Manresa, Santa Perpètua y Vilafant: tres municipios catalanes que logran ahorrar agua para combatir la sequía
La extrema sequía que golpea Catalunya obliga a la mayoría de municipios a controlar el consumo de agua de sus habitantes y a reducirlo. A pesar de que las restricciones se comenzaron a implantar hace un año, un 43% de los pueblos y ciudades sigue superando los umbrales de consumo que fija la Generalitat. Estos niveles de incumplimiento han llevado a la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) a abrir expedientes sancionadores a un centenar de ayuntamientos, pero a la vez también han incitado al organismo público a fijarse en aquellos que sí consiguen demostrar un ahorro notable.
La capacidad de un municipio de ahorrar agua depende de numerosas variables, entre ellas su propia tipología urbanística. Una localidad en la que abundan las casas con jardín y piscina suele presentar consumos más elevados. No solo por el mayor gasto doméstico, sino porque son municipios menos densos y con más kilómetros de canalizaciones por habitante, lo que multiplica el riesgo de fugas. También las destinaciones turísticas se encuentran en cifras más elevadas. Y al otro lado están las ciudades más densas y con viviendas más reducidas, en las que el uso de agua suele estar por debajo de la media.
Como ejemplo de los primeros, destaca Begur, en la Costa Brava, ejemplo de frustración a la hora de atacar el derroche de agua. A pesar de las multas y los controles en los contadores desde hace meses, este pueblo turístico, que tiene una piscina por cada dos habitantes, sigue gastando por encima de los 500 litros por habitante y día de media, cuando el máximo en situación de emergencia es de 200. En cambio, la mayoría de municipios del área metropolitana de Barcelona están por debajo de ese umbral, con Badia del Vallès (123) o Santa Coloma de Gramenet (128) a la cabeza de los más ahorradores.
¿Qué municipios presentan mayores reducciones este último año y qué han hecho para conseguirlo? Lo cierto es que los datos disponibles no permiten trazar la evolución de los consumos de forma fiable, puesto que los informes que comenzaron a enviar los ayuntamientos en febrero de 2023 contenían numerosos errores y se han ido corrigiendo. Con todo, sí se pueden apreciar algunos ejemplos de consistorios cuyo gasto ha ido descendiendo progresivamente en los últimos meses.
Tres de ellos son Manresa, Santa Perpètua de Mogoda o Vilafant. Los tres tienen puntos en común, comenzando por una política de control sobre los consumos hídricos previo a la sequía. Pero también por haber adoptado medidas que van más allá de las obligatorias para todo el mundo (como la prohibición del riego de jardines o del llenado de piscinas).
Manresa baja la presión del grifo
Una de las ciudades que puede sacar pecho de sus medidas de ahorro es Manresa. La capital de la comarca del Bages, con 76.000 habitantes, cuenta con su propio plan de emergencia por la sequía desde 2021, y hace algo menos de un año, en marzo de 2023, ya optó por reducir la presión del agua que se envía a los hogares. “Con esto hemos conseguido en torno a un 2% de ahorro de agua”, especifica David Güell, director de explotación de Aigües de Manresa, la operadora pública que gestiona la red.
Actualmente, Manresa declara un uso de 164 litros por habitante y día, lejos del tope de 200 y de los 182 que publicó hace un año. Para reducir la presión del agua que se distribuye por las tuberías, instalaron distintas válvulas manuales que permiten aplicar la disminución del caudal por sectores. De esta forma, dejaron fuera los que albergan equipamientos críticos, como pueden ser los hospitales, o edificios altos, que necesitan de mayor presión en los pisos superiores. “Las válvulas nos permiten ir jugando y, por ejemplo, aplicamos más reducciones por la noche”, pone como ejemplo Güell.
El Ayuntamiento, gobernado por ERC, ha adaptado también la depuradora municipal para producir agua regenerada que les permita limpiar las calles –con agua potable actualmente no se puede–, y se ha volcado además en la reparación de fugas. Para ello, han recurrido a correladores acústicos, unos sensores que se instalan en la red y que permiten detectar escapes de menos de 100 litros por hora, averías que de otro modo serían indetectables. “En base a la señal acústica que perciben, te dice dónde puede haber una fuga y puedes ir corriendo a taparla. Nos ha ido tan bien que compraremos más”, dice Güell.
Vilafant tapa escapes y dice adiós al césped
Al lado de Figueres, en la provincia de Girona, la localidad de Vilafant no está en estado de emergencia, sino de excepcionalidad, ya que cuenta con pozos propios. Vilafant ha conseguido reducir un elevado consumo de agua que se debe, en parte, a su urbanización. No solo porque está repleta de casas con jardín, sino porque se distribuye entre tres núcleos separados entre sí, lo que obliga a tener extensas redes de canalización de agua y mayor probabilidad de padecer fugas.
Desde hace años, el Ayuntamiento tiene entre ceja y ceja mejorar la eficacia de la red, a lo que destina 100.000 euros anuales. Pero el progreso es lento, reconoce la alcaldesa, Montse de la Llave, del PSC. De un rendimiento del 43% a mediados de 2023, se prevé alcanzar el 55% este este año y un 63% cuando acaben todas las obras programadas (la media de Catalunya es del 78,5%). Desde el inicio de las restricciones, Vilafant ha pasado de 296 en febrero pasado a 216 litros por habitante y día.
Otra de las claves, según la alcaldesa De la Llave, es la sustitución de buena parte del césped natural de sus extensas zonas verdes por plantas arbustivas o gravilla. “Antes, si mirabas desde arriba, Vilafant era todo verde, y desde el mandato pasado, independientemente de la sequía, decidimos cambiarlo”, explica la alcaldesa, que añade que esta política ha contribuido a que los vecinos se concienciaran para no derrochar agua.
Santa Perpètua cobra más caros los consumos elevados
Dentro del área metropolitana barcelonesa, una ciudad que también puede presumir de disminuir el uso de agua es Santa Perpètua de Mogoda. “El principal factor de reducción son los consumos de las instalaciones municipales, que se han recortado un 30% en un año”, señala Sergi Hernández, concejal de En Comú de la cartera de Acción Climática, entre otras. Este descenso viene, además de las restricciones de riego y limpieza, de las instalaciones regeneradoras de agua para las piscinas públicas.
El Ayuntamiento aprobó el Plan de Sequía local en 2021 y desde 2022 mantiene reuniones periódicas con un equipo técnico para supervisar los consumos. Actualmente, están instalando válvulas manuales, como en Manresa, para reducir la presión. Y destacan otra medida que les ha resultado útil desde hace tiempo: una tarifa del agua que “penaliza” los consumos elevados. “En noviembre lo hemos revisado para profundizar todavía más en el diferencial del uso responsable”, añade Hernández.
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