El titular del Juzgado de Instrucción 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, ha rechazado amnistiar a los investigados del 'caso Volhov' e inadmite las recusaciones presentadas por el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont y por el jefe de su oficina Josep Lluís Alay, entre otros, para apartarlo de esta causa, en la que se investigan la presunta trama rusa del 'procés'.
En uno de los cuatro autos consultados por Europa Press, el juez se niega a amnistiar los hechos objeto de investigación que dieron lugar a la primera pieza, en que se incoaron diligencias por “la concesión presuntamente irregular de subvenciones públicas otorgadas por el Departamento de Relaciones Internacionales de la Diputación de Barcelona (DIBA)”.
Aguirre sostiene que en la investigación han ido apareciendo indicios de prevaricación, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias, que “dieron lugar a la apertura de diferentes piezas separadas”, entre ellas a la pieza separada número 2, bautizada como 'Volhov'.
En esta segunda pieza separada, en la que se investiga, entre otros, al empresario y exdirigente de ERC, Xavier Vendrell, el juez asegura que se produjeron presuntos desvíos de dinero público mediante concesiones de subvenciones irregulares a entidades deportivas.
Las defensas, prosigue, no han demostrado “qué operaciones de malversación han realizado [los acusados] y han servido para financiar el 'procès', qué cantidades utilizaron, a quién las dieron o de quiénes las obtuvieron”, por lo que a su juicio tampoco serían hechos amnistiables.
En 2020 Aguirre abrió otra pieza separada, CATmón-Igman, en la que se amplió la investigación sobre a subvenciones concedidas y tramitadas, presuntamente de forma irregular, también por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya a la Fundació CATmón y a la Asociació Acció Solidaria Igman.
En el transcurso de la instrucción de la pieza CATmón-Igman se evidencia, según el instructor, que “algunos de los investigados utilizaron el dinero recibido por la concesión de subvenciones, presuntamente irregulares, mediante su extracción en efectivo y sin que haya podido acreditarse el fin último de dichas retiradas de dinero”, por lo que estas conductas tampoco quedarían amparada bajo la ley de amnistía. En este caso, “no existe el menor asomo de que tengan relación con el fomento del independentismo catalán, con el proceso independentista”, defiende Aguirre.
Por último, en junio de este año Aguirre abrió una nueva pieza por la presunta injerencia rusa, con la ley de amnistía ya en vigor, en la que señalaba a los expresidentes de la Generalitat Puigdemont y Artur Mas, entre otros, de delitos de alta traición y malversación
El juez rechaza apartarse
Sobre la solicitud del abogado de Josep Lluís Alay, Gonzalo Boye, que interpuso un incidente de recusación contra el instructor alegando que Aguirre tiene “interés directo o indirecto en esta causa” y al que acusa, textualmente, de una absoluta falta de imparcialidad, el juez se opone a apartarse.
Boye pedía su recusación haciendo referencia a las manifestaciones recogidas en el auto del 21 de junio por la que pedía incoar una pieza separada de la injerencia rusa, pero también a una conversación que presuntamente Aguirre mantuvo en el ámbito privado y de la que se hicieron eco los medios de comunicación, así como por sus declaraciones en la televisión pública alemana y por las manifestaciones que hizo durante el interrogatorio a Vendrell.
El juez recuerda que ha denunciado ante la policía la divulgación de una conversación privada como una interceptación ilegal y una manipulación.
Además, señala que, el hecho de que se presentaran dos recusaciones en un breve lapso de tiempo (una por la pieza CATmón y otra por la injerencia rusa) revela “la utilización de un instrumento legal para apartar de un caso al juez predeterminado por la ley debido a que este juez está llevando a cabo una instrucción que no es del interés del recusante. Por lo tanto, existe un fraude de ley”.
Aguirre rechaza apartarse argumentando que la recusación se fundamenta en unas presuntas declaraciones “realizadas en el ámbito privado, que han llegado a manos de un medio de comunicación por cauces desconocidos y presuntamente ilícitos”.
Explica que esas declaraciones se hicieron públicas 6 meses después “de la fecha en la que se dice que se realizaron” coincidiendo con la desestimación de la primera recusación y justo después de haberse abierto la pieza Separada Injerencia Rusa.