Víctor G.T. acosó y amenazó a Paula Bonet porque sufre una enfermedad psiquiátrica. Así lo ha concluido la jueza de Barcelona que ha condenado al joven por tres delitos –amenazas, acoso y quebrantamiento de la medida cautelar que le prohibía acercarse a la ilustradora y escritora– pero le ha aplicado la eximente de trastorno mental. El condenado cumplirá, como máximo, tres años y tres meses internado en un centro psiquiátrico y no tendrá que ingresar en prisión, donde sí estuvo de forma preventiva durante ocho meses antes del juicio.
“Hoy veo la luz”, ha dicho en Twitter Bonet. La sentencia, a la que ha tenido acceso elDiario.es, zanja en favor de la defensa de Víctor G.T. el debate suscitado en el juicio. Todas las partes coincidían en que el joven acosó durante tres años a la artista. La diferencia era que para las acusaciones lo hizo de forma plenamente consciente, mientras que la defensa lo achacaba a un trastorno psiquiátrico que impide a Víctor G.T. obrar con raciocinio, con lo que, a su juicio, no se le podían imponer penas de cárcel.
La magistrada concluye que Víctor G.T padece “un trastorno patológico, una enfermedad mental diagnosticada como delirio erotomaníaco que condiciona por completo su voluntad”. Se trata de un trastorno mental inusual basado en los delirios del paciente al creer que otra persona está enamorada de él. El joven acosaba a Paula Bonet porque “vivía una realidad paralela que invadía su pensamiento y su comportamiento hasta límites irracionales”, según la sentencia, lo que le hacía imposible “actuar de acuerdo con una comprensión normal”.
La enfermedad de Víctor G.T., agrega la jueza, “no tiene cura y puede encontrarse controlada mediante el oportuno tratamiento y medicación”. La Fiscalía y la acusación particular de Bonet, que ejerce la letrada Carla Vall, habían pedido desestimar la tesis del trastorno psiquiátrico. Ahora pueden recurrir la sentencia.
El fallo impone la prohibición al condenado de acercarse o comunicarse con la artista durante diez años, pero rechaza las penas de cárcel –tres y cuatro años– solicitadas por las acusaciones al decantarse por el internamiento psiquiátrico. La sentencia rebaja las indemnizaciones solicitadas por daños morales y asistencia psicológica –10.000 y 15.000 euros– hasta los 3.940 euros.
Fuentes de la defensa del condenado, que ejerce el letrado Sergi Mercé, alegan que posiblemente Víctor G.T. no tendrá que cumplir el plazo máxima de internamiento al ya haber iniciado un tratamiento para su enfermedad. “No se trata de una pena, sino de una medida de seguridad cuyo objetivo es el tratamiento del trastorno”, agregan desde la defensa. En el juicio, Víctor G.T., además de alegar el trastorno mental, se puso al mismo nivel artístico que Bonet pese a no tener obra conocida y tildó de “sarcasmo” las amenazas que envió por redes sociales a la ilustradora. El final de la vista oral sirvió para que otras mujeres revelaran que habían sufrido acoso por parte de Víctor G.T.
Acoso probado, pero debido al trastorno
Los hechos probados de la sentencia son claros al describir la espiral de acoso que Víctor G.T cometió contra Bonet. Empezó en julio de 2019, cuando Víctor G.T. empezó a acechar a Bonet acudiendo al local donde trabajaba e impartía clases de cerámica y pintura. En paralelo al acoso físico en su lugar de trabajo, el condenado también hostigó a Bonet en eventos y actos públicos como presentaciones de libros o exposiciones y a través de correos electrónicos y mensajes por las redes sociales.
Durante varios meses, abunda la sentencia, Víctor G.T regresó al taller de Bonet hasta el punto de que un día golpeó el cristal del establecimiento y levantó y bajó la persiana mientras preguntaba y miraba a la artista. Pasó delante del taller toda la mañana y no se marchó hasta que los Mossos d'Esquadra le convencieron para que lo hiciera.
En un hilo de mensajes en Twitter dirigido a Bonet durante el confinamiento, que le valió su primera orden de alejamiento, el condenado escribió: “Más te vale no volver a pisar mi ciudad porque como me cruce contigo voy a estrangularte y descuartizarte para complacer a todos los miserables vagabundos que habitan las calles de Barcelona. Verás qué festín, dejaré los ojos para lo último y me guardaré los pezones en una fiambrera para mi propio disfrute […] Si lo prefieres puedes suplicar clemencia a este violador, torturador y psicópata; solamente serás violada hasta tener tu tercer y último aborto tras padecer una paliza eterna”.
Una vez alzadas las restricciones por la pandemia, Víctor G.T., dejó varios objetos en el taller de la artista, entre los que destacan un bloc de notas con poemas, una foto del propio acusado y un sobre que llevaba escrito su nombre y la expresión “el violador”, que en su interior contenía un muñeco de plástico en forma de anguila cortado en trocitos, en alusión a uno de los proyectos artísticos de Bonet.
El acoso continuaría hasta 2021. Cuando Víctor G.T. ya tenía una orden de alejamiento, “con plena voluntad de desobedecerla”, remarca la jueza, se presentó en el taller de Bonet, preguntó “insistentemente” por ella, llamó varias veces a la puerta para darle un ramo de flores, y se negó a irse pese a las llamadas que la artista y sus alumnas hicieron a la policía. Sobre la una de la madrugada, Bonet, que se había quedado a dormir en el taller por miedo a salir y toparse con su acosador, pudo escuchar como él “gritaba desde la calle y trataba de asomarse agarrándose las manos entre las rejas” del local, teniendo que llamar de nuevo a los Mossos.
La magistrada concluye que a consecuencia de la presión ejercida por “la continua presencia” de su acosador y el temor a que pudiera atentar contra su integridad física, Bonet “vio alterada no solo su estabilidad emocional, sino su actividad laboral como la realización de sus talleres, y el trabajo con sus alumnas”, viéndose obligada a anular algunos eventos públicos y cambiar de taller y de medios de transporte.
¿Por qué no se le imponen penas de cárcel? La respuesta está en el denominado “trastorno erotomaníaco” alegado por la defensa de Víctor G.T. en base a un informe de dos psicólogas. La forense del juzgado había restado credibilidad al informe de la defensa, al concluir que el acusado tenía las “facultades conservadas”. Sí había detectado una personalidad “inconsciente, irresponsable e intransigente” en el acusado, además de indicadores de consumo de sustancias psicotóxicas e “ideación atípica o deliroide”.
La jueza resuelve que ambos informes no son “incompatibles”, y se decanta por el de la defensa, que presentó al acusado como un hombre con una “completa distorsión del pensamiento que le impide discernir lo que es real de lo que no” en su “relación” con la artista, además de tener “dificultades para controlar su conducta”. En suma, un informe plenamente exculpatorio que ha salvado al acusado de la cárcel. Lo que sí fue plenamente real fue el acoso al que sometió a Paula Bonet.