El gobierno español se niega a prohibir las armas nucleares
Ayer fue un día de celebración para las distintas entidades y plataformas que llevan años luchando por la paz mundial: por fin, ayer entró en vigor el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares que ilegaliza por primera vez a nivel global las armas nucleares. 75 años después de Hiroshima y Nagasaki, finalmente se han conseguido las 50 ratificaciones necesarias para que entre en vigor. Sin embargo (y para algunos no es para nada sorprendente) el Estado español todavía no ha ni firmado ni ratificado este tratado. ¿El motivo? Su pertenencia a la OTAN.
A menudo nos encontramos en el Congreso un cambio de posición muy claro de los partidos cuando están en el gobierno y cuando están en la oposición. El PP se queja de los efectos de las legislaciones que ellos impulsaron y el PSOE olvida sus mociones. Entre estos ejemplos, nos encontramos con la moción que presentó el Partido Socialista en 2017, en la que instaban a “apoyar y liderar la voluntad de avanzar hacia la paz, la seguridad y el desarme con la aprobación de un tratado de prohibición de las armas nucleares”. Hace un mes, en la Comisión de Asuntos Exteriores, desde Esquerra presentamos una moción que iba en la misma línea, y se opusieron a la firma del Tratado.
El único motivo que expuso el Partido Socialista era que ellos apoyaban el Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares, que no las ilegaliza y que no es en ningún caso incompatible con el otro tratado. El motivo no explícito, sin embargo, es que ninguno de los Estados miembros de la OTAN lo ha firmado todavía, y que pasan por encima los intereses en materia de defensa que sus ideales en materia humanitaria.
Como no pensábamos salir de allí sin conseguir un mínimo compromiso, acabamos llegando al acuerdo de estudiar su firma y ratificación al Tratado de Prohibición de Armas Nucleares. Algo que nos permite avanzar poco pero que supone (aunque parezca inverosímil) un paso adelante a nivel internacional.
En Esquerra Republicana y Jovent Republicà tenemos claro el modelo de país que queremos: una república catalana solidaria y pacifista, que anteponga el bienestar de los pueblos a la carrera armamentística. Tendremos que seguir coordinándonos entre los movimientos sociales y las instituciones para que la prohibición de las armas nucleares sea una realidad y que se acabe de una vez por todas con la amenaza de destruir pueblos enteros.
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