Han sido muchas las vivencias de esta campaña que consume sus últimas horas. No ha sido una campaña más. No en nuestro equipo. Ha sido una campaña de pirámide invertida. Ideas y esfuerzo; líder y activistas en la misma War Room. Trabajando unidos, codo con codo, con la mirada fijada en un único objetivo: sentar las bases del renacimiento de nuestro partido socialista y devolverle el papel protagonista a quien nunca debió sentirse desatendido.
Ha sido una campaña diferente, también, porque los que vamos a votar este domingo somos socialistas y queremos lo mejor para España, para sus gentes, y para el PSOE. Todos estamos en esto, algunos desde hace tiempo, porque coincidimos en el objetivo común de defender el Estado del Bienestar que tanto costó arrebatarle a la derecha; a esa misma que nos avergüenza todos los días con su corrupción, la que castiga sin compasión a la ciudadanía con sus políticas antisociales.
Y dicho esto, también ha sido una campaña distinta porque lo que hemos vivido en las últimas semanas ha sido una auténtica revolución cívica, una transformación emocional. De la desesperanza a la ilusión renacida.
Fui de los que por desgracia tuve que vivir en primera persona aquel Comité Federal del 1 de octubre que nos sumió en la tristeza. Tomábamos una senda equivocada cuando el camino certero nos lo estaban indicando desde la calle: la militancia, el electorado... Miles y miles de personas que no comprendían cómo el principal abanderado de la izquierda asumía y sucumbía a dejarle camino libre a Rajoy.
Pedro Sánchez no se rindió. No sólo dimitió como Secretario General. También renunció a su escaño para poder seguir cumpliendo con la palabra dada. Y su coherencia decidida fue el germen que nos espoleó a todos. No sólo a militantes. Al menos eso nos indican las últimas encuestas en las que las expectativas electorales de un PSOE liderado por él son mejores (y no por pocos puntos de diferencia) que las generadas por las otras candidaturas.
Porque los tiempos cambian a una velocidad que no nos puede superar. La política también. La opinión ya no está en manos de referentes únicos. Todo tenemos opinión. La información –y por lo tanto el buen criterio–, están más universalizados que nunca. Cada vez es más difícil estar a la altura y hay que estar en continua actitud de escucha.
La sociedad del siglo XXI ya no se construye con las mismas herramientas. Los valores a defender son idénticos a los luchados desde la fundación, pero para convencer a la mayoría hoy en día ya no basta con la sabiduría o la oratoria de nuestros mejores, necesitamos la participación activa de esa misma mayoría.
El reto sigue siendo superar las graves desigualdades que no han parado de crecer por culpa de la crisis. Ser la alternativa de izquierdas que venza al Partido Popular va a tener en el equipo de Pedro Sánchez la consistencia y la fuerza inyectada desde una red de militancia que se ha movilizado como nunca. Hemos vivido el resurgir de las bases. El WhatsApp y las redes sociales han ardido de ilusión. Todo el mundo quería sumar. Todo el mundo sumó. Y esa va a ser la primera victoria.
Hemos sido lo que, sin duda, va a ser el PSOE a partir de ahora, una organización más abierta y participativa, que respete y honre su pasado, pero que será fiel a sus principios incluso en los peores momentos de desfallecimiento. En definitiva, esa izquierda transformadora que desde la coherencia, la credibilidad y la honestidad va a trabajar ‘para’ y ‘con’ todos y todas.
Han sido muchas las vivencias de esta campaña que consume sus últimas horas. No ha sido una campaña más. No en nuestro equipo. Ha sido una campaña de pirámide invertida. Ideas y esfuerzo; líder y activistas en la misma War Room. Trabajando unidos, codo con codo, con la mirada fijada en un único objetivo: sentar las bases del renacimiento de nuestro partido socialista y devolverle el papel protagonista a quien nunca debió sentirse desatendido.
Ha sido una campaña diferente, también, porque los que vamos a votar este domingo somos socialistas y queremos lo mejor para España, para sus gentes, y para el PSOE. Todos estamos en esto, algunos desde hace tiempo, porque coincidimos en el objetivo común de defender el Estado del Bienestar que tanto costó arrebatarle a la derecha; a esa misma que nos avergüenza todos los días con su corrupción, la que castiga sin compasión a la ciudadanía con sus políticas antisociales.