A las diez en punto, como cada sábado, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) abría las puertas al público. Pero era un día diferente, puesto que se inauguraba, con una inusual expectación mediática, ``La bèstia i el sobirà´´ después de que viernes al atardecer el director de la institución, Bartomeu Marí, decidiera rectificar y levantara la cancelación de la muestra.
La publicidad dada a la obra de Ines Doujak y las opiniones emitidas por diferentes sectores de la sociedad, desde el mundo del arte y la cultura hasta la política y los medios de comunicación, así como los profesionales internacionales del arte, habían hecho reconsiderar la decisión inicial de no inaugurarla.
A pesar de la inauguración de la exposición, la crisis interna al MACBA seguía abierta. El cruzamiento de acusaciones entre Bartomeu Marí y los comisarios Valentín Roma y Paul B. Preciado continuaba y hacía pensar que el conflicto desembocaría en la dimisión o el cese de todos o algunos de los implicados. De puertas adentro el MACBA ha vivido jornadas de máxima tensión, con asambleas de trabajadores y reuniones de alto nivel para tratar de encontrar, sin éxito, una salida negociada a la fractura abierta en el centro museístico.
La crisis no se podía reducir a un simple incidente de censura. El conflicto es mucho más profundo. El museo como espacio de debate y representación democrática está en crisis y la exposición ha servido para revelarlo. Bartomeu Marí siempre ha defendido que el MACBA no tenía que ser únicamente un contenedor, sino que a través de sus paredes podía hacer dialogar el arte con la sociedad de una manera crítica. Los últimos días este discurso se ha roto y las instituciones que gobiernan el MACBA han actuado con celeridad.
La continuidad de Bartomeu Marí no tenía sentido desde la lógica institucional. Tampoco desde la lógica del arte y la libertad. Si fuera verdad que él no sabía qué piezas formaban parte de la exposición programada desde hace tiempo con colaboración con un museo extranjero. La oligarquía museística se ha comido un discurso que también defendían Valentín Roma y Paul B. Preciado, los comisarios que han contribuido en la renovación de las exposiciones, actividades e ideas del centro los últimos años.
La polémica de estos días da un nuevo argumento a la imperiosa necesidad de dotar de autonomía real los centros de arte y de fórmulas de gobierno que los pongan al servicio de la sociedad. Sólo ejerciendo su soberanía podrán contener la bestia.
A las diez en punto, como cada sábado, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) abría las puertas al público. Pero era un día diferente, puesto que se inauguraba, con una inusual expectación mediática, ``La bèstia i el sobirà´´ después de que viernes al atardecer el director de la institución, Bartomeu Marí, decidiera rectificar y levantara la cancelación de la muestra.
La publicidad dada a la obra de Ines Doujak y las opiniones emitidas por diferentes sectores de la sociedad, desde el mundo del arte y la cultura hasta la política y los medios de comunicación, así como los profesionales internacionales del arte, habían hecho reconsiderar la decisión inicial de no inaugurarla.