El movimiento estudiantil ‘End Fossil Occupy!’ ha dado el pistoletazo de salida a sus acciones en España con una ocupación en la facultad Central de la Universitat de Barcelona (UB). Este grupo de jóvenes activistas climáticos, con representación en ciudades de todo el mundo, llama a tomar los centros educativos y universitarios para reclamar el fin de la dependencia de los combustibles fósiles.
Un grupo de jóvenes ha accedido al recinto de la UB con tiendas y durante la acción tres activistas se han encadenado en las escaleras que conducen al rectorado. Otros seis han irrumpido en la estancia para ocuparla hasta que el rector conceda una reunión a los manifestantes. Y es que entre sus principales reclamaciones se encuentra que las universidades se desvinculen de las empresas energéticas de combustibles fósiles, de los bancos que las financian y que se instaure una asignatura de crisis climática que sea transversal para todos los grados universitarios. Si los activistas barceloneses han escogido la UB no es casual: es porque cuenta con la Cátedra Repsol de Transición Energética, un ejemplo de lo que piden eliminar.
“Necesitamos que los centros educativos estén a la altura y tomen partido. Las universidades tienen una actitud pasiva al permitir que estas empresas entren en las universidades y influyan en nuestra educación. Sobre todo, cuando no contamos con ninguna asignatura ecosocial que pueda concienciar sobre la situación actual”, explica Sara Santana, una de las portavoces del núcleo barcelonés de 'End Fossil Occupy!'.
“No nos iremos de aquí hasta que tengamos un compromiso firme de que lo que pedimos se cumpla, que no es más de lo que el planeta necesita”, añade Santana. Con esta acción, los jóvenes activistas critican el llamado 'Academicwashing'; es decir, la práctica por la cual algunas empresas financian cátedras universitarias sobre energías renovables, mientras siguen teniendo actividades contaminantes. “Necesitamos un cambio de modelo completo. No se trata solo de apostar por las energías renovables, sino entender que tenemos que producir menos energía y recursos”, dice Lucía, estudiante predoctoral y profesora de antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona.
Lucía se considera activista por el decrecimiento y, como estudiante y docente, cree que es muy importante apoyar estos movimientos para “desvincular la educación pública de las empresas y bancos fósiles. Todos y todas nos merecemos una formación de calidad y que no esté sujeta a presiones”, añade. Desde la acampada se hará llegar una carta al rectorado, explicando los objetivos de esta acción, que además de Barcelona, ocupará este miércoles en Madrid la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense. Y planea otras ocupaciones en universidades de Asturias, Galicia y Andalucía, según sus impulsores.
Por su parte, el rectorado de la UB ha enviado un comunicado la tarde del miércoles a las 18:30h en el que aseguraba que “hoy mismo” se reuniría con los estudiantes para “escuchar sus planteamientos y abrir, si se considera oportuno, un proceso de diálogo”. Aun así, desde la rectoría se ha pedido a los manifestantes que “no condicionen el proceso de negociación a la continuidad de la acción”, ya que, según aseguran, la campada “genera unos costes económicos y personales para la institución [UB] y entorpece el trabajo de sus integrantes, incluida aquella que, de manera prioritaria, se está llevando a cabo para hacer frente al reto compartido de la sostenibilidad y la emergencia climática”.
Recuperando el ritmo tras la pandemia
Julen es uno de los jóvenes que ha ocupado la UB esta mañana. Tiene 24 años y estudió relaciones internacionales en la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Ya ha dejado las aulas atrás, pero ha sentido la necesidad de unirse a esta ocupación porque “estamos ante un problema más grande que cualquiera de nosotros y no estamos avisando de algo que pasará, sino de algo que ya está pasando”, dice el joven.
El cambio climático es algo que inquieta a muchos de los presentes, que reconocen padecer de ansiedad climática. “Lo que le pasa al planeta se basa en una crisis transversal y, por eso, la preocupación está presente en todo lo que hacemos”, explica Julen, que asegura que cuando va al mercado, no hace sólo la compra, sino que también se preocupa por la contaminación por plásticos o por las macrogranjas. “Unirte a estos movimientos es terapéutico, sobre todo después de la pandemia, cuando muchos activistas se desvincularon y fue difícil organizarse”, apunta el joven.
En la ocupación de la Universitat de Barcelona se han congregado, en el momento de máxima afluencia, unas cuarenta personas. Desde la organización no se muestran preocupados tanto por la cifra de asistentes, sino por el resultado que puedan conseguir. Aunque sí reconocen que la asistencia no tiene nada que ver con grandes manifestaciones por el clima como las que protagonizaba Fridays For Future antes de la pandemia. “Hay personas que han estado muy concienciadas y que han visto que no se ha llegado a nada. Están muy quemadas y desgastadas. Además, también hay gente que quieren movilizarse pero no les da el tiempo o los recursos, porque estamos pasando por una crisis muy difícil”, explica Santana.
Este contexto, al que se debe sumar el “aislamiento social que vivimos durante la pandemia”, ha hecho que mucha gente se desvinculara del activismo, pero desde 'End Fossil Occupy!' no creen que movilizar a la gente vaya a ser un problema. “Cada día que pasa vemos más muestras de que tenemos que actuar ya y llevar a cabo acciones de disrupción”, afirma Santana. “Además, los jóvenes tenemos muchas ganas de juntarnos y de hacer cosas juntos para poder sobrellevar la incerteza laboral, económica y ecológica que tenemos encima”, reconoce Julen.
La actividad de ‘End Fossil Occupy!’ es muy reciente. En Barcelona crearon el grupo a finales de mayo y trataron de llevar a cabo alguna ocupación en verano, pero finalmente lo aplazaron para este otoño, relata Sara Santana. “Vemos nuestras expectativas de futuro reducidas a la única preocupación de cómo sobreviviremos mañana. De hecho, no nos sorprende que estudios recientes sitúen la crisis climática como una de las principales preocupaciones de los jóvenes”, señala el movimiento en el manifiesto que acompaña su acción. El texto hace una larga referencia a la actual situación económica y energética derivada de la guerra de Ucrania y de la inflación, pero sobre todo, según estos estudiantes, de la “crisis estructural producida por una economía basada en el uso de combustibles fósiles”.