La portada de mañana
Acceder
Feijóo y Ayuso, aliados contra el fiscal general
EXCLUSIVA | 88 millones de RTVE para el cine español
OPINIÓN | 'Lo diga el porquero o el rey', por Elisa Beni

La jueza procesa a Dani Alves por agresión sexual y le impone una fianza de 150.000 euros

La jueza que investiga a Dani Alves ha decidido procesar al futbolista por un delito de agresión sexual a una joven ocurrido presuntamente la madrugada del pasado 31 de diciembre en la discoteca Sutton de Barcelona y le ha impuesto una fianza de 150.000 euros. La magistrada ha fijado para este miércoles la declaración indagatoria –el trámite preceptivo tras el procesamiento– del futbolista. El siguiente paso será, en unas semanas, que las acusaciones concreten unas peticiones de pena que podrían rondar los diez años de cárcel. 

En un auto, de cuatro páginas, la magistrada cierra la instrucción del caso y constata que existen indicios suficientes para que el jugador vaya a juicio. La decisión judicial era la esperada toda vez que tanto la jueza como la Audiencia de Barcelona ya rechazaron hace unas semanas excarcelar al futbolista, que permanece en prisión provisional desde el pasado 20 de enero.

La fianza de 150.000 euros responde a las eventuales indemnizaciones que Alves tenga que afrontar en caso de ser condenado y no es una cantidad para eludir la cárcel, ya que la magistrada también acuerda mantener la prisión preventiva del futbolista.

Alves afrontará su juicio con un reguero de “indicios fundados” en su contra, según dejó escrito la Audiencia de Barcelona. Por contra el futbolista mantiene, tras varios cambios de versión, que se trató de relaciones sexuales consentidas. El juicio servirá para determinar si se confirman los indicios o no hay suficientes pruebas para condenar al jugador.

En su resolución de este lunes, la jueza considera que existen “indicios racionales suficientes para suponer” que la madrugada del 31 de diciembre, Alves violó “de manera violenta” a la joven en el baño del reservado de la discoteca.

La joven entró en Sutton con una prima y una amiga y accedieron a la zona VIP. Allí se les acercó un camarero y les dijo a las tres que había “un chico que les quería invitar”, recoge la jueza en su auto. Las tres se cambiaron de mesa y se sentaron en una donde estaban Alves y un amigo. El futbolista se habría presentado a las jóvenes como “Dani, jugador de petanca de L'Hospitalet”.

A renglón seguido, ahonda la magistrada, Alves empezó a “tontear” con las tres chicas y les invitó a una copa de cava. Luego empezó a bailar con la denunciante –que no sabía que se trataba de un futbolista conocido. En dos ocasiones, indica la jueza, Alves “cogió la mano” de la joven “y se la puso en su pene”. La denunciante retiró la mano de inmediato en ambos casos.

Después Alves “llamó” a la joven para que acudiera al baño exclusivo de la mesa VIP que ocupaban. Fue entonces cuando presuntamente ocurrió la violación. La jueza destaca que la denunciante no sabía que entraba en un baño. Una vez dentro, expone la jueza, Alves “tiró con fuerza de ella hacia su cuerpo, haciendo caso omiso” a la petición de la joven para que parara.

Además de obligarle a mantener relaciones sexuales sin su consentimiento, la magistrada indica que Alves tiró al suelo a la joven y le pegó varias bofetadas en la cara después de “no conseguir” que la denunciante le hiciera una felación. El futbolista también habría impedido a la joven salir del baño y decidió abandonar en primer lugar el cubículo, sin volverse a dirigir a ella en ningún momento pese a que se cruzaron a la salida de la discoteca a los pocos minutos.

Cuando Alves pasó al lado de la joven “sin dirigirle palabra alguna”, reseña la magistrada, la denunciante ya estaba llorando y contándole lo ocurrido a uno de los porteros, que activó el protocolo contra las agresiones sexuales.

El juicio, pronto pero sin fecha

El futuro juicio todavía no tiene fecha, pero adelantará a otras causas al permanecer Alves en prisión preventiva. En círculos judiciales se baraja que la vista pueda celebrarse el próximo invierno. El mes concreto dependerá de si alguna de las partes recurre el auto de procesamiento. Si no lo hacen, los trámites se aceleran y a la vuelta del verano la Fiscalía y la acusación particular ya podrán presentar sus escritos de acusación. Después será el turno de la defensa.

En los casos de violencia sexual, los jueces suelen valorar tres elementos clave –la credibilidad de la versión de la víctima, la corroboración de su relato mediante otros elementos y la constatación de que no tiene motivos espurios para denunciar–.

La instrucción del caso ha constatado que la joven ha mantenido una versión clara y detallada desde el primer momento. Ante los Mossos d'Esquadra primero y la jueza después, su relato no ha incurrido en contradicciones. Para el futbolista, en cambio, la versión de la joven carece de credibilidad porque antes de lo ocurrido en el baño, alega, ambos estuvieron bailando.

Este alegato defensivo de Alves fue duramente reprochado por la Audiencia de Barcelona en su último auto contrario a dejar en libertad al futbolista. Para los jueces, todo lo ocurrido antes de la entrada en el pequeño baño de la discoteca Sutton donde presuntamente ocurrió la agresión sexual “no determina ni que la denunciante hubiera consentido la relación sexual con penetración que consta acreditada, ni que mintiera sobre la misma”, tal y como insinuaba la defensa.

Por contra, varios elementos de corroboración periférica corroboran la versión de la denunciante, si bien la defensa del futbolista mantiene que no enervan su presunción de inocencia. Las amigas y trabajadores de la discoteca Sutton de Barcelona avalaron su versión sobre lo ocurrido.

Además, los Mossos hallaron huellas de Alves y sus restos biológicos en el baño, así como su ADN en la denunciante, algo que para la defensa no rompe la versión de que se trataron de relaciones consentidas.

La defensa de Alves reiterará que las relaciones sexuales fueron consentidas y, salvo giro de estrategia, intentará minar la credibilidad de la joven –algo que por ahora no ha conseguido en ningún momento– atribuyendo motivos espurios a la denuncia. En esta estrategia hay que enmarcar la última declaración de Alves el pasado mes de abril, cuando alegó que la joven “pudo sentirse ofendida o enfadada” después de le pidiera salir “por separado” del baño y “no haber sido más atento al concluir el acto sexual”.