Más de la mitad de empleados con problemas de salud mental no deja de ir a trabajar

Pau Rodríguez

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Todavía existe miedo o vergüenza entre los trabajadores a la hora de hablar abiertamente de sus problemas de salud mental, de pedir ayuda o incluso de cogerse la baja. Hasta un 60% de los empleados no deja de acudir a su puesto de trabajo pese a sufrir trastornos y un 74% asegura que no ha recibido ningún apoyo por parte de sus superiores, según una encuesta llevada a cabo en Catalunya por la plataforma Obertament. 

El informe, que se titula Salud mental y estigma en las organizaciones catalanas, ha preguntado a una muestra de unos 600 empleados de un centenar de organizaciones distintas (empresas privadas, públicas o entidades sociales) de Catalunya. Y una de sus primeras y más contundentes conclusiones es que el 40% de los encuestados considera “malo” o “regular” su estado de salud mental. “Trabajamos rodeados de personas con estos problemas, podemos llevar 40 años trabajando al lado de un compañero que los sufre, y no somos conscientes”, advierte Carlos Alcoba, autor del estudio y Responsable de Salud Mental y Estigma en el Ámbito Laboral de la entidad Obertament. 

La ocultación, fruto del estigma que rodea la salud mental, es una de las constantes entre quienes se encuentran en esta situación, según el estudio. El 90% admite que no se atreve a hablar abiertamente de ello entre sus superiores y compañeros. “La cifra es altísima”, constata Alcoba, que señala la “anticipación” como uno de los principales factores que explican ese silencio. El autor del estudio se refiere al temor que tienen muchos a que salir del armario les pase factura. “El 37% tiene miedo de que impacte negativamente en su futuro laboral”, señala.

Incluso la cifra asciende a un 45% entre aquellos trabajadores que, sufran o no problemas de salud mental, creen que comunicarlo puede comportar que el empleado sea tratado injustamente o hasta discriminado. “Ni los trabajadores ni las empresas alcanzan a entender la nube de tabú que rodea la salud mental y que hace que no puedan funcionar muchas políticas que se ponen en marcha”, advierte Alcoba. 

Ángel Urbina, a sus más de 50 años, conoce bien esta ocultación. Técnico de Repsol, y con un historial de graves problemas de salud mental desde joven, estuvo trabajando durante décadas sin que sus compañeros supieran de su situación. Hasta que un día, durante la década de los 90, dijo basta. “Nos dieron una charla sobre cómo integrar a personas con discapacidad y un compañero dijo que él no sería capaz de trabajar con alguien con problemas de salud mental porque son vagos y conflictivos. Aquello me hizo reflexionar que había que hacer algo para cambiarlo”, recuerda.

Urbina, uno de los activistas de Obertament desde su nacimiento, en 2010, señala la importancia de la empresa como uno de los espacios clave donde abordar de forma saludable estas cuestiones. “Es fundamental luchar contra el estigma”, insiste. “Tras contar mi caso se me acercaron muchas que también tenían problemas”, pone como ejemplo. 

Sin embargo, existe todavía un “agujero gigantesco” en las empresas respecto a la salud mental, según los autores del informe. De entrada, en cuanto a la percepción: el 76% de las organizaciones afirma preocuparse por ello, pero si se pregunta al personal solo responde afirmativamente el 47% (y entre quienes padecen problemas de salud mental, el porcentaje es inferior, del 38%). Por otro lado, destaca también el hecho de que solo el 31% de los 'managers' cree que tiene los conocimientos suficientes para abordarlo.

“El 70% de los jefes, de quienes organizan el trabajo y coordinan los equipos, reconoce que no tiene las herramientas”, constata Alcobas, que recuerda que es en los puestos directivos, y no en los empleados rasos, donde está la capacidad para mejorar la salud mental del personal. “Sin liderazgo es imposible la transformación. Si no se implican los directivos es difícil que cualquier política tenga éxito”, constata el investigador. 

Durante la presentación del informe, el presidente de la entidad, Francisco Rubio, y la directora del Pacto Nacional para la Salud Mental de la Generalitat, Magda Casamitjana, han hecho un llamamiento al sector privado para tomarse en serio la salud mental. “En el pasado fue un asunto ignorado y subestimado por las empresas, fruto del estigma, pero numerosas organizaciones conocen ya la necesidad y la urgencia de trabajar en este sentido”, reconocía Rubio, que ha argumentado que las políticas de prevención y abordaje de estas cuestiones pueden llevar a las empresas a ser incluso más productivas debido al mayor bienestar emocional entre sus empleados. 

“Si no entendemos que es un reto de salud pública, que no es solo algo que le pase a unos cuantos, estamos muertos”, ha constatado Casamitjana. “Es un reto que hay que acometer con todas las políticas disponibles”, ha añadido. Y sin dejar de lado a las empresas.