El lenguaje es el arma más importante y eficaz del neoliberalismo. Es un arma de destrucción masiva. Si todos dejáramos de creer en las palabras de los neoliberales, el sistema no podría seguir funcionando. La clave está en dejar de creer.
Para oír lo que realmente están diciendo las elites, hay que aprender a escuchar y a liberar nuestras mentes de los esquemas de los poderosos. Es preciso aprender a escuchar de una forma crítica y a reflexionar.
Cuando se lee o se escucha lo que dice el político, el empresario, el administrador, el tertuliano o el jefe, es necesario tener siempre una pregunta en mente: “¿Por qué necesita que yo me crea esto?” A lo mejor al escuchar la noticia la primera vez, la manipulación no es obvia. Es cuestión de preguntarse esa pregunta una y otra vez, y reflexionar con tranquilidad para ir captando la estrategia lingüística y la manipulación.
Los neoliberales utilizan las palabras de forma perversa, utilizan las palabras como disfraces de carnaval. Disfrazan “abandonar a los necesitados” con las palabras “medidas necesarias”. Ordenan “austeridad” para los que tienen menos, mientras los ricos tienen su dinero en paraísos fiscales. Debajo de la palabra “deuda” esconden lo que tenemos que pagar cada uno para que los ricos sigan siendo ricos y nos maltraten. Y “el mercado” es el único paciente en el que se gastan los recursos sanitarios. ¿Vamos a aguantar que nos roben, que nos hagan pasar hambre y apuros, y encima que nos tomen el pelo con las palabras?
Rompamos el círculo del abuso. Nos abusan, nos maltratan, pero por lo menos no pensemos que es una “mala racha” y que ellos pueden cambiar, no pensemos que les “duele” maltratarnos (Rajoy: “Son medidas dolorosas”). No nos creamos que lo hacen por nuestro propio bien. Veamos las elites abusadoras por lo que son: maltratadores. Mostrémosles que sus intentos de camelarnos y seducirnos con palabras ya no funcionan. Esos poderosos que están despolitizando la política, con ese aire que se dan de hombres fuertes y protectores, ya no les creemos. Demos dignidad y quitemos la vergüenza a las palabras maltratadas. “Insolvente” es, en realidad, alguien que no puede o quiere seguir en el sistema capitalista. “Desahucio” es cuando el banco te roba tu casa. “Parado” es alguien que está en marcha intentando sobrevivir con creatividad. “Negativo” es una persona realista que está harta de que le tomen el pelo.
La situación actual urge que nosotros y nosotras levantemos nuestras voces, que demos nuestras propias palabras a lo que vemos y a lo que somos. No soy una impertinente; soy libre y “okupo” mi voz. No soy una; somos la mayoría, somos nosotras y nosotros. No soy un ilegal; soy un nómada. No soy un parado; me han excluido. No soy una “anti-sistema”; construyo otro mundo sin fronteras. No soy una anti-nacionalista: soy una mujer sin amo y sin banderas. No soy un ciudadano; soy un “cuidadano”.
Es urgente aprender a descifrar el lenguaje neoliberal y ver cómo utilizan el miedo, la duda, la culpabilidad, la confusión y la mentira para imponer sus políticas nocivas.
Dejemos de creer a los neoliberales. Dejemos de esperar. Es nuestro momento de gritar. Desertemos el lenguaje y la mentalidad neoliberal, salgamos de los límites. Estos son tiempos para agitar, inspirar, ocupar las voces y las plazas. No lo aplacemos. ¿Te atreves?
El miércoles 30 de enero, Carlos Jiménez Villarejo presentará el libro ¡No nos lo creemos! Una escucha crítica del lenguaje neoliberal (Icaria Editorial 2013) de Clara Valverde con prólogo de Carlos Jiménez Villarejo, a las 18.30 en el Equipament del Pou de la Figuera, Plaça Pou de la Figuera (Cerca del Mercat de Santa Caterina, Metro Jaume I), Barcelona.