Catalunya Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
La declaración de Aldama: “el nexo” del caso Ábalos apunta más arriba aún sin pruebas
De despacho a habitaciones por 1.100 euros: los ‘coliving’ se escapan de la regulación
Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

La prepotencia y el victimismo

Lo que más me preocupa de toda esta deriva es cómo se habla mucho de futuro sin pensarlo de verdad. Algunos se llenan la boca con un paraíso terrenal mientras socavan la credibilidad del país y afilan las garras de su victimismo desde un cínico presente, egoísta en su obscena huida hacia adelante, terrible por la falta de respeto para con toda la ciudadanía, no sólo con los que dicen representar.

Este artículo no iba a titularse así. Cuando lo pensé mi idea era hablar de la prepotencia que es delirio, de la arrogancia que lleva a perder los papeles desde la enajenación de la realidad. Iba a abordar estos temas a partir de dos anécdotas de la larga hilera de la candidatura de Junts pel Sí.

La primera es por todos conocida. El Conseller de Justicia, Germà Gordo, dijo que la construcción de un Nuevo Estado no debe hacer olvidar a la Nación Entera. Sí señor, así se edifica la casa por el tejado y se generan problemas que desacreditan más un proyecto con el que no estoy de acuerdo pero que tiene todo el derecho del mundo a defenderse con argumentos en cualquier foro, pero claro el triunfalismo y el monotema a veces generan delirios.

Con sus palabras en la Universitat Catalana d’Estiu puso encima de la mesa una idea de bombero cuando ya hay demasiados fuegos abiertos. Pancatalanismo en la época donde la supuesta entera Nación se divide en varias comunidades autónomas y algunas regiones francesas sin ningún anhelo de formar parte de Catalunya. Otra cosa es la unidad cultural que siempre se puede fomentar y es necesario hacerlo para que todos ganemos desde la diversidad.

El estallido de la cuestión muestra otra vez, pues es uno de los meollos del Procés, la cortedad de miras de estrechar fronteras que tienen los dirigentes de Convergència Democràtica. Ellos dirán que en realidad quieren ensancharlas, pero reformar los mapas ahora mismo es de locos y no conduce a ninguna parte. Supongo que me podrían reprochar un exceso de idealismo ante el comportamiento de muchos gobernantes europeos con los refugiados. Les diría que la Europa en la que creo no tiene fronteras y que a mi parecer Schengen se queda corto.

Dejemos las expansiones imperiales. Hace pocos días Catalunya Si que es pot presentó cien propuestas básicas, en definitiva, un programa esencial para afrontar las necesidades de los ciudadanos de manera casi instantánea si llegan a la Generalitat. Por su parte Junts pel Sí no presenta nada porque para ellos el único punto esencial es la Independencia, la panacea a todos los males, alfa y omega del mañana, el milagro del pan y los peces que no habla ni de giro social ni de precariedad ni de nada por el estilo. No hace falta. Para ellos basta con una palabra, su escudo para todo, su fórmula basada en su extraño realismo mágico, brujería de altos vuelos, curanderismo de lo irracional en mayúsculas.

El pasado viernes una noticia animó una jornada bastante anodina a nivel informativo. Se registraron varios ayuntamientos convergentes y las sedes de CatDem y la central del partido, aquejada de demasiados males, pues además está embargada por si no lo recuerdan, porque las operaciones mediáticas de este país parecen apostar por un olvido masivo de todos los casos de corrupción, desde el del Palau hasta el Pretoria y me dejo unos cuantos bastantes en el tintero.

Naturalmente los inefables portavoces Rull y Homs han esgrimido el habitual victimismo ofendido cuando estalla un asunto de estas características. Ataques a Catalunya bien cocinados desde Madrid. Lo mismo ha dicho David Fernández cuando ha mencionado las cloacas del Estado en la puerta de CatDem. Nadie en España dice lo mismo cuando el caso Gürtel salpica a los brutalmente corruptos del PP. En ambos casos no es una ofensiva contra el país, sino contra el financiamiento ilegal de dos partidos que ocuparon y ocupan posiciones de gobierno. Luis, sé fuerte. Vostés tenen un problema i aquest problema és diu 3%. Lo tildaron de loco y su aviso ha tardado una década en germinar. Esa tardanza de diez años dice muchas cosas, ninguna buena.

Para paliar todas estas plagas bíblicas no hay nada mejor que recurrir al poble. El Nacionalismo, muerto el Catalanismo desde el once de septiembre de 2012, ama las grandes concentraciones para mostrar músculo. En el Arc de Triomf, casualmente el mismo lugar de las concentraciones de Solidaritat Catalana de 1906, Forcadell ha repetido las mismas frases que Mas en otros parlamentos: O estás con el sí o estás con el no y vas con el PP y Rajoy.

Muchos no estamos con el sí y tampoco podemos ni ver a los enemigos de la antigua presidenta de la ANC, esa organización popular que dice no hacer campaña con su manifestación de la Meridiana y la promociona con un cartel encabezado por 11S-27S, el día de las elecciones. Qué va, no hacen campaña. También hablan del futuro, ese ente indeterminado, tanto que Jordi Sánchez, pronúnciese Sanches, no se aclara si con la independencia seguiremos en la UE o no entre Pinto y Valdemoro, entre las ondas de la SER y las redes del Tuiter.

El catalán tiene palabras extraordinarias que deberían ser universales. Una es regalimar. Me encanta porque es muy visual, pero el líquido de todo el Procés es la resina de un árbol. Regalima, cae al suelo y se solidifica para crear un magma pegajoso que nos engancha a todos sin posibilidad de escapatoria. La otra que me chifla es desgavell, según el diccionario desorden completo. Encaja con lo que tenemos, con el caos amado por los aventureros en épocas de incertidumbre, cuando el suelo es inestable y es posible diseñar abismos. Endavant endavant, sense idea i sense plan. Cuidado. Pueden despeñarnos.

Lo que más me preocupa de toda esta deriva es cómo se habla mucho de futuro sin pensarlo de verdad. Algunos se llenan la boca con un paraíso terrenal mientras socavan la credibilidad del país y afilan las garras de su victimismo desde un cínico presente, egoísta en su obscena huida hacia adelante, terrible por la falta de respeto para con toda la ciudadanía, no sólo con los que dicen representar.

Este artículo no iba a titularse así. Cuando lo pensé mi idea era hablar de la prepotencia que es delirio, de la arrogancia que lleva a perder los papeles desde la enajenación de la realidad. Iba a abordar estos temas a partir de dos anécdotas de la larga hilera de la candidatura de Junts pel Sí.