Lo más sorprendente no es que en la televisión insulten a la comprometida y brillante rebelde, Ada Colau, llamándole gorda.
Eso lo hizo, como recordaréis, el sábado pasado en el programa La Sexta Noche, un hombre (sin que los otros del plató le pararan) de esa raza que en este país se escucha, se tolera y se da poder, los “tertulianos”, como si fuera normal que las opiniones/propaganda de ese grupo de hombres inútiles y reverenciales fuera lo que tiene derecho a llenar gran parte de la programación, en vez de las voces de los que luchan por la justicia. Pues uno de esos tertulianos machistas abusó, delante de todo el país, a una mujer.
Sí, hubo pequeños comentarios y tímidas protestas. Pero los comportamientos abusivos de ese hombre, como el de todos los hombres abusivos, se toleran y hasta se ven como “normales” porque vivimos en un país de un machismo extremo, el más peligroso tipo de machismo, el que está adornado y maquillado para parecer mucho menos de lo que es. Las burkas de otros países se ven y salen en las noticias. Las que los hombres ponen, o intentan poner, a las mujeres en el Estado español no salen en fotos de National Geographic ni en los trípticos de Amnistía Internacional.
Lo más sorprendente y preocupante de este incidente ha sido la falta de reacción de las mujeres. En un artículo, Rosa María Artal, habla de que cuando uno es pobre se engorda porque la comida barata (pasta, pan, etc) engorda y que la comida sana es más cara. Eso es verdad, pero no es el tema. Ese entrar en justificar, querida compañera Rosa María, es muy peligroso, es dar poder al abusador.
Cuando los hombres despolitizan nuestro trabajo político, cuando nos humillan, es un maltrato y entra en la categoría de abuso de género. Si el tertuliano se hubiera levantado y pegado a Ada Colau, hubiera habido algo de reacción. Espero. Pues eso es lo que hizo. Pegó a Ada. ¿O es que no nos damos cuenta de cuando nos abusan?
Si cuando los hombres nos intentan humillar (y si humillan a una, humillan a todas), dedicamos dos segundos a dudar del tamaño de nuestros cuerpos, a justificar que si la pasta engorda o no, estamos entrando en el juego, nos estamos poniendo la burka, nos estamos pegando a nosotras mismas. La prensa, los hombres, el poder neoliberal nos quieren barbies obedientes. Y punto. Pero, ¿no íbamos a #Desobedecer2014?
Si ante las palabras de ese tertuliano o de cualquier otro hombre sobre tu cuerpo, compañera, has perdido un segundo de tu bien estar mental dudando o justificándote, les has regalado tu poder. Te quieren controlar, quieren controlar tu cabeza y tu rebeldía. Quieren que utilices tu energía mental, no en pensar en estrategias de desmontar las injusticias y los privilegios, sino en pensar en si tienes demasiados pelos en las piernas o en la cara o que tienes curvas donde ellos no quieren que las tengas. Quieren que te mires con sus ojos, con sus opiniones, que lleves un tertuliano dentro de tu cabeza y que le escuches. ¿Les vas a dar tu poder y tu bienestar?
En este país de machismo extremo normalizado, las mujeres haríamos bien en recordar todos los días las palabras de la feminista del siglo XIX, Christabel Pankhurst, que dijo: “Recuerda tu dignidad, mujer. No te justifiques, no ruegues, no te dejes humillar. Ten valentía, júntate con nosotras, lucha con nosotras”.
Ah, y no te olvides: #ApagaLaTele.
Lo más sorprendente no es que en la televisión insulten a la comprometida y brillante rebelde, Ada Colau, llamándole gorda.
Eso lo hizo, como recordaréis, el sábado pasado en el programa La Sexta Noche, un hombre (sin que los otros del plató le pararan) de esa raza que en este país se escucha, se tolera y se da poder, los “tertulianos”, como si fuera normal que las opiniones/propaganda de ese grupo de hombres inútiles y reverenciales fuera lo que tiene derecho a llenar gran parte de la programación, en vez de las voces de los que luchan por la justicia. Pues uno de esos tertulianos machistas abusó, delante de todo el país, a una mujer.