemplo del Hotel Princess, que llegó a tener ingresados 250 pacientes del Hospital del Mar y ahora la cifra está en 230.
El mayor hospital de campaña previsto en Catalunya durante el pico de contagios, el Fira Salut, al final no se ha abierto. Ubicado en la Fira de Barcelona y vinculado al Hospital de Bellvitge, se preparó inicialmente para 200 personas pero con capacidad para 2.000. Con todo, “está a punto para utilizarse para lo que se considere”, apuntan fuentes del Departamento de Salud.
Bajan los pacientes de COVID-19 en las UCI
Que lo peor de la epidemia ha quedado atrás es algo que se observa no solo con el cierre de hospitales de campaña, sino también con la caída sostenida de ingresos por COVID-19 y de entradas en unidades de cuidados intensivos. En el Hospital Vall d'Hebron, que llegó a cuadruplicar su número de camas de críticos hasta las 200, ahora tienen alrededor de 90 personas en estas unidades.
“Estamos mejorando. Si seguimos con esta tendencia necesitaremos unas dos semanas para que la capacidad de críticos nos permita hacer actividad programada más normal”, expone Cebrián. En el Hospital de Bellvitge calculan tres semanas para poder volver al 100% de su actividad quirúrgica. Un margen parecido es el que baraja Julio Pascual, director asistencial del Hospital del Mar, para su centro, que tiene ahora mismo la UCI con unos 25 de pacientes de COVID-19, un 25% del total de plazas que han llegado a tener durante la crisis.
“Estamos en fase de abrir todos los dispositivos de reanimación quirúrgica para poder empezar a operar de forma progresiva”, explica Pascual, que añade que uno de los dos bloques quirúrgicos, el que tienen en el Hospital de l'Esperança, abrió el pasado jueves. En cuanto al total de ingresados, están ahora con un 50% de pacientes con esta enfermedad “y bajando”, sostiene, con lo que se están desinfectando plantas “para poder visitar más pacientes no COVID-19, que cada vez vienen más”.viniendo más.