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Todo cambia

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Todo queda parecido pero todo ha cambiado. La catástrofe de Convergència se puede leer de dos modos y, seguro, ambos son igualmente ciertos. Por un lado, la brutal política convergente (y no sólo en el ámbito económico, recordemos los ocho ojos vaciados por los hombres de Puig) es castigada como lo es en toda Europa el seguidismo a la troika. Y, por otra parte, en el hilo soberanista, los catalanes han encontrado que aquellos brazos abiertos de padre de la patria les daban más miedo que calor. A muchos nos viene a la cabeza la historia de Pedro y el lobo. Tantas veces los convergentes han utilizado su particular fórmula secreta (P+R) de la puta y la Ramoneta que, ahora que todo va en serio, nadie ha hecho caso ni de los lobos deficitarios ni de los patrióticos que Mas ha dicho que sería capaz de conjurar.

Sería cruel, a un político que nos ha empapado a metáforas náuticas, decirle que ha sufrido un naufragio, pero lo cierto es que siempre, de un hundimiento, lo más interesante son los restos. ¿Y Oriol Pujol? ¿Y Duran? ¿Y los corrimientos de tierras internos? ¿Permitirán al nuevo gobierno mantener sus sillas quietas mientras Europa, Madrid, la banca y la calle Córcega las sacuden?

Mientras veía a Mas hablando a los suyos en el Majestic me vino a la cabeza la imagen de la plaza Tahrir y, en general, la de los movimientos populares y sociales que han modificado este principio de siglo. Ninguno de ellos ha necesitado de un líder. Ni lo ha buscado. Ni las primaveras árabes, ni el 15-M ni ninguna de las protestas contra la crisis. El siglo XXI no es el de Charlton Heston, es el de los figurantes de la película. Unos figurantes que se han convertido en pueblo y que han optado por ideas más que por personas o aparatos. Es el caso de Ciutadans, por ejemplo, que ha jugado la carta obvia del españolismo y la de la “antipolítica” tradicional al mismo tiempo. Otro ejemplo (especialmente emocionante para este viejo anticapitalista que les escribe) ha sido la entrada de las CUP, con un discurso en el signo de los tiempos. Pueblo, ideas y protesta frente a líderes, aparatos y demoscopia.

Haré como Enric Juliana y repetiré una frase: parece que este Parlament es similar pero todo ha cambiado. Es un Parlament-protesta. Contra la maquinación convergente, el voto protesta hacia Esquerra. Contra la imagen de apparatchnik de Sánchez-Camacho, Cañas y el Yoyas. Puro barrio. Contra la austeridad inamovible y sagrada de los poderes financieros, ICV, las CUP y la voz de las mareas. No diría que se trata de un Parlament insurgente pero casi. Insurgencia contra esta realidad dibujada en la acuarela por los grupos mediáticos. Contra la realidad moteada por los aparatos represores. Impugnación cruzada o, como se dice en moderno: transversal contra todo y casi todos.

La voluntad del pueblo de Catalunya en la gran fiesta de la democracia es que le va marcha. Esto, para los políticos de finales del siglo XX, puede parecer una catástrofe. Para los pueblos del XXI es fuente de toda esperanza. “La situación es más compleja” ha dicho Mas todo tristón. Fantástico. Llevamos cinco años de simplificaciones terribles sobre la crisis. De simplificaciones insultantes sobre Catalunya y sobre las unanimidades seguidistas que algunos creían que podrían obtener los catalanes. El pueblo catalán habrá entendido que la complejidad es lo que más fastidia al establishment y por eso la ha ejercido. Un pequeño apunte en esta línea puede ser el caso de SI. Partido de simplificaciones y reducciones constantes que no supo aliarse con nadie y que ha sido, quizá por eso, expulsado del apasionante juego de los próximos años.

¡Catalanes! Hemos conjurado el peligro de la mayoría absoluta que era, a mi entender, el más terrible y cercano. Hemos dicho bien alto y bien claro que, en su caso, ya nos rescataremos, independizando o federar solitos, sin niñeras ni liderazgos cósmicos. Precisamente porque los tiempos son excepcionales hemos huido de las excepcionales mayorías que no harían más que aplastar toda disidencia. Catalunya queda más ingobernable. Es decir, más catalana.

P.S Felip Puig, Ruiz, Mena et al: Nada, que ya nos iremos viendo. Ha sido un disgusto (y un riesgo para la vida y la dignidad) ser gobernados por vosotros. Solo faltaría que repitiéramos.

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Todo queda parecido pero todo ha cambiado. La catástrofe de Convergència se puede leer de dos modos y, seguro, ambos son igualmente ciertos. Por un lado, la brutal política convergente (y no sólo en el ámbito económico, recordemos los ocho ojos vaciados por los hombres de Puig) es castigada como lo es en toda Europa el seguidismo a la troika. Y, por otra parte, en el hilo soberanista, los catalanes han encontrado que aquellos brazos abiertos de padre de la patria les daban más miedo que calor. A muchos nos viene a la cabeza la historia de Pedro y el lobo. Tantas veces los convergentes han utilizado su particular fórmula secreta (P+R) de la puta y la Ramoneta que, ahora que todo va en serio, nadie ha hecho caso ni de los lobos deficitarios ni de los patrióticos que Mas ha dicho que sería capaz de conjurar.