No han pasado ni 48 horas de las elecciones en Andalucía y Manuel Valls, candidato a la alcaldía de Barcelona, ya ha negado tres veces a Vox. Lo hizo en un acto en Madrid, en su cuenta de Twitter y lo ha vuelto a repetir este martes en el Raval. Mientras el único partido que le apoya, Ciudadanos, no descarta una alianza con la formación de Santiago Abascal, el exprimer ministro francés teme que ese desenlace le deje alineado con los aliados en España de Marine Le Pen.
Valls se ha convertido de hecho en la única voz vinculada al partido naranja que ha pedido la unidad de las formaciones constitucionalistas frente a Vox, a los que no duda en calificar de “extrema derecha”, a diferencia de lo que hacen los líderes de PP y Ciudadanos. Desde su equipo de campaña recuerdan que no es la primera vez que el candidato apuesta por un cordón sanitario contra las fuerzas ultras.
Preguntado durante un acto en el barrio del Raval sobre si un pacto de las derechas en Andalucía le haría replantearse sus alianzas en Barcelona, ha asegurado que no quería “especular”, pero acto seguido ha manifestado que confiaba en que esta no sea la opción de un partido, Ciudadanos, del que dice estar orgulloso por compartir valores “liberales”, “progresistas” y “profundamente europeístas”.
Mucho más contundente se ha mostrado este miércoles en la Cadena Ser, en la que ha proclamado que “no puede haber ningún pacto con Vox”. “No puede haber ningún compromiso con la extrema derecha. Si no queremos dar protagonismo a Vox lo sensato, vistos los resultados, es que haya acuerdo entre los partidos constitucionalistas”, ha insistido.
A la espera de ir desgranando sus propuestas para la ciudad, Valls ha levantado su discurso político en Barcelona sobre pilares como la seguridad o su oposición al auge de los populismos en Europa, entre los que encuadra a Podemos y el independentismo, pero también a la extrema derecha que representa Marine Le Pen con el partido Agrupación Nacional en Francia. No en vano Valls es consciente de que los principales líderes europeos rechazan alianzas como las que PP y Ciudadanos están valorando ahora mismo en Andalucía.
La tradición política francesa, de la que él proviene y no reniega, ha llevado hasta ahora a las principales formaciones, sean de izquierdas o de derechas, a hacer frente común para evitar que Le Pen alcanzara la presidencia de la República. En los últimos comicios, Valls votó a Emmanuel Macron y no a su partido, los socialistas, alegando que lo hacía para combatir la candidatura de la Agrupación Nacional, aunque sus compañeros del Partido Socialista le acusaron de “falta de lealtad” tras haber perdido las primarias frente a Benoît Hamon.
Ya en Barcelona, Valls ha tratado incluso de distanciarse de aquellas políticas llevadas a cabo en Francia que le podrían asociar a corrientes ultras. Al tiempo que luce pedigrí en la gestión de la seguridad prometiendo mano dura contra el incivismo y la delincuencia, niega que en su etapa como ministro del Interior francés ordenara la deportación de miles de gitanos a Rumanía.
No solo la sombra de Vox sobre Ciudadanos preocupa a Valls por si pone en cuestión su discurso antipopulista sino también por la apuesta de su plataforma Barcelona Capital Europea de atraer a los sectores catalanistas hacia su candidatura. Desde su aterrizaje a la capital catalana, el expolítico francés se ha definido como catalanista, reivindicando figuras como la del exalcalde socialista Pasqual Maragall.
Hasta la fecha Valls no ha mostrado fisuras respecto al proyecto de Ciudadanos, pero ha sido cauto a la hora de respaldar las tesis más duras del partido acerca de cuestiones espinosas, negando por ejemplo que el castellano esté perseguido. Su acercamiento a los socialistas para recabar apoyos de cara a las elecciones de mayo ha provocado de hecho tensiones entre la militancia de ciudadanos, cuyos cuadros en Barcelona le afean que vaya por libre y no les quiera tener en cuenta en la lista.
El perfil independiente por parte de Valls se había puesto de manifiesto también con la ausencia de líderes de Ciudadanos en sus intervenciones públicas. No será hasta este miércoles, en un acto en el Conservatori del Liceu sobre los 40 años de la Constitución, que el alcaldable coincidirá por primera vez encima de un escenario con los dos principales líderes del partido, Albert Rivera e Inés Arrimadas.
Medio centenar de personas, convocadas por el colectivo Putas Libertarias del Raval, ha tratado de impedir el acto de Manuel Valls este martes en el Raval, abucheándolo antes, durante y después de su intervención. Tras la protesta, el candidato a la alcaldía ha recibido el apoyo con mensajes en Twitter de varios líderes de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, Inés Arrimadas o Albert Rivera.
Pero no solo desde el partido naranja han mostrado su rechazo al escrache. También lo ha hecho desde el PSC el primer secretario Miquel Iceta. “Condenamos como siempre todo acto de coacción, violencia o intimidación. La convivencia exige respeto”, ha expresado el dirigente socialista.