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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Papeles de Panamá: la estafa enquistada es insostenible

Les pruebas materiales de la evasión fiscal por parte de numerosas personalidades de élite de todo del mundo recién reveladas por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung en coordinación con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, sobre la base de la filtración masiva de 11,5 millones de documentos internos del despacho de abogados panameño Mossack Fonseca, analizados durante un año antes de publicarlos por 370 periodistas de 76 países, confirma una vez más una “aluminosi” más severa todavía que la inmobiliaria, la corrupción estructural del actual sistema económico, la estafa enquistada entre los poderosos con repercusiones catastróficas sobre la redistribución de la riqueza y los recortes de los servicios sociales.

En noviembre de 2014 el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación ya destapó que el primer ministro de Luxemburgo y actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, estableció acuerdos con 340 multinacionales mientras ejercía el primer cargo para que declarasen sus beneficios en aquel pequeño país y así rebajar el impuesto de sociedades vigente del 22% de promedio en los lugares donde operaban a un 2% en el paraíso fiscal luxemburgués, con la consiguiente infracción a las haciendas públicas de los demás.

Se trataba de un asunto
de miles de millones de euros. En épocas anteriores la evasión fiscal al por mayor pasaba como algo casi normal. Actualmente exige depurar responsabilidades, más allá de los tecnicismos de “ingeniería fiscal” que aducen los implicados. Jean-Claude Juncker se mantiene como si nada en el cargo europeo.

Los impuestos (pagados o evadidos) son el principal instrumento de redistribución de la riqueza. Las diferencias sociales se reequilibran en alguna medida a través de los impuestos y los servicios públicos que se derivan. En vez de recortar los servicios públicos, es preciso reformar democráticamente la fiscalidad para que vuelva a ser progresiva, no regresiva y fraudulenta como ahora.

El pacto social democrático consistía en que los ciudadanos sostenían al Estado con los impuestos y el Estado aseguraba los servicios necesarios (educación, sanidad, transportes, protección social). La estructura tributaria progresiva debería ser la niña de los ojos del sistema democrático, su sector más transparente y cuidadoso, sin embargo se ha convertido en el más indecente, hasta invertir los términos entre la fiscalidad laboral y la patrimonial. Grava más el trabajo que el patrimonio, tasa más el dinero trabajado que las plusvalías del dinero acumulado, heredado o evadido.

Una elemental reforma fiscal y una actuación decidida contra la evasión es una de las pocas vías posibles para resolver los actuales déficits públicos. Desplazar una parte de la presión fiscal hacia las clases altas estimularía la actividad económica de la más amplia clase media, lo que repercutiría en mayor recaudación. Exigiría, eso sí, el coraje de recortar privilegios a los poderosos en lugar de recortarlos a los trabajadores, funcionarios y pensionistas.

Frente a esta política democrática, los paraísos fiscales se renuevan con toda tranquilidad. El intercambio de información fiscal entre Estados europeos sigue sin ser una práctica habitual. No hay alianza fiscal entre los miembros de la Unión Europea. La unión monetaria europea es incompleta, la unión fiscal inexistente. Sin unión fiscal, el mastodóntico montaje de la Unión Europea cae en el ridículo.

A escala mundial, el economista de la universidad de Berkeley Gabriel Zucman detalla en el libro La riqueza oculta de las naciones que las fortunas extranjeras depositadas en Suiza han crecido un 14 % desde el acuerdo contra el secreto bancario en la cumbre G-20 de los países más poderosos del planeta el año 2009 en Londres. La organización Tax Justice Network estima que la cantidad de dinero evadido a paraísos fiscales representa hoy una cuarta parte de la riqueza mundial.

Salir de la crisis exige autocrítica, interacción social, referentes morales, denuncia de la corrupción y de las infracciones a los valores de la cultura democrática, retornar a valores como la honradez, la justicia o la equidad. Los trabajadores han debido reconocer sus errores de consumidores a crédito a través de los severos recortes. Sigue pendiente el reconocimiento de la quiebra de las élites, su codicia, su miopía, sus delitos. El grado de responsabilidad de los dirigentes no es el mismo que el de los dirigidos. La impunidad con que han delinquido hasta hoy es insostenible.

Les pruebas materiales de la evasión fiscal por parte de numerosas personalidades de élite de todo del mundo recién reveladas por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung en coordinación con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, sobre la base de la filtración masiva de 11,5 millones de documentos internos del despacho de abogados panameño Mossack Fonseca, analizados durante un año antes de publicarlos por 370 periodistas de 76 países, confirma una vez más una “aluminosi” más severa todavía que la inmobiliaria, la corrupción estructural del actual sistema económico, la estafa enquistada entre los poderosos con repercusiones catastróficas sobre la redistribución de la riqueza y los recortes de los servicios sociales.

En noviembre de 2014 el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación ya destapó que el primer ministro de Luxemburgo y actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, estableció acuerdos con 340 multinacionales mientras ejercía el primer cargo para que declarasen sus beneficios en aquel pequeño país y así rebajar el impuesto de sociedades vigente del 22% de promedio en los lugares donde operaban a un 2% en el paraíso fiscal luxemburgués, con la consiguiente infracción a las haciendas públicas de los demás.