Conocí al general José Julio Rodríguez Fernández apenas hace un año en unas jornadas celebradas en la Facultad de Geografía e Historia de la Universitat de Barcelona para conmemorar el 40 aniversario de la fundación de la Unión Militar Democrática (UMD). La organización clandestina de los militares demócratas españoles, influenciados por la revolución de los claveles en Portugal, se constituyó en Barcelona bajo el empuje del comandante Juli Busquets, que se convertiría años después diputado socialista (1977-1.993).
Por este motivo, el “Foro Milicia y Democracia”, que reúne a los antiguos miembros de la UMD, disuelta en 1977, creyó oportuno conmemorar el 40 aniversario en Barcelona y, muy especialmente, en el ámbito universitario, donde la mayoría de sus miembros se impregnaron de los anhelos democráticos, y algunos ejercieron incluso la docencia como fue el caso, en nuestro país, de Juli Busquets y Gabriel Cardona.
La intervención del general Rodríguez en estas jornadas me sorprendió por su claridad conceptual (habló sin tapujos de dictadura para referirse al franquismo), por su visión crítica del papel jugado por las fuerzas armadas y por su elogio del coraje cívico y profesional de los miembros de la UMD, que tuvieron que esperar, ellos y sus familias, más de treinta años para recibir una reparación moral por parte del Estado. Los estudiantes presentes quedaron deslumbrados y boquiabiertos. A las puertas del Aula Magna, sin embargo, había grupos que protestaban por la presencia de estos militares, a los que calificaban de fascistas y de enemigos del pueblo catalán. La ignorancia es atrevida e injustificable en una facultad de Historia.
El general Rodríguez no era un militar cualquiera, sino al contrario, un general de cuatro estrellas, piloto de cazas de combate, con una formación internacional envidiable y una hoja de servicios brillante, en la que constaba el cargo de jefe de defensa con la ministra Carme Chacón (2008-2011). Una persona conocida de antemano por sus convicciones democráticas y progresistas, que no dudó en romper determinados tabúes establecidos en el ámbito personal con su divorcio. Los antiguos miembros de la UMD hablaban de él con un respeto y una admiración profunda, más aún, cuando aceptó la presidencia del “Foro Milicia y Democracia”, sustituyendo al legendario Luis Otero, el oficial de más alta graduación detenido el 1975.
El general Rodríguez me pareció una persona educada, tímida y con más ganas de escuchar que de hablar. En aquellas Jornadas, y en las reuniones previas preparatorias, tuve la oportunidad de conocer un buen número de antiguos militares de la UMD con unas historias dignas de ser conocidas y algunas incluso fascinantes como la de José Ignacio Domínguez Martín-Sánchez . El famoso capitán de aviación que en octubre de 1975 se exilió y fue el protagonista de la rueda de prensa multitudinaria en París donde leyó el comunicado de protesta por la detención de sus compañeros, se dedicaba como abogado desde hacía una montón de años en la defensa del medio ambiente y, ahora, me confesaba, en la redacción del programa de defensa de Podemos. Sí, del partido de Pablo Iglesias, repetía ante mi sorpresa. Y me contaba las relaciones entre Juan Carlos Monedero y Restituto Valero, uno de los otros capitanes detenido en 1975, conocido como el “niño del Alcázar”, ya que había nacido en el asedio del cuartel en 1936.
Xavier Grasset entrevistó entonces a Domínguez y también quedó fascinado de su historia y de sus opiniones políticas del presente, entre las que aconsejaba, el modelo de Costa Rica en una futura Cataluña independiente. En resumen: sin ejército. Un modelo, por cierto, que la aproximaría a las tesis de Raül Romeva y la alejaría de la creación de un ejército catalán pregonada por Artur Mas.
El general Rodríguez ha decidido colgar el uniforme y tomar partido en unos momentos de cambios profundos en el sistema político español. Nada nuevo, en otros países, como EEUU, donde los militares de prestigio a menudo pasan al ámbito de la política.
En todo caso, la novedad del general Rodríguez es su apuesta por Podemos y sus propuestas de regeneración democrática y de políticas de igualdad social. Y también de respeto a la voluntad de los catalanes y las catalanas. Después de casi dos siglos de intervencionismo de los militares (los “salvapatrias”) en la política española, ahora un general con los máximos galones defiende la supremacía de la política en la resolución de los conflictos, que no es poco! Ojalá, sintiéramos la misma música y letra a los tribunales de justicia, en la Conferencia Episcopal Española y los medios de comunicación.
Conocí al general José Julio Rodríguez Fernández apenas hace un año en unas jornadas celebradas en la Facultad de Geografía e Historia de la Universitat de Barcelona para conmemorar el 40 aniversario de la fundación de la Unión Militar Democrática (UMD). La organización clandestina de los militares demócratas españoles, influenciados por la revolución de los claveles en Portugal, se constituyó en Barcelona bajo el empuje del comandante Juli Busquets, que se convertiría años después diputado socialista (1977-1.993).
Por este motivo, el “Foro Milicia y Democracia”, que reúne a los antiguos miembros de la UMD, disuelta en 1977, creyó oportuno conmemorar el 40 aniversario en Barcelona y, muy especialmente, en el ámbito universitario, donde la mayoría de sus miembros se impregnaron de los anhelos democráticos, y algunos ejercieron incluso la docencia como fue el caso, en nuestro país, de Juli Busquets y Gabriel Cardona.