Junqueras tiene al alcance de la mano volver a liderar una ERC partida por la mitad
“Para la cohesión del partido tras el congreso, ha pasado casi lo peor que podía pasar”. Así razona un militante de ERC con carné desde hace más de dos décadas. A lo que se refiere es al ajustadísimo resultado que salió de la votación de este sábado, cuando el ganador, Oriol Junqueras, quedó a unos 100 votos de obtener el 50% de los apoyos, lo que hubiera evitado una segunda ronda. “Pase lo que pase [en la nueva votación], liderará ERC alguien que no ha conectado con la mitad del partido”, sostiene este afiliado veterano, que recuerda congresos funestos de su partido como el de 2008.
Junqueras consiguió este sábado imponerse como el candidato más votado y dar un golpe de autoridad frente a su principal y ahora único rival, Xavier Godàs. Pero el 48,3% de los apoyos que recabó no le salvan de la segunda votación ni tampoco de ofrecer una imagen de líder mucho menos fuerte de lo que a él mismo le gustaría proyectar.
El resultado, en crudo, es contundente: pese a que no superó la barrera del 50%, Junqueras obtuvo más apoyos que la segunda y la tercera candidatura sumadas. Por eso la gente del exlíder se ve ganadora de aquí a dos semanas, por mucho que todos sus rivales se agrupen al lado de la candidatura de Godàs.
Cuestión más delicada es la situación en la queda el partido después de un congreso que ha tensado las costuras de ERC. Aunque en su comparecencia de la noche electoral Junqueras rechazó esta lectura, la realidad es que su candidatura planteó el congreso como un plebiscito sobre su liderazgo. Y, si ha pasado el examen, ha sido por los pelos y con el riesgo de que una parte de la militancia se desentienda de la dirección entrante, aupada de nuevo por la persona que ha dirigido Esquerra durante 13 años y que ahora contaría con una ejecutiva sin contrapesos.
A preguntas de los periodistas tras conocerse los resultados, ninguno de los tres candidatos a dirigir ERC mostraron preocupación por la imagen de ruptura interna que arrojaban las cifras. Junqueras con el 48, Godàs con el 35, Solà con el 12%. Ni siquiera una suma de los dos pequeños superaría al grande, que tampoco tiene mayoría a la que agarrarse. “La militancia de ERC es muy madura”, ha tratado de templar gaitas Godàs, que ha asegurado que, de no ganar, los suyos seguirán trabajando por el partido.
Esa es la respuesta políticamente correcta, pero no la que todos los militantes de Esquerra dan en privado. “¿Merece la pena presidir un partido si por el camino lo has dejado hecho un solar?”, se pregunta un excargo del partido, muy crítico con los últimos movimientos de Junqueras. Incluso en círculos que han evitado alinearse en este congreso la sensación de pesimismo se impone ante la tarea hercúlea de volver a encajar las dos mitades que han aflorado en esta votación.
Recoser y ¿desinfectar?
Recoser se ha convertido en una palabra mantra para todos los implicados en este proceso congresual de ERC. Se pregunte a quien se pregunte, todo el mundo está de acuerdo que la primera tarea del nuevo líder debe ser forjar nuevos consensos en el seno del partido. En el primer y único debate de los aspirantes a la presidencia, todos estuvieron de acuerdo en la posibilidad de que tanto perdedores como ganadores participen en la redacción de la nueva ponencia política, que debe votarse alrededor de febrero de 2025.
Más divisivo es el esperable cambio de nombres tanto en la ejecutiva como en los cargos de visibilidad del partido, dependiendo de quién gane el próximo 14 de diciembre. En el acto de presentación de la lista de Junqueras, en septiembre pasado, el aspirante habló no solo de recoser sino también de “desinfectar heridas”. Una expresión que disgustó a sus rivales pero también a algunos de los apoyos más cercanos del exlíder, por las reminiscencias a una posible purga interna.
Por eso, tras conocerse la victoria parcial de Junqueras, han comenzado las quinielas de los cambios que podrían producirse. El político llega con un equipo que ya cuenta con cargos de visibilidad y que por tanto solo necesitaría ser revalidado. Elisenda Alamany, que sería su secretaria general en el partido, se reforzaría como cara visible de ERC en Barcelona. Y Gabriel Rufián, otro de los puntales del círculo de Junqueras, también se consolidaría en el Congreso.
El grupo en el Parlament, en cambio, podría notar más los cambios. En este momento es Josep Maria Jové quien lleva el volante de ERC en la cámara catalana, un puesto que podría asumir al exconsellera Ester Capella, pero que también supondría hacer cambios en la interlocución con la Moncloa que hasta el momento vehiculaba el propio Jové.
La relación con el PSOE puede durar
Otra de las derivadas de esta primera parte del congreso de ERC tenía que ver con un posible volantazo en la relación de los republicanos con los socialistas. La formación ha sufrido reveses en todas las elecciones a las que se ha presentado en los últimos dos años, pero sigue siendo clave para las mayorías que sustentan el Gobierno central, el Govern catalán y el Ayuntamiento de Barcelona. Y eso también estaba en discusión este sábado.
El resultado, sin embargo, reduce la preocupación tanto en Ferraz como en la Moncloa. La candidatura más beligerante contra los acuerdos con los socialistas, Foc Nou de Helena Solà, ha obtenido un 12,6% de los apoyos que, sin ser un mal resultado, no le garantizan presencia en la próxima dirección. Junqueras puede ganar sin hacer concesiones a este sector, mientras que Godàs necesitaría ponerlos de su parte para optar a la presidencia. El escenario final sigue abierto pero, contra lo que se temía en las filas socialistas, los números de la votación han dejado claro que la relación con los socialistas no es hoy el tema que más divide al militante de ERC.
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