Hay pocas personas en Catalunya que, sin haber ejercido cargos públicos de relevancia, hayan tenido tanta influencia en el independentismo como Jordi Sànchez (Barcelona, 1964). Fue encarcelado en septiembre de 2017 como presidente de la ANC, fundó Junts desde la prisión junto a Carles Puigdemont y salió indultado en junio de 2021, ejerciendo como secretario general de ese mismo partido. En junio pasado abandonó el cargo y dio relevo al tándem de Laura Borràs y Jordi Turull.
Ahora, retirado de la primera línea política, es muy crítico con las medidas que ha tomado el Gobierno sobre su condena, primero en forma de indulto y ahora con una modificación del Código Penal que podría beneficiarle. Sin embargo, él desconfía de las supuestas mejoras y considera que es una jugada con la que el Gobierno pretende reemprender la pugna por la extradición de Puigdemont. Por eso mismo, acusa a Esquerra de acordar y celebrar la reforma. “ERC ha sido utilizada de una forma muy hábil por Pedro Sánchez, sin obtener ninguno de los grandes éxitos que esperaba”, asegura.
Esta semana el independentismo volvió a intentar realizar un acto conjunto, y de nuevo la imagen fue la pitada a Junqueras. ¿Qué opina de estos abucheos?
La tensión política y la bronca está acompañando la vida política, no solo al independentismo, sino de manera generalizada. Lo que pasó en Montjuïc no es ajeno a lo que pasa en otras movilizaciones. Evidentemente, que te insulten o te digan cosas como “estás mejor en prisión” no gustan, y duelen, y creo que incluso las personas que lo han dicho, si se ponen a pensar un momento, se darán cuenta de la bestialidad que eso representa, no ya a nivel político, sino a nivel humano. Dicho esto, es la expresión de una situación de enfado y desorientación de una parte del independentismo y de desafecto a algunos dirigentes.
Usted compartió prisión con Oriol Junqueras, ¿qué siente cuando escucha a un independentista deseándole prisión a otro?
No me pongo como ejemplo de nada, pero es que yo en las redes también he sido objeto de insultos por parte de un sector que probablemente es el mismo que gritó a Junqueras. A mí no me provoca ninguna herida personal, porque entiendo que es fruto de un malestar, pero sí me duele cuando veo que va dirigido a alguien a quien le puede hacer daño.
¿Cree que hacen daño al independentismo?
Seguro. Hacen daño a la política. Y creo que de eso debemos ser muy conscientes. El independentismo no deja de ser una expresión política y tiene los mismos riesgos que el resto. Nadie está libre hoy de corrientes o expresiones populistas.
La concentración de ayer era para decir que el procés no había terminado. Y precisamente uno de los que dijo que había terminado fue usted, en un tuit el día que Junts salió del Govern. ¿Lo mantiene?
Lo que no ha acabado es el conflicto político, porque no se ha resuelto. Lo que no ha acabado es la aspiración de una parte del pueblo de Catalunya de ejercer la autodeterminación. Por lo tanto, cuando el ministro Bolaños dice que el conflicto se ha acabado y me pone a mí como fuente de autoridad, está haciendo trampa, porque yo ni he renunciado, ni abandono ni dejaré de trabajar por la independencia.
Cuando yo dije que el procés se había acabado, me refería a un periodo con unas características muy concretas, donde se combinó una gran movilización ciudadana, casi permanente, que generó una capacidad de atracción a los partidos que hizo que estos trabajaran bajo una unidad estratégica. En el momento en que la intensidad de la movilización se frena, cosa lógica porque no hay ninguna causa que pueda sostener ese nivel de intensidad durante más de una década, y se constata que no hay estrategia compartida de los partidos, eso que definimos como procés ha agotado su recorrido.
Hay, por tanto, un cambio de etapa. ¿Es a mejor o a peor para el independentismo?
A peor.
¿Cree que Junts se equivocó saliendo del Govern?
Junts hizo una consulta a los afiliados y así lo decidió. Es conocido que no era mi posición. Y, de hecho, más de un 40% de los afiliados de Junts creía que debía continuar en el Govern. Pero ese debate ya se tuvo y creo que ahora lo que se debe hacer es trabajar en coherencia con el nuevo rol que tiene Junts fuera del Govern. A mí no me gusta mirar a lo que pudo ser y no fue.
Pero usted vincula el fin del procés, que dice que es malo para el independentismo, a la salida de Junts del Govern.
Lo que es malo para el independentismo es la falta de visión estratégica compartida. Nosotros como independentistas, e incluso diría que el conjunto de los partidarios del derecho a decidir, hemos tenido momentos de mucha fuerza, pero sólo cuando hemos tenido una estrategia compartida y una acción política de mínimos acordada. En el momento que eso se agrieta, por ambiciones personales, intereses partidistas y errores políticos, se degrada la unidad de acción. Y es ahí donde se inscribe la salida de Junts del Govern.
Habla de ambiciones personales e intereses partidistas. ¿De quién?
Uno de los problemas graves es que quien debería liderar el independentismo desde las instituciones, que es ERC, no ha sabido gestionar la carrera de relevos. No ha cooperado con el resto de fuerzas independentistas y no ha digerido bien su posición de liderazgo. No ha tenido ninguna voluntad de abordar con el resto de fuerzas las mínimas reglas estratégicas para poder avanzar. Se ha erigido como interlocutor único y opaco con el Estado español y ha querido aparentar ser el alumno más aplicado. Ha menospreciado el valor de la unidad estratégica y al resto de personas del campo independentista y ha impuesto su estrategia. Y, finalmente, ha sido utilizada de una forma muy hábil por Pedro Sánchez, sin obtener ninguno de los grandes éxitos que esperaba.
No pediré una revisión de la condena para que dentro de unos años España pueda decir en Estrasburgo que ya no soy víctima
¿Entonces ERC debía haber sacrificado su estrategia para mantener la unidad con el resto del independentismo?
Debería haber sido consciente de que tenía 33 diputados, no 51 ni 68. Y que ERC sola tenía el peso que tenía, superior a Junts o a la CUP, y nadie se lo cuestiona. Pero incluso cuando se tiene mayoría absoluta, es bueno que quien gobierna sepa que tiene la mayoría absoluta, pero no la verdad absoluta. Y que en una sociedad tan líquida es necesario buscar acuerdos, para lo que siempre tendrás que renunciar a una parte de tu mirada y tratar de seducir al otro. ERC lo que ha hecho es lo contrario, con un doble error: no buscar el mínimo común y, lo que es más grave, incumplir con la praxis un acuerdo firmado.
Usted fue uno de los impulsores del pacto que inviste a Pere Aragonès. ¿Considera que se estaba incumpliendo?
Creo que era un buen pacto, que, más allá de repartir carteras de manera beneficiosa para Junts, daba una oportunidad al independentismo de buscar una salida en un momento confuso, que permitía cooperar con cierta lealtad. He visto con mucha decepción e impotencia cómo, sistemáticamente, desde ERC se impedía de manera muy evidente que parte de esos acuerdos se pudieran llevar a la práctica. Ha habido personas de ERC que no querían el acuerdo que firmamos con el president Aragonès y desde el minuto cero han estado trabajando incansablemente para dar razones a Junts para salir del Govern.
Usted es uno de los condenados que no han pedido la revisión de pena tras los cambios del Código Penal. ¿Por qué?
Porque mi objetivo es llegar al corazón de Europa, al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Pero esta situación nueva abre la puerta para que la Abogacía del Estado argumente que hemos perdido la condición de víctima y yo tengo muy claro que no colaboraré con nada que me pueda desproteger del amparo europeo, que creo que es lo único que, moralmente, puede restituir los daños que el reino de España me ha causado. Tampoco me presenté a todas las derivadas procesales alrededor de los indultos: no sólo no pedí el indulto, sino que, expresamente, prohibí que cualquier persona o entidad presentara uno en mi nombre. Lo que no haré, ahora que se ha producido un cambio del Código Penal, es pedir activamente una revisión de la condena para que dentro de unos años España pueda decir en Estrasburgo que ya no soy víctima y que yo he pedido activamente esta nueva situación.
¿Cree que el Gobierno estaba pensando en esto cuando aceptó este cambio del Código Penal?
No dudo que Pedro Sánchez quiera desinflamar Catalunya, pero sí creo firmemente que los indultos responden a un momento muy complicado. El Consejo de Europa tenía una posición muy clara y lo demostró con un documento muy duro contra el reino de España, Turquía y Polonia, en el que eran calificados como sistemas que violentan los Derechos Humanos. Creo que, como mínimo, los indultos se aceleraron para responder a la demanda del Consejo de Europa. Pero, además, hay otra cosa a tener en cuenta. Cuando alguien está en la cárcel, cualquier demanda que eleva al TEDH tiene prioridad absoluta. En el momento en el que perdemos la condición de presos, la velocidad del TEDH se reduce en seco y pasas a la cola, junto a cualquier otra de las decenas de miles de demandas que reciben al año. Este cálculo también benefició directamente al Gobierno español.
Sobre la reforma del Código Penal, recuerdo que Miquel Iceta, en diciembre de 2017, durante la campaña para las elecciones al Parlament convocadas bajo el 155, ya dijo que había que reformar el Código Penal. Es una necesidad que tiene el PSOE desde hace mucho tiempo para quedar bien ante Europa. Porque la reforma no beneficia en nada a las víctimas del 1-O. Es positivo porque acaba con un delito esotérico, pero mantiene otras causas abiertas de la mano de la malversación y habrá un intento claro por parte de la Abogacía y la Fiscalía de reconducir la sedición hacia los desordenes públicos agravados.
¿No cree que eliminar la sedición es, en muchos casos como el suyo, muy beneficioso? Era el delito más penado y usted no tiene condena por malversación.
Veremos cómo acaba, porque la Abogacía del Estado todavía no ha dicho nada sobre nuestro caso. De momento, tengo una condena de cárcel extinguida a través del indulto y veremos cómo queda tras la revisión del Tribunal Supremo. Yo veo una paradoja: esta operación habrá abierto la puerta, como no se cansa de repetir el Gobierno, a la extradición de personas como el president Puigdemont que hasta ahora la justicia europea no había concedido. ¿Se puede definir como buena causa eliminar los delitos de todos los represaliados por el 1-O y eliminar el delito de sedición si, como consecuencia, hay personas que pueden ser extraditadas por el reino de España? Para mí es muy difícil quedarme con las consecuencias beneficiosas y no desconfiar de la reforma del Código Penal cuando veo la satisfacción del juez Llarena.
La idea de que puede perjudicar a Puigdemont, ¿no choca con el relato de que a él no se le extraditaba porque Europa consideraba que en España no tendría garantizados sus derechos?
No, no, yo no he dicho nunca esto. Los jueces de Alemania fueron muy claros, no permiten la extradición por sedición, pero sí por malversación, y es el Supremo quien lo rechaza entonces. Por eso hay una sospecha de a ver si la reforma del Código Penal no acaba siendo la vía útil para acelerar un procedimiento nuevo de extradición. Había otras maneras de hacerlo y no se hicieron, como era ver qué papel tenían la Fiscalía y la Abogacía del Estado en temas como la malversación. Para mí no hay sorpresa en ver cómo la Abogacía del Estado mantiene las mismas tesis que Llarena: es decir, que el Gobierno tiene la misma visión que el Supremo.
¿Cree que el Gobierno ha engañado a ERC con la reforma del Código Penal?
Yo no sé si le ha engañado, no he participado de las conversaciones, pero tengo la sensación de que, con la reforma del Código Penal, ERC ha contribuido de forma inconsciente a que el reino de España salga de un laberinto judicial en el que estaba atrapado, y que dificultaba conseguir su obsesión principal, que es castigar el 1-O y conseguir la extradición del president Puigdemont. Probablemente ERC habrá sido la pieza indispensable para encontrar la salida al laberinto en el que la Fiscalía, el Gobierno español y el Tribunal Supremo se habían metido.
Una de las cosas que pide Puigdemont es conocer el contenido del acuerdo.
Es que una de las cosas que ha hecho mal ERC es la opacidad en la que ha mantenido los contactos con el Gobierno español. Repito, opacidad, porque una cosa es la discreción y otra la opacidad. Ni yo como secretario general de Junts ni el president Puigdemont ni nadie en ningún momento hemos sido informados de las conversaciones de ERC con el Gobierno. Y eso es porque se ha intentado aplicar la estrategia de 'yo negociaré, yo me llevaré los triunfos'.
¿Junts debe arrimar el hombro para aprobar los Presupuestos?
No. ERC debe arrimar el hombro para negociar con el criterio oportuno la aprobación de los Presupuestos en el Parlament de Catalunya.
Están negociando mucho. Con PSC mucho y con Junts un poco también.
Hacer reuniones y encuentros no es negociar. ERC debe decidir qué quiere. Si ERC quiere tener Presupuestos de verdad o utilizarlos para hacer relato político y para hacer victimismo y hacer que ellos son los únicos que defienden el interés general… Quien debe arremangarse para lograr unos Presupuestos es ERC. Y un consejo, si llego a tiempo, que no lo sé: yo no dejaría en manos de Oriol Junqueras el tema de los Presupuestos.
Aragonès, si quiere, que lidere y cierre este tema, y que se cuadre con Oriol Junqueras, porque Junqueras no tiene mucho interés, tengo la impresión, en que el president pueda tener la llave de la convocatoria electoral hasta 2025. Si hay Presupuestos, todo el mundo sabe que Aragonès podrá aguantar si quiere hasta el fin de la legislatura, si hace falta con una prórroga presupuestaria en 2024. Si no hay Presupuestos creo que no es difícil ponernos de acuerdo en que la situación de un Govern con 33 diputados es muy insostenible a lo largo de dos años y medio.
No creo que Laura Borràs sea tan estúpida como para decir que su causa es exactamente igual que la del 1-O
La presidenta de su partido, Laura Borràs, iguala la causa de sus contratos con la suya por el 1-O. ¿Qué piensa usted cuando escucha esto?
Ella dijo que nunca había dicho eso. No creo que sea tan estúpida como para decir que su causa es exactamente igual que la del 1-O. Creo que aquí hay mucha utilización comunicativa. Ella sabe que no es esto.
¿Ella es una víctima de la represión por ser independentista?
Ella dice que sí.
Ya sé lo que dice ella.
(Silencio)
Usted no firmó el manifiesto de apoyo a Borràs. ¿Por qué?
Porque creí que había algunos aspectos que no eran suficientemente… o que no se ajustaban… No creí conveniente firmarlo.
¿Alguno en concreto?
Ahora no lo recuerdo, debería recuperarlo, pero siempre he entendido que la política va más allá de los aspectos personales. Todo el mundo debe entender cuando su posición suma a un proyecto colectivo o cuando su posición y sus argumentos frenan un proyecto colectivo.
¿Es este el caso de Borràs? ¿Debería dar un paso al lado?
Yo lo que digo es que personas con mucho peso político, en momentos determinados y con muchas dificultades, asumieron dar pasos al lado para no deteriorar una estrategia o un proyecto colectivo y ya está. Que cada uno saque sus conclusiones. Dicho esto, creo que Laura Borràs tiene todo el derecho a la presunción de inocencia y en el juicio ella ha dicho, y yo me la creo, que habrá sorpresas, que habrá datos y hechos que demostrarán que no hay ninguna situación irregular, ya no digo delito, y que, por lo tanto, será absuelta. Lo que debe pasar es que se la absuelva y este tema lo archivemos de una vez por todas.
Usted no está condenado por malversación. Podría ocurrir que su inhabilitación termine pronto. ¿Descarta volver a tener un cargo público? ¿Le apetecería?
Cargo público yo solo he tenido el de diputado, en la cárcel. No me he movido nunca por tener un cargo público. Desde los 18 años que entré en el activismo social he estado haciendo política. Me considero un animal político y creo que estoy haciendo política en otro escenario. No digo que no lo haré nunca, pero no es lo que ahora mismo me mueve. De hecho dejé la secretaría general de Junts muy consciente de por qué la dejaba. No me presenté a la reelección porque consideré que la etapa en la que yo podía hacer algún servicio acabó y creo que ya no puedo aportar nada relevante desde una posición preeminente. Por lo tanto, decido apartarme de las primeras líneas y sigo trabajando desde la reserva.