Recuerdo aquel ferrocarril estrecho camino a Sant Vicenç. Los nervios, el frío y la prisa. La plaza, la calle y la cuesta. Recuerdo la verja, el camino de piedra y la casa. La despensa, la leña y la mesa de madera. Las manos, las sonrisas y los abrazos. Y te recuerdo a ti escuchando en tu casa dos horas lo que tenía que decir un chaval al que no conocía nadie. Era la tarde de la nochebuena de 2014.
Han pasado 3 años que parecen 3 décadas. 3 años en los que hemos perdido y hemos ganado. 3 años en los que un pueblo se convenció de que las calles y las urnas podían enfrentarse a una de las maquinarias judiciales, políticas y mediáticas más poderosas y sucias de la historia. 3 años de imposibles hechos rutina. 3 años de historia que contar a tantos hijos y a tantos nietos. 3 años que nos enorgullecerán lo que nos quede de vida. Y 3 años que nos han llevado a combatir y ganar unas elecciones impuestas por unos carceleros que hoy te tienen encerrado en una celda de 11m2 en mitad de la nada.
Quiero que sepas que esta noche y las que vendrán podremos reír pero jamás podremos olvidar que tú no estás. Quiero que sepas que esta noche y las que vendrán miraremos sin miedo a los ojos a quienes te dejaron estos días sin tus hijos. Quiero que sepas que cada abrazo, cada charla y cada rato que nos damos desde que no estás dura más. Quiero que sepas que esta noche y las vendrán sabemos que no tendrán cárceles, jueces ni medios suficientes para encarcelar tanta dignidad. Quiero que sepas que no olvidaremos los grilletes del furgón, los insultos de los platós y los artículos al dictado para blanquear tanta miseria. Quiero que sepas que esta noche veremos en la tv a un señor al que no ha votado nadie en un palacio y no a otro al que han votado millones porque está una celda. Y quiero que sepas esta noche y las que vendrán que nos sentimos orgullosos de poder explicar a nuestros hijos que un día vivimos y aprendimos junto a un tal Oriol Junqueras. Gracias President.
Recuerdo aquel ferrocarril estrecho camino a Sant Vicenç. Los nervios, el frío y la prisa. La plaza, la calle y la cuesta. Recuerdo la verja, el camino de piedra y la casa. La despensa, la leña y la mesa de madera. Las manos, las sonrisas y los abrazos. Y te recuerdo a ti escuchando en tu casa dos horas lo que tenía que decir un chaval al que no conocía nadie. Era la tarde de la nochebuena de 2014.
Han pasado 3 años que parecen 3 décadas. 3 años en los que hemos perdido y hemos ganado. 3 años en los que un pueblo se convenció de que las calles y las urnas podían enfrentarse a una de las maquinarias judiciales, políticas y mediáticas más poderosas y sucias de la historia. 3 años de imposibles hechos rutina. 3 años de historia que contar a tantos hijos y a tantos nietos. 3 años que nos enorgullecerán lo que nos quede de vida. Y 3 años que nos han llevado a combatir y ganar unas elecciones impuestas por unos carceleros que hoy te tienen encerrado en una celda de 11m2 en mitad de la nada.