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Crónica

Illa ata su futuro (y el de Sánchez) a la suerte de la financiación singular para Catalunya

El president de la Generalitat, Salvador Illa, durante la segunda jornada del debate de política general en el Parlament

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El principal problema al que se enfrentó la dirección de ERC este verano cuando sometió a consulta la investidura de Salvador Illa era la credibilidad del pacto alcanzando con el PSC. Eran los días finales de julio, la mayoría seguía la actualidad desde la placidez de las vacaciones y a todo el mundo le parecía un espejismo fruto del calor la posibilidad de que los socialistas hubieran suscrito algo parecido a un concierto económico para Catalunya, tal como defendía ERC. Que Illa, el PSC y el Gobierno central se mantuvieran en silencio mientras los republicanos cantaban las bondades del pacto lo hacía todo aún más increíble.

Todavía quedan en el Parlament diputados que creen que sus ojos no verán la llamada “financiación singular”. Pero no será porque Salvador Illa no haya insistido una y otra vez durante las escasas ocho semanas que lleva de president en su compromiso con esta promesa hasta convertirla en uno de los ítems centrales de su legislatura.

“La financiación en los términos que hemos firmado con ustedes pasará”, dijo Illa en dirección a la bancada de ERC. “Habrá una financiación propia y singular para Catalunya”, proclamó el president desde el atril del Parlament en el debate de política general que marca la orientación de todo el curso.

El president socialista ha dejado claro, además, que desea contar con el apoyo de ERC y Comuns durante todo su mandato, comenzando por los presupuestos que debe comenzar a negociar en cuestión de semanas. Un perímetro en el que Illa también necesita incluir a Junts, porque solo esta formación podría rescatar algunas de las tareas pendientes que sus socios habituales no ven con buenos ojos, como la ampliación de El Prat.

Mantener el apoyo de ERC y no romper puentes con Junts no solo es una necesidad de Illa en Catalunya, sino también un equilibrio que el Gobierno de Pedro Sánchez debe sostener en Madrid. El portavoz de ERC, Josep María Jové, ha sido claro cuando ha puesto ambos huevos en la misma cesta. “Sin avances en soberanía fiscal no habrá presupuestos y, sin presupuestos, las legislaturas tendrán poco recorrido, tanto aquí como en Madrid”, ha advertido Jové. En su turno de respuesta, Illa prometía que pronto vería “concreciones”.

De esta forma, Illa encadena su arranque de la legislatura a un proyecto, la reforma de la financiación y la singularización catalana en el nuevo modelo, que ahora mismo es incierto y ni siquiera cuenta con el apoyo de los socios del Gobierno. Y pese a eso, o quizás precisamente aprovechando esta situación, Illa ha convertido la financiación singular en un proyecto de legislatura, comparable a lo que para el primer tripartit de Pasqual Maragall fue la reforma del Estatut.

“Nos dejaremos la piel”

Durante el debate, Illa había ido incluso más allá de reafirmarse en la promesa. “Nos dejaremos la piel. Ya estamos trabajando, con discreción”, ha asegurado, dando a entender que la recaudación de todos los impuestos no es ni siquiera una promesa, sino algo que en la Agencia Tributaria de Catalunya se ya se están preparando para hacer.

No es ningún secreto que ni Illa ni nadie en el PSC era partidario de nada que se pareciera a un concierto fiscal “a la vasca” para Catalunya. La propuesta fue una de las últimas banderas que enarboló Pere Aragonès y que después ERC situó como una prioridad en la campaña, aunque una música parecida sonaba también un año antes, en el pacto de investidura que Carles Puigdemont firmó con Pedro Sánchez.

Illa, en cambio, había hecho una propuesta que se recoge en el Estatut que pasó los filtros del Constitucional y que supondría formar un consorcio mixto entre el Estado y la Generalitat para recaudar todos los impuestos que salen de Catalunya. Sin embargo, acabó abrazando una propuesta que elimina el consorcio y, por tanto, la participación de la administración central, y deja a la Generalitat como recaudadora única.

Pero, además, el pacto con ERC incluye la salida de Catalunya del régimen de financiación común, para entrar en un sistema en el que contaría con todos los recursos recaudados menos la cuota de solidaridad pactada de forma bilateral. Todo esto necesita, claro, un desarrollo normativo primero, que ha de pasar por el Congreso, y el aval posterior de los tribunales. Una tarea que parece titánica pero para la que Illa ya pide un nuevo consenso. “[La financiación singular] será más fácil si contamos con un apoyo amplio de esta Cámara, que reclamo explícitamente”, ha expuesto el president.

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