Los últimos días hemos tenido que escuchar por parte del PSC-PSOE y el PDeCat que la moción de censura presentada por Unidos Podemos - En Comú Podem (UP-ECP) era una moción táctica. Este argumento quedó automáticamente descartado con encuestas previas a la moción que fueron realizadas, por ejemplo la de Invymark para LaSexta, donde el 50% de la población la consideraba justificada y adecuada. Aparte de las nefastas políticas neoliberales del PP y de una gestión profundamente privatizadora y contraria a los intereses de las clases populares, la censura al PP vino motivada por la corrupción sistémica que está carcomiendo nuestras instituciones.
Los gobiernos del Partido Popular (el del Estado, algunos municipales y muchos autonómicos) se han caracterizado por acumular tres tipos de corrupciones: económica, política y democrática. La corrupción económica, donde el enriquecimiento personal de personajes vinculados a la dirección del partido como Bárcenas, Rato, Granados o González por encima del interés del bien común está quedando manifiestamente demostrada, con la complicidad de líderes del partido como Aguirre, Cifuentes o el propio Rajoy; la corrupción política, con ingenierías legislativas organizadas para mantener las privatizaciones que enriquecían ilícitamente a sus amigos e impedir los procesos de municipalización de los servicios públicos que sólo han tenido por objetivo garantizar la aplicación de las políticas neoliberales que defiende el PP incluso en aquellos territorios, ciudades y pueblos donde no habían ganado las elecciones y la ciudadanía les había negado la responsabilidad de gobernar; y la corrupción democrática, con la utilización irresponsable de las herramientas de Estado, que deberían ser imparciales, como un Tribunal Constitucional politizado o un Ministerio del Interior convertido en comisario político para luchar, espiar y perseguir a los adversarios, principalmente del proceso catalán y Podemos.
Con este estercolero de corrupción y de guerra sucia, había argumentos más que suficientes para desautorizar a quienes decían que la moción de censura era táctica. Lo que sí fue táctico, por el contrario, es el voto en forma de abstención del PSC-PSOE y el PDeCat. Como puede el PSC-PSOE, que ha escogido como lema para el Congreso de ratificación de Pedro Sánchez “Somos la izquierda” se abstenga en una moción que censuraba las políticas de la derecha más neoliberal de Europa si no es por tacticismo político? ¿Cómo se entiende que el PDeCat, que pretende ser vanguardia de la unilateralidad y de la independencia, se abstenga a la hora de echar a Mariano Rajoy y el PP, que son el elemento que más vulnera la soberanía de Catalunya y no permite el referéndum si no es por tacticismo calculado? Aún sabiendo que era una moción que probablemente no se aprobaría, ni el PSC-PSOE ni el PDeCat, por el sentido simbólico y el momento en que llegaba la moción de censura, no se podían permitir no votar sí. El simbólico es, claramente, muy importante en política. No votar decididamente contra un gobierno corrupto, recortador de libertades y represor de la soberanía de nuestro país como es el gobierno del Partido Popular irá sobre las espaldas del PSC-PSOE y del PDeCat durante mucho tiempo, porque la ciudadanía de Catalunya no lo ha entendido .
Están a tiempo de rectificar. Tengo la sensación de que esta moción de censura es la previa necesaria para una nueva, que debería presentar más pronto que tarde, y que debe superar el trabajo sucio que hará Ciudadanos para garantizar la continuidad del gobierno corrupto de Mariano Rajoy y el miedo de los últimos años del PSC-PSOE a llegar a acuerdos con fuerzas como ERC, Bildu o PDeCat, superando la doctrina de la criminalización hacia estas fuerzas que ha logrado imponer el PP. No será fácil, pero es posible y, sobre todo, necesario porque es la única posibilidad para acabar con la corrupción, devolver derechos a la ciudadanía y buscar una solución al actual callejón largo y sin salida de las relaciones entre Catalunya y España.
Los últimos días hemos tenido que escuchar por parte del PSC-PSOE y el PDeCat que la moción de censura presentada por Unidos Podemos - En Comú Podem (UP-ECP) era una moción táctica. Este argumento quedó automáticamente descartado con encuestas previas a la moción que fueron realizadas, por ejemplo la de Invymark para LaSexta, donde el 50% de la población la consideraba justificada y adecuada. Aparte de las nefastas políticas neoliberales del PP y de una gestión profundamente privatizadora y contraria a los intereses de las clases populares, la censura al PP vino motivada por la corrupción sistémica que está carcomiendo nuestras instituciones.
Los gobiernos del Partido Popular (el del Estado, algunos municipales y muchos autonómicos) se han caracterizado por acumular tres tipos de corrupciones: económica, política y democrática. La corrupción económica, donde el enriquecimiento personal de personajes vinculados a la dirección del partido como Bárcenas, Rato, Granados o González por encima del interés del bien común está quedando manifiestamente demostrada, con la complicidad de líderes del partido como Aguirre, Cifuentes o el propio Rajoy; la corrupción política, con ingenierías legislativas organizadas para mantener las privatizaciones que enriquecían ilícitamente a sus amigos e impedir los procesos de municipalización de los servicios públicos que sólo han tenido por objetivo garantizar la aplicación de las políticas neoliberales que defiende el PP incluso en aquellos territorios, ciudades y pueblos donde no habían ganado las elecciones y la ciudadanía les había negado la responsabilidad de gobernar; y la corrupción democrática, con la utilización irresponsable de las herramientas de Estado, que deberían ser imparciales, como un Tribunal Constitucional politizado o un Ministerio del Interior convertido en comisario político para luchar, espiar y perseguir a los adversarios, principalmente del proceso catalán y Podemos.