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Refugees are not welcome, nada nuevo

El acuerdo entre la UE y Turquía para la devolución de “inmigrantes irregulares” supone una violación en toda regla de los convenios en materia de protección internacional, así lo declaran todo tipo de voces aquí y a nivel internacional y hace que veamos con total estupefacción algo obvio: El derecho es política y la política es un arma de destrucción masiva en manos equivocadas.

Aviso, no pienso decir nada nuevo.

El acuerdo torpedea la filosofía de los tratados de asilo, el 14º Derecho Humano y la garantía de no devolución, externalizando las obligaciones en un tercero periférico como Turquía, el cual a partir de las 00h del domingo pasa oficialmente y por primera vez a ser un país pacífico y que respeta los Derechos Humanos. La UE consolida nuevamente y con honores el Nobel de la Paz concedido hace pocos años, voilà.

Insulta toda sensibilidad racional las cuotas de 1:1 entre migrantes deportados y solicitantes de asilo en territorio comunitario, pero lo cierto es que el desprecio de la clase política respecto a migrantes y refugiados no es ninguna novedad, como tampoco lo es el poco respeto de los Estados comunitarios hacia los tratados ratificados libremente por los mismos en materia de asilo.

El asilo siempre ha sido una cuestión politizada en nuestro país, y de esta manera las cifras de refugiados aceptados en territorio español y en el resto de la UE han bailado en función del interés por el conflicto, las relaciones entre el país de origen y el receptor, así como la realidad migratoria del Estado de acogida. De esta manera encontramos que mientras la mayoría de estados europeos acogen ciudadanos de Pakistán, España prácticamente no lo hace (y tiene una importantísima comunidad inmigrante de ese origen), y al inverso España acoge hasta 335 solicitudes de un país como Venezuela en 2015, mientras del Sáhara no sabe/no contesta.

Lo cierto por otra parte es que no todo son leyes o macro-política, sino que los servicios (provenientes de obligaciones) del Estado en materia de asilo son bastante mejorables y los agentes destinados a recibir las solicitudes, la gran mayoría de la brigada de extranjería de los puestos fronterizos, en la mayoría de casos pretenden hacer de filtro de la inmigración en lugar de facilitar el acceso de personas refugiadas.

Yo mismo me he encontrado denunciando en Madrid las amenazas de una agente de la Policía Nacional, por el simple hecho de pedir que tratara con más respeto mi defendida solicitante de asilo, viendo con estupefacción como demostraba de forma grotesca una total ignorancia respecto a lo que es el Kurdistán, el conflicto precisamente con Turquía o incluso el Estado Islámico.

Hace tiempo también que las organizaciones denuncian el mal funcionamiento de las oficinas de asilo de Ceuta y de Melilla, en que los refugiados llegan huyendo de la policía marroquí, a menudo con pasaporte falso de Marruecos para poder entrar, y todo para acabar amontonados centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.

Uno de los mayores problemas, en definitiva, es que las políticas de asilo de los Estados de la UE está absolutamente vinculada con las crueles políticas migratorias de los mismos, y mientras los Estados piensan en perfeccionar las estrategias de deportación de personas migradas por conflictos menos conocidos que los del próximo oriente, por motivos económicos o para hacer un simple y voluntario uso de su derecho a la movilidad y el desarrollo en todo, no podemos esperar ninguna sensibilidad hacia los solicitantes de asilo.

Quizás ha llegado el momento de que se oigan también en este ámbito, las diferencias -de momento simbólicas- de algunos grupos políticos que parecen estar dispuestos a enfocar la cuestión migratoria con más dignidad, y así se lleven a cabo acciones para un verdadero cambio de paradigma, en lugar de meras declaraciones institucionales o medidas puntuales que perpetúan un sistema más de control que de verdadera asilo. Quizás así de una vez por todas, podemos llegar a decir algo nuevo.

El acuerdo entre la UE y Turquía para la devolución de “inmigrantes irregulares” supone una violación en toda regla de los convenios en materia de protección internacional, así lo declaran todo tipo de voces aquí y a nivel internacional y hace que veamos con total estupefacción algo obvio: El derecho es política y la política es un arma de destrucción masiva en manos equivocadas.

Aviso, no pienso decir nada nuevo.