Marc es ingeniero de telecomunicaciones y admite que nunca pensó que su coche acabaría atacado con disparos de Kalashnikov. “Iba en una comitiva policial y se pensaron que éramos de una banda rival”, explica a primera hora de la mañana en un bar de carretera. “Puedes imaginarte el susto”.
Marc, cuyo nombre real ha sido modificado por motivos de seguridad, es el responsable de la lucha contra el fraude eléctrico de Endesa en Catalunya. Entró en la empresa en 2016 sin imaginar que, casi una década después, buena parte de su tiempo lo acabaría dedicando a la lucha contra los cultivos de marihuana.
“El problema no deja de crecer”, afirma, antes de recordar algunos datos: el 60% del fraude eléctrico vinculado a la marihuana se da en el territorio catalán. Solo en el primer semestre de este año, Endesa y sus filiales desconectaron 425 conexiones ilegales que alimentaban plantaciones: 16 actuaciones de este tipo a la semana.
La colaboración entre las eléctricas y los cuerpos de seguridad se ha convertido en fundamental para localizar estos cultivos. Y la Inteligencia Artificial juega ahora un rol imprescindible para identificar en el mapa los puntos que se deben investigar.
“La llegada del big data nos ha permitido gestionar mucha información que no sabíamos cómo tratar”, prosigue este ingeniero. “Cada vez tenemos mejor capacidad para detectar los cultivos y trabajamos estrechamente con los Mossos”.
Marc no quiere dar demasiada información, pero describe una red de sensores que aportan datos a la compañía, que ha desarrollado su propio software para identificar los puntos que deben investigar.
La entrevista se lleva a cabo a las siete de la mañana, horas después de acompañarle en un gran operativo que ha desmantelado un cultivo industrial de marihuana: más de 3.000 plantas repartidas en ocho salas que ocupaban una gran nave en Igualada (Barcelona).
Excavaciones para pinchar la luz
Faltan unos minutos para las seis de la mañana, todavía no ha salido el sol, y dos mossos con metralletas vigilan la puerta de una gran nave industrial en este polígono de Igualada. Desde la entrada se percibe el murmullo de los extractores y el olor de los miles de plantas que crecen en su interior, que ya están siendo cortadas por una docena de agentes.
“Está minado, rollo chino”, dice un operario de Endesa mientras sale de la nave. Al entrar, muestra el método que han utilizado los narcos para conectarse ilegalmente al sistema eléctrico: un boquete de casi dos metros de profundidad para acceder directamente a la red eléctrica.
Los cables de cobre que salen de este empalme están a alta temperatura y vibran por la intensidad de la energía obtenida. El peritaje demostrará al cabo de un rato que la electricidad defraudada supera los 600.000 kilovatios, el equivalente al consumo medio de unas 200 viviendas.
“Los cultivos están tan industrializados y tienen un consumo tan elevado que suponen un peligro real para los vecinos”, sostiene uno de los técnicos, ataviado con casco, botas y guantes. “Hay riesgo de incendios subterráneos, electrocuciones, cortes de suministro… Y también incrementan la factura al resto de clientes”.
El montaje en el interior de la nave impresiona. El recinto ha sido dividido en ocho grandes salas de cultivo, cada una de ellas en una fase distinta: algunas habitaciones tienen plantas casi listas para cortar y secar. En otras estancias, en cambio, están en una fase inicial de crecimiento. Un largo pasillo conecta las diversas dependencias, cada una con su propio cuadro de luces.
Unos grandes tubos de extracción recorren las habitaciones y decenas de ventiladores remueven el aire en su interior. La luz amarillenta de los focos inunda el lugar. El olor es tan fuerte que algunos de los agentes que cortan las plantas llevan mascarillas para no marearse.
Aumento de las mafias y trata de personas
Tapado con una manta, un ciudadano asiático que vivía en el interior del cultivo observa a los agentes sentado en una silla. Se le ve desorientado y de momento es el único detenido en la operación. Detrás de él hay una nevera, una pequeña cocina y la cama en la que dormía. A estos peones, el último eslabón de la pirámide, los llaman “jardineros” y en ocasiones son víctimas de trata.
“Probablemente, no salía nunca de la nave”, apunta el responsable del operativo, que explica que algunos de estos “jardineros” que interceptan están explotados por mafias que les retiran la documentación al llegar a nuestro país.
El fuerte olor, el calor de los focos y el zumbido de ventiladores y extractores hace difícil pensar que es posible vivir aquí dentro.
“Algunos no saben ni en qué país de la Unión Europea están”, añade el agente. “Llegan aquí con promesas de empleo y acaban explotados en manos de estas redes”.
Tanto este mosso como los técnicos de Endesa describen cómo ha cambiado el juego durante los últimos años. Las plantaciones están cada vez más tecnificadas y las operan perfiles más delictivos. “Ya no es raro encontrar armas de fuego en estos registros”, explican.
Los empleados de las eléctricas ya no acuden tampoco sin la policía a comprobar si hay una conexión ilegal. “Me han amenazado e intentado agredir muchas veces”, explica uno de los técnicos. “También me he encontrado las ruedas de mi coche pinchadas”.
Antes de entrar en estas naves, los Mossos deben incluso cerciorarse de que no hay trampas. “Nos hemos encontrado cultivos en los que había armas de fuego que se disparaban automáticamente al entrar alguien”, apunta el responsable del registro.
Entre otros motivos, los entrevistados señalan que Catalunya se ha convertido en “el jardín europeo de la marihuana” por la gran cantidad de naves industriales a bajo coste y bien conectadas con la autopista AP-7, que conecta con la frontera francesa.
Operativos conjuntos cada semana
La participación en estos operativos se ha convertido en una rutina para los técnicos de Endesa. “¡Últimamente nos encontramos hasta en la sopa!”, le dice un agente a uno de ellos: es la tercera plantación que desmantelan en esta comarca en una semana.
Los empleados de Endesa cada vez saben más del fenómeno. Marc, por ejemplo, tiene claras las horas de luz que requieren las plantas de marihuana tanto en la fase de crecimiento como en la de floración. “Te diría que a día de hoy la marihuana ocupa el 50% de mi tiempo”, explica.
Este ingeniero nunca pensó que acabaría teniendo que proteger su identidad y se estaría reuniendo con policías de manera habitual. “El año que empecé tal vez hicimos un centenar de operaciones con la policía”, señala. En 2023 fueron más de 700.
Marc cree que la culpa de este crecimiento es la “legislación laxa” contra el cultivo de cannabis y el fraude eléctrico en España. Este lunes, el director general de redes de Endesa y los responsables de regulación de Iberdrola y Naturgy han pedido en un evento endurecer las penas contra este fraude y equipararlas al resto de países europeos.
Todos los directivos han mencionado en sus intervenciones los cultivos de marihuana. “Esto no va de pequeños productores, esto va de bandas cada vez más violentas”, ha afirmado el dirigente de Endesa.
Otros expertos consideran que el problema se ha hecho tan grande por culpa de la prohibición y que solo regular la producción y venta de cannabis lograría frenar la acumulación de poder de estas mafias.
La propia policía catalana lo sugirió en un informe confidencial que generó un gran revuelo cuando se filtró en otoño de 2021. El pasado marzo, sin embargo, el cuerpo elaboró otro documento en el que reclamaban el endurecimiento de penas para el cultivo de marihuana.
Apostado en la puerta de la nave que acaba de ser intervenida, un Mosso explica que, en este operativo con medio centenar de agentes, tal vez el único que acabará detenido será el “jardinero” y los verdaderos responsables de esta plantación podrían salirse de rositas.
— ¿No cree que se están intentando poner puertas al campo?
— Probablemente sí, pero qué quieres hacerle. Nosotros solo hacemos nuestro trabajo.