A Nicoletta Ferrara, que estuvo de vacaciones en su Sicilia natal hasta el sábado, el coronavirus le preocupa lo justo para que no le conlleve problemas para volver este viernes a su país a recoger a su hija, de un año, que se quedó allí con los abuelos. “Ella sí que no se entera de nada de esto, solo caga, come y duerme”, bromea la mujer, que se toma con humor la alarma generada en torno a este virus que en Italia, sobre todo en el norte, ya suma más de medio millar de infectados.
Su actitud estos días es la de muchos italianos que viven en Barcelona. Siguen con expectación el brote en su país, que ha ‘exportado’ la mayor parte de los casos detectados en España, pero por el momento no se han encontrado con episodios de rechazo por ser de donde son. Así se expresa Rolando d'Alessandro, originario de la Toscana pero que lleva 35 años en la ciudad. “Hay mucho alarmismo en general con el coronavirus, pero a mi nadie me ha tratado diferente estos días por ser italiano, como sí les ha pasado a algunos asiáticos”, comenta.
Gaia Danese, cónsul general de Italia en Barcelona, explica a eldiario.es que las principales autoridades, desde el Govern al Ayuntamiento, les han contactado para ofrecer su ayuda si se producen casos de este tipo, pero añade que no han recibido quejas el respecto. “Todo lo que hemos atendido hasta ahora son llamadas y mails de italianos preocupados por los protocolos que hay que seguir, y tampoco ha sido algo exagerado, no ha sido difícil de gestionar”, expresa.
Barcelona no solo es la ciudad española con más italianos –unos 36.000, por solo 25.000 en Madrid–, sino que además representan la mayor comunidad migrante de la ciudad y la que más crece. Solo en 2019 un total de 4.776 italianos decidieron afincarse en la capital catalana. Uno de los recién llegados es Lorenzo Lanari, un joven de la ciudad de Ancona –en el centro del país–, que justamente ha firmado esta semana su contrato de alquiler en la ciudad. Para él, que se dedica al sector turístico, el coronavirus es sinónimo de complicaciones laborales por la caída de reservas, pero no de situaciones incómodas en su día a día. “Me parece que son los medios de comunicación los que exageran”, sostiene el joven.
Todos ellos han escuchado sin embargo estos días el caso de una piscina municipal que vetó la entrada a un grupo de alumnos italianos, lo que hizo encender las alarmas de la comunidad por si se daban episodios de racismo como el que han vivido las personas de origen asiático, al ser China el país de origen de este virus que ha matado a 2.800 personas. El caso puso en alerta incluso al Consulado Italiano en Barcelona, pero no han detectado más episodios como aquél.
La piscina pide disculpas
Lo que ocurrió en la piscina municipal de Can Caralleu, gestionada por la Fundació Claror, es que el lunes el grupo de párvulos de P4 del colegio italiano de Barcelona, la Scuola dell'Infanzia Maria Montessori, tuvo que dar media vuelta y quedarse sin las clases de natación porque les negaron la entrada. “Las profesoras tuvieron que inventarse una excusa para no contarles la verdad a los niños”, explicaba a este diario uno de los padres, Riccardo, contrariado por una “discriminación” que ni siquiera tenía en cuenta que muchos niños ni siquiera son italianos.
Cuando se enteraron de ello, desde el Ayuntamiento de Barcelona aseguraron que fue un error por exceso de celo de los gestores del equipamiento. “Este miércoles llegó una carta del polideportivo reconociéndolo y pidiendo disculpas”, explica este padre. Por ahora, el colegio mantiene su actividad con normalidad y sólo envió una circular a las familias recomendando que se quedaran esta semana en casa si habían viajado recientemente a las regiones más afectadas de su país: Lombardía, Piemonte, Veneto y Emilia Romagna. La del 17 de febrero fue semana blanca en el centro, por lo que algunas familias aprovecharon los muchos y baratos vuelos a Italia (31 destinaciones entre Vueling y Ryanair) para pasar allí unos días.
Sin ir al trabajo tras volver de Italia
La medida adoptada por el colegio italiano va más allá de lo que establece el protocolo del Ministerio de Sanidad, que no recomienda a la población que proceda del norte de Italia abstenerse de ir a trabajar o a la escuela, sino únicamente llamar a los teléfonos de asistencia médica para que les hagan un primer cribado si presentan algunos síntomas. Aún así, este centro no es el único que ha aplicado exceso de celo frente al virus. A Elda, que pide no aparecer con su nombre real, su empresa en Barcelona le pidió que no fuera a la oficina esta semana por haber estado de vacaciones en el Veneto.
“En el ambulatorio ya me han dicho que si no tengo ningún síntoma puedo ir al trabajo, pero en la empresa me han dicho que no vuelva… La verdad es que me encuentro bien”, expresa esta mujer, de 30 años. Tampoco le parece mal la medida. “No me parece del todo mal si con esta prevención se consigue eliminar la epidemia”, razona, y añade que no está angustiada por si, caso poco probable, hubiese contraído la enfermedad. “Es muy dura para los que tienen problemas de salud, pero los demás la podemos superar bien; hemos creado un demasiado terror psicológico”, zanja.
De forma parecida se expresa la Cónsul, que defiende que la situación en Italia no está descontrolada y que, pese al alto número de contagios, solo unos pocos municipios están realmente afectados. “A día de hoy el mensaje es que se puede viajar a Italia con tranquilidad”, asegura, aunque el Ministerio de Sanidad haya incluido las regiones del norte entre las zonas a las que desaconseja ir.