Escribía meses atrás que la Renta Garantizada de Ciudadanía es imprescindible. Y citando a Josep Manel Busqueta, la ubicaba en una lógica de resistencia en nuestra geografía rota por la crisis. Pero ya entonces alertaba de la necesidad de construir mecanismos de redistribución de la renta y de la justicia social que tengan la capacidad de revertir la miseria. Miseria de las de siempre, y riqueza del IBEX 35 que aumenta beneficios a ritmo meteórico.
Y por fin tenemos acuerdo. Celebrado con fuegos artificiales. Y nos alegramos. Y queremos felicitar a la Comisión promotora por su esfuerzo y paciencia. De hecho, desde el primer momento en que la Comisión Promotora de la ILP se puso a trabajar, hemos estado ahí y les hemos apoyado. Y no será distinto a partir de ahora. Apoyaremos la Renda Garantizada de Ciudadanía.
A pesar de ello, es de responsabilidad política explicar la otra cara de un pacto aireado a los cuatro vientos con foto incluida. Y la primera evidencia, que no por obvia podemos evitar de mencionar, el actual acuerdo de RGC ni es el mejor de los acuerdos posibles, ni supondrá un cambio sustancial en la situación de pobreza de tantas y tantas familias. Y no es una crítica desde la atalaya sino una lectura de la RGC desde la tenacidad – genética desde la izquierda anticapitalista – de querer hacer política que resuelva las causas de la desigualdad y que no se centre en los síntomas.
Luces y sombras
Si vamos al acuerdo y a la futura Renta Garantizada de Ciudadanía en Catalunya, en primer lugar, será de base familiar. Sólo se podrá cobrar en los casos en que no hayan ingresos procedentes del mercado laboral – excepto en aquellas familias mono(p/m)arentales con hijos a cargo -. La matriz familiar puede parecer un tema técnico, pero refuerza la desigualdad de género en el seno de la familia, en el sentido que no supone un mecanismo de empoderamiento de las muchísimas mujeres porque no tiene en cuenta la construcción patriarcal de la mayoría de familias. Seguramente muchos más hombres que mujeres serán los cobradores de la RGC y las mujeres administrarán la prestación. De gestionar el sueldo del breadwinner al de la prestación de la RGC. Nada nuevo en el horizonte.
En segundo lugar, será de condición subjetiva – no condicionada – i constará de dos tramos, el segundo vinculado a la inserción laboral y de obligado cumplimiento. Se entiende este segundo tramo como prestación complementaria -150€ - pero se computa como parte de la prestación total. O sea, si no se cumple el plan de inserción con éxito – partiendo de un esquema ficticio de un mercado laboral con capacidad de ofrecer trabajo de calidad – se retirarán los 150€. Pero en el caso en que se siga el plan de inserción y se rechace una sola oferta de trabajo considerada adecuada se pierde la totalidad de la prestación – aun cuando sea a tiempo parcial y suponga menos ingresos que la propia RGC -. Conociendo cómo funciona el mercado laboral, y la diversidad de las ofertas de trabajo que me vienen a la mente bajo el adjetivo de adecuadas, parece más que nada una manera de recordar a las personas que si no tienen trabajo es por qué no quieren.
En tercer lugar, no será universal –sólo será para aquellas familias sin ingresos – i funcionará con el IRSC – Indicador de Renta de Suficiencia de Catalunya – como referente para el importe de la prestación. Este indicador se creó en el año 2006 pero permanece congelado desde el año 2010 en 664€ - ¿es que alguien cree que dicha cantidad es suficiente, tal y como está el coste de la vida, como renta de suficiencia? -. De 664€ (al mes) para una sola persona, que se estira hasta un importe de 1.208€ (a partir del año 2020) para aquellas familias con 5 miembros o más. Y aunque esta prestación es superior a la ya moribunda Renda Mínima de Inserción, es de sentido común que la supervivencia de una familia con 5 miembros con 1.200€ al mes es complicada. Y esto se vincula con una de las incógnitas del acuerdo de la semana pasada, y es que no está explicitada la complementariedad y la compactación con las otras prestaciones de la Generalitat. Esperaremos.
En cuarto lugar, se deberá acreditar, para aquellas familias migradas, una permanencia mínima, continuada y efectiva de 24 meses de residencia legal en Catalunya. El acuerdo dice, literalmente, que en caso de que se haya producido un “efecto llamada” – que se debería constatar con un incremento mínimo del 10% de nuevas solicitudes de RGC de recientes censados en Catalunya – se podrá ampliar el requisito de la residencia previa hasta un total de 36 meses. Este punto es escandaloso por qué restringe, literalmente, el derecho de las personas de otros orígenes según la vigente ley de extranjería, profundamente racista y clasista. Si buena parte de las personas más pobres de nuestro país son de orígenes diversos, se deberían realizar políticas públicas que asuman que cuando se trata de pobreza, el origen y la clase se cruzan, pero en ningún caso se pueden restringir los pocos mecanismos existentes en la lucha contra la pobreza.
Cuando la centralidad política es liberal
Ya lo ven, la RGC es mejor que la actual RMI, seguramente supondrá un respiro para las familias más asfixiadas por la pobreza, pero no supondrá ningún cambio sustancial en la cartografía de las desigualdades.
El tablero de juego es mucho más complejo. La centralidad política se ubica en un frame ideológico liberal, que parte de la base que la pobreza o es endémica y es necesario alimentar-la con caridad – ya sea mediante prestaciones públicas o servicios de toda índole que cubran las necesidades básicas -, o que está relacionada con la capacidad individual de hacerse a uno mismo – y se traduce, en el ámbito de las políticas de ocupación, en iniciativas fomentadas en la ocupabilidad -. Y toda aquella estrategia o propuesta que se salga del marco del liberalismo económico, es ridiculizada y pocas veces considerada.
Y en este mismo frame liberal es donde se reduce toda la actuación de una prestación como la RGC – en la lógica de que la pobreza es endémica y que los ciudadanos se hacen a sí mismos -. En un contexto como el actual, aparte de mecanismos de redistribución fiscal, se hace imprescindible aumentar de manera sustancial el salario mínimo y, teniendo en cuenta que vamos hacia un escenario donde no van a haber suficientes puestos de trabajo para todas, se deben implementar políticas para avanzar hacia el reparto del trabajo mediante la reducción de la jornada laboral – u otras – que también permitan una mejora en la calidad de vida.
Para la CUP-CC la RGC es una renta de mínimos, pero es una medida que, si quiere tener algún tipo de impacto, tiene que ir acompañada de otros cambios. Políticas valientes, orientadas a la reproducción de la vida poniendo puertas al capital.
Políticas orientadas a la igualdad, la dignidad i el derecho a una vida digna de ser vivida, como objetivo político – aunque no de votos -. Para la CUP-CC la propuesta, en materia de renta, que mejor responde a estos valores es la Renta Básica Universal, unipersonal y sin necesidad de estar vinculada a la inserción laboral.
Nuestra lucha por el mundo que llevamos en nuestros corazones no cabe en los adoquines donde debajo se escondía la playa. Pasa por hacer, paso a paso y a distancia corta, todo aquello que podamos para mejorar las condiciones materiales de las personas ahora y aquí, pero sin olvidar la mirada larga, aquella que decididamente quiere construir contando con todas las personas que viven en nuestro pequeño país. Y siempre, desde la profunda convicción que la miseria mata sueños y vidas, y que ni es una fatalidad, ni es ajena a la gestión política. Se puede hacer distinto, y se puede hacer desde el camino que nos lleve a la igualdad.