El juicio de los atentados del 17-A se ha adentrado en una figura clave de la célula terrorista y sobre la que pesan varios interrogantes. La primera sesión de la semana ha puesto de manifiesto la facilidad con la que una mezquita de Ripoll contrató al imam Abdelbaky Es Satty, líder espiritual del grupo de jóvenes yihadistas, en contraste con los problemas que tuvo en Bélgica, pero no ha permitido concretar cómo llegó Es Satty a ese país.
Los distintos filtros de las mezquitas de Ripoll y de Diegem (Bélgica) a la hora de contratar a Es Satty los han expuesto los responsables de ambos centros religiosos en el juicio en la Audiencia Nacional. En Ripoll a Es Satty le bastó con su DNI. Por contra, no pudo obtener de las autoridades belgas el “certificado de buena conducta” –equivalente al certificado de antecedentes penales y necesario para ejercer– que le había reclamado el presidente de la comunidad Youssef de Diegem, Soliman Akaunchouh, lo que motivó su despido de la mezquita.
Según ha explicado Akaunchouh, a principios de 2016 la mezquita se quedó sin imam y contactó con otros templos de la zona para saber si conocían a algún candidato. El testigo no ha recordado quién le presentó a Es Satty, que estuvo entre tres y cuatro meses en periodo de prueba en Diegem. Cuando le quiso contratar de forma indefinida, Akaunchouh pidió a Es Satty el certificado de antecedentes penales, pero según el responsable de la mezquita el imam “fue incapaz de rellenar los papeles”. Sobre Es Satty pesaba una condena en firme por tráfico de drogas que había terminado de cumplir en 2014 en Castellón.
“Él nos dijo que había tenido problema para obtener el certificado, pero le dijimos que sin papeles no le contratábamos porque había leyes que teníamos que respetar”, ha explicado Akaunchouh. Fin de la historia. Es Satty se fue sin insistir más. La mezquita belga también respiró tras quitarse de encima al imán: según Akaunchouh, Es Satty llegó a pronunciar un discurso radical durante la oración que dejó descontentó al presidente de la comunidad y que lo llevó a situarle “en el salafismo”, una corriente extrema del Islam.
Además de desagradarle sus discursos, Akaunchouh tampoco se fiaba de Es Satty, a quien ha descrito como un personaje “que primero muestra una cara y luego otra”. Ha relatado un episodio en el que, tras mantener Es Satty una conversación telefónica, el imán le contó que acaba de hablar “con agentes secretos de España”, lo que motivó a Akaunchouh a contactar con la Policía belga y a desconfiar todavía más del imán.
Todo lo contrario ocurrió cuando Es Satty volvió a España tras su experiencia en Bélgica y contactó con la comunidad Annour de Ripoll, que buscaba imán. Es Satty ya había trabajado en Ripoll tras salir de la cárcel, lo que agilizó su contratación por parte de la comunidad Annour, según ha relatado su presidente Ali Yassine. No le pidieron un certificado de antecedentes penales ni un documento similar. “Cuesta mucho encontrar un imam, luego hay que buscarle piso. Él estaba ahí, no tenía trabajo… le dijimos de hacer de imam y dijo que sí”, ha explicado Yassine. A día de hoy a los candidatos para ejercer de imam no se les pide un certificado de antecedentes penales, pese a la petición que tras los atentados hizo la Comisión Islámica de España para que las autoridades policiales les enviaran los posibles antecedentes de los imanes.
Tras los atentados del 17-A, en Ripoll también se dieron cuenta de que el imán tenía una doble vida. “Nos daba dos caras: una dentro de la mezquita, donde todo eran discursos normales y corrientes, y otra fuera”, ha expuesto Yassine, que ha declarado que nunca vio a los jóvenes miembros de la célula con Es Satty dentro de la mezquita. De hecho, ha mantenido que los jóvenes no sabían ni escribir bien en árabe y no conocían bien el Islam. Su radicalización por parte de Es Satty se produjo en la casa de Alcanar que explotó y en los aledaños de Ripoll.
Es Satty anunció en julio de 2017 a los responsables de la mezquita que se iba a Marruecos tres meses, según él para trabajar como transportista. En realidad acudió a su país en el último viaje para ver a su familia antes de volver al chalé de Alcanar con los discípulos a los que había adoctrinado y con los que quería perpetrar una gran masacre con explosivos en el Camp Nou o la Sagrada Familia. La explosión accidental un día después del ataque de la Rambla frustró los planes y terminó con su vida.
El intento de radicalización en Castellón
En la sesión de este lunes también han declarado los dos jóvenes conversos de Castellón a los que Es Satty intentó radicalizar tras salir de la cárcel en 2014. El primer testigo ha definido al imam como “un paranoico” en alerta constante para tener el control de mezquita de Castellón. “Para él cualquier persona no musulmana merecía morir”, ha recordado el testigo, a quien Es Satty, según su versión, le justificó atentar en supermercados españoles. Para este testigo Es Satty también tenía una “doble cara”: en la mezquita de Castellón el imán jamás reproducía los discursos radicales que le hacía en privado. Inmediatamente cortó el contacto con el imán. Es Satty sí mantuvo el contacto con otro joven convertido al Islam de Castellón, que llegó a visitar el chalé de Alcanar. “No me intentó reclutar ni adoctrinar para atentar contra cristianos, pero dijo que el DAESH era la única forma que tenia el Islam”, ha explicado el testigo.