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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La Inspección laboral investiga el uso fraudulento de becarios para puestos de trabajo en las universidades españolas

Los estudiantes que trabajan en dependencias de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) con una beca de colaboración recibieron el pasado mes de abril un correo en el que la Inspección de Trabajo les pedía todos los detalles sobre las tareas que realizan. Horarios, formación, tutores... Desde hace más de un año, los inspectores del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social llevan a cabo campañas de oficio en distintos campus españoles para detectar si estos utilizan a becarios para cubrir puestos que deberían ser del Personal Administrativo y de Servicios (PAS).

El uso fraudulento de los becarios en las facultades universitarias afloró en 2017 con el caso de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en la que la Inspección de Trabajo constató que había utilizado a 400 de sus estudiantes para ocupar puestos de trabajo ya existentes. Desde entonces, los inspectores laborales han indagado en varios campus universitarios para comprobar hasta que punto está extendida la figura del falso becario. Así lo han confirmado fuentes del Ministerio a eldiario.es. 

En total, en España había en 2013 –últimos datos disponibles por parte del Ministerio de Ciencia y Universidades-– unos 7.000 estudiantes con una beca de colaboración. Se trata de los alumnos que realizan tareas en principio formativas, de apoyo a los trabajadores de la universidad, en bibliotecas, archivos, aulas de informática, oficinas de orientación al estudiante y otras dependencias. Estos empleos deberían tener un plan educativo asociado, pero los estudiantes denuncian que a veces no es así.

Fuentes de la Inspección descartan dar detalles sobre qué universidades han sido investigadas y si se las ha sancionado o no, pero sí confirman que estas campañas se llevan a cabo desde “antes de 2018”. Desde el Ministerio de Trabajo detectaron que la universidad era un sector en el que se dan casos de fraude en el empleo de estudiantes, aunque las mismas fuentes precisan que no existe una “incidencia particularmente alta” de falsos becarios en comparación con otros ámbitos laborales. 

En los últimos meses, dos universidades catalanas han sido objeto de una investigación de oficio por parte de la Inspección de Trabajo: la Universitat Pompeu Fabra y la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), según confirman ambas. Otras como la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) o la Universitat de Barcelona (UB) niegan haber recibido inspecciones de oficio. Con todo, esta última tuvo que indemnizar con 7.271,5 euros a una estudiante de Psicología que había denunciado que su beca no tenía ningún carácter formativo y otros dos de sus alumnos están a la espera de juicio por lo mismo, aunque no han acudido a Trabajo. 

Los rectores defienden que son casos puntuales

Para revisar la figura de los becarios de colaboración, la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) creó en marzo una comisión junto con el Ministerio de Ciencia y Universidades y el de Trabajo y Seguridad Social. Su intención es dar una nueva cobertura a este tipo de becarios, según cuenta a este diario Neus Vila, vicerrectora de la Universitat de Lleida y responsable de becas dentro del ente que aglutina a todos los rectores españoles.

Vila admite la existencia de casos en los que se ha utilizado a alumnos para ocupar puestos de trabajo de administrativos pagándoles a precio de becario (entre 5 y 7 euros la hora). Pero defiende que son aislados. “Es probable que haya pasado porque son muchas las universidades, pero no es esta la filosofía que tenemos”, sostiene, y insiste que “en general” siempre hay un proyecto formativo asociado a la beca.

Eso sí, añade que el aprendizaje no tiene por que estar relacionado con los estudios de cada alumno -son muchos los que están en dependencias que nada tienen que ver con ello-, sino que basta con que sirvan para formarles en inserción laboral. “Hay competencias transversales que son importantes y las aprenden aquí”, argumenta. “Tenemos la responsabilidad de que estas becas continúen existiendo porque ayudan mucho a los estudiantes”, añade, y admite que en los últimos años se ha extendido en las universidades la “preocupación” por el desenlace de este conflicto.

Este nerviosismo en las cúpulas de las universidades se suma a otro aspecto que afecta a la situación de los estudiantes en prácticas, estén o no estas dentro de los planes de estudios: la obligatoriedad de que coticen a la Seguridad Social. Los que tenían remuneración -como sucede en las becas de colaboración- ya cotizaban, no así muchos de los estudiantes que hacen prácticas curriculares. 

Del tutor a las salidas profesionales

¿Sabe quién es su tutor de prácticas? ¿Su actividad tiene relación con sus estudios? ¿Tiene que aplicar conocimientos adquiridos en sus actuales estudios? Estas son algunas de las preguntas que la Inspección de Trabajo traslada en un formulario a los estudiantes de la UPF, según el documento al que ha tenido acceso este diario. Además de recabar datos de sus estudios y detalles de la beca, como los horarios o la remuneración, el cuestionario va dirigido principalmente a comprobar si el estudiante realiza un trabajo vinculado a sus estudios y si se relaciona “habitualmente” con su tutor, otra de las formas de saber si hay un plan formativo.

El cuestionario incide hasta en la mejora profesional que puede ofrecer al estudiante su desempeño como becario en la universidad, algo que se antoja difícil teniendo en cuenta que la mayoría de tareas son de administración. “¿Cree que las prácticas, en su conjunto, mejorarán o facilitarán su inserción en el mercado laboral? ¿Por qué?”, plantea el formulario que deben rellenar todos los becarios. 

De los 188 estudiantes haciendo prácticas extracurriculares en la UPF, 120 están en los servicios centrales (biblioteca e informática, principalmente) y 60 trabajan como asistentes de docencia y investigación. Así lo detallan fuentes de la universidad, que precisan que es la primera inspección de oficio que reciben en su historia. En Catalunya, la que tiene un mayor número de becarios de este tipo es la UB, con 930. En la UPC son 284 y en la UAB, tan sólo 59. 

Becas para suplir la falta de personal

Para los estudiantes, es manifiesto que las universidades han aprovechado estas becas para “suplir la falta de personal” en las facultades, agravada por el recorte en su financiación. Lo ve así Pablo Alcaraz, presidente de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP), que lamenta que esto genera una “falta de supervisión y sobrecarga de responsabilidades” sobre los becarios, a quienes se acaba encargando “trabajos administrativos”. 

“El carácter formativo debe ser el eje de estas becas, bien sea mediante labores concretas que fomenten el desarrollo de capacidades o a través de talleres y cursos que proporcionen al estudiante mayores competencias”, expresa Alcaraz. 

M. B. se ha pasado los dos últimos cursos trabajando 25 horas semanales en el archivo de la UB. Estudiante de Relaciones Laborales y Filosofía, explica que su cometido consistía en “digitalizar los expedientes de los alumnos” rellenando un Excel con sus datos personales y académicos. “Nada de lo que hacía tenía una voluntad formativa, yo he sido un empleado sin ninguna duda”, sostiene este joven, que reclama ahora al centro que le indemnicen pagándole la diferencia salarial y de cotización respecto a un miembro del Personal de Administración y Servicios. 

“Muchas universidades nos han utilizado para rellenar puestos de trabajo a falta de poder ampliar la plantilla durante la crisis”, defiende este estudiante. Con otra docena de becarios que se consideran afectados por el mismo fraude han creado UB Becaris en Lluita, una asamblea para reclamar que se les considere trabajadores de pleno derecho.