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Ahora mismo, con cerca del cien por cien escrutado, nos encontramos con que los partidos de principios independentistas (ERC + CUP) sumados con el soberanismo de última hora de Convergència i Unió, ni siquiera supera -o supera por muy poco- los resultados de la composición del último Parlament de Catalunya (ERC + SI + CiU). El hundimiento de las expectativas de CiU, a pesar de ganar las elecciones, ha arrastrado a la baja los resultados de las fuerzas que, en principio, debían empujar fuerte para empezar a poner manos a la obra para ir hacia la independencia. Esto es lo que hay. Es evidente que la suma de diputados favorables a la convocatoria del referéndum de autodeterminación es grande. Y aún más si sumamos ICV-EUiA. Ahora mismo serían más o menos 90 diputados, de los 135 del Parlament. La pregunta clave es, pues, ¿adónde se han marchado los votos de CiU? El presidente Mas pedía hace pocos días que le prestaran “votos”. No recordaba que su propio partido ya pidió este préstamo hace dos años. Muchos de los votantes de 2010 han cancelado el crédito. Es necesario que el presidente Mas lo piense. El soberanismo no está mejor que ayer, pero tampoco está peor. Está igual. Más o menos, con los mismos diputados. No ha habido tsunami independentista. Los votantes han traspasado de una sigla a otra, de CiU a ERC, pero no ha habido un aumento significativo. Se trata de saber si se continúa el proceso. Y se verá muy pronto: sólo habrá que esperar a comprobar si CiU quiere gobernar con ERC. El presidente Mas, en el momento de reconocer que los resultados se le han quedado cortos, admitió que liderará el gobierno pero que necesitará la corresponsabilización de otras fuerzas. Lo seguiremos muy de cerca. Sobre todo a la hora de interpretar qué está pidiendo exactamente. Claro que, tal como se sospechaba, no toda la gente que se manifestó el pasado 11 de septiembre ha votado el 25-N en el mismo sentido, en el sentido del lema de aquel día. Es una buena lección para todos.
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Ahora mismo, con cerca del cien por cien escrutado, nos encontramos con que los partidos de principios independentistas (ERC + CUP) sumados con el soberanismo de última hora de Convergència i Unió, ni siquiera supera -o supera por muy poco- los resultados de la composición del último Parlament de Catalunya (ERC + SI + CiU). El hundimiento de las expectativas de CiU, a pesar de ganar las elecciones, ha arrastrado a la baja los resultados de las fuerzas que, en principio, debían empujar fuerte para empezar a poner manos a la obra para ir hacia la independencia. Esto es lo que hay. Es evidente que la suma de diputados favorables a la convocatoria del referéndum de autodeterminación es grande. Y aún más si sumamos ICV-EUiA. Ahora mismo serían más o menos 90 diputados, de los 135 del Parlament. La pregunta clave es, pues, ¿adónde se han marchado los votos de CiU? El presidente Mas pedía hace pocos días que le prestaran “votos”. No recordaba que su propio partido ya pidió este préstamo hace dos años. Muchos de los votantes de 2010 han cancelado el crédito. Es necesario que el presidente Mas lo piense. El soberanismo no está mejor que ayer, pero tampoco está peor. Está igual. Más o menos, con los mismos diputados. No ha habido tsunami independentista. Los votantes han traspasado de una sigla a otra, de CiU a ERC, pero no ha habido un aumento significativo. Se trata de saber si se continúa el proceso. Y se verá muy pronto: sólo habrá que esperar a comprobar si CiU quiere gobernar con ERC. El presidente Mas, en el momento de reconocer que los resultados se le han quedado cortos, admitió que liderará el gobierno pero que necesitará la corresponsabilización de otras fuerzas. Lo seguiremos muy de cerca. Sobre todo a la hora de interpretar qué está pidiendo exactamente. Claro que, tal como se sospechaba, no toda la gente que se manifestó el pasado 11 de septiembre ha votado el 25-N en el mismo sentido, en el sentido del lema de aquel día. Es una buena lección para todos.