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Aparte de que podamos pensar que las declaraciones del ministro Wert son una excelente manera de ir fabricando cada día más y más independentistas, es preocupante que un personaje que ocupa un cargo como el suyo pueda hacer declaraciones de un modo tan impune. Las palabras del ministro, o son pronunciadas desde el desconocimiento, o lo son desde la mala fe. Pero tanto en un caso como en el otro, se trata de un grave error.
Abramos un paréntesis para mirar los libros de texto que utilizan los miles de estudiantes de Catalunya en los niveles no obligatorios. Remarco libros de texto, porque es el más objetivo que tenemos y porque, como todo el mundo sabe, nuestro profesorado es bastante fiel a lo que dice el libro y suele seguirlo, en un alto porcentaje, si no al pie de la letra, muy de cerca.
La mayoría de libros de texto desarrollan escrupulosamente el currículo o temario marcado por el Departament d’Ensenyament. Este currículo, en la versión actual, fue aprobado por el Ministerio de Educación español correspondiente: se elaboró ââentre 2005 y 2008 y su publicación en el DOGC y en el BOE no tuvo ninguna objeción por parte de nadie (¡tampoco dentro del PP!). Y lo mismo había pasado con los currículos emanados de la LOGSE (1990) o de la no nata LOCE (2003). Siempre, cada vez que ha habido que aprobar un nuevo currículo, el Departament d’Ensenyament ha seguido escrupulosamente las indicaciones del Ministerio, ha respetado los mínimos que se le asignaban (el famoso 55%-45%), de modo que sus propuestas han recibido el visto bueno de los responsables ministeriales. Y nunca ha habido ninguna crítica por parte del partido de la oposición (PP o PSOE).
No se entiende, pues, a qué vienen ahora los aspavientos y las salidas de tono del ministro Wert. Porque pensar que el profesorado va por libre y que, a pesar de las prescripciones curriculares, se dedica a explicar unos contenidos nacionalistas y contra España, es a) dudar de la profesionalidad de nuestro profesorado; b) ignorar directamente qué pasa en nuestras aulas; y c ) poner la venda antes que la herida. Es decir, ¡justificar unas medidas que se tomarán sobre la base de un problema que no existe!
Hay un antecedente de esta salida de tono del ministro Wert en la época del primer gobierno de Aznar, con un discurso similar por parte de la ministra de Educación de la época. Afirmaba que los libros de sociales de Catalunya no explicaban la historia de España. Fue fácil desmontar la acusación. Recuerdo haber ido a un programa de radio y simplemente leer el índice de un libro de Ciencias Sociales de ESO o de otro de Bachillerato, y preguntar a los oyentes si creían que aquel temario era historia de Catalunya o historia de España. .. Mayoritariamente los oyentes decían que se trataba de un temario de historia de España...
Y lo mismo ocurriría ahora si se mirara cualquier libro de texto...
Por tanto, no hay duda: las escuelas catalanas no adoctrinan, ni hacen apología de ninguna doctrina política, ni fabrican separatistas... Al contrario: se cuenta la historia de España de acuerdo con criterios bastante objetivos y científicos.
Otra cosa es el papel político que algunas personas quieren desempeñar, como agentes centralizadores de un concepto de “Hispanidad” más que rancio... (Por cierto, y ya que hablamos de “ocultamiento”, ¿qué hacemos con el “Descubrimiento” de América? ¿Nuestros libros de historia cuentan quién era realmente Colón? ¿Y cuentan la historia de las masacres castellanas en Sudamérica? ¿Por qué no?)
Si de verdad se quería construir un país moderno y con un conjunto de conocimientos compartidos, se ha hecho justamente al revés: sin ningún respeto por los demás, atizando el odio de una parte del Estado contra otra, diciendo mentiras flagrantes y extendiendo conceptos anticientíficos (por ejemplo, afirmando que el aragonés o el bable son “dialectos” del castellano, cuando la ciencia filológica los reconoce claramente un estatus de lenguas románicas).
Los franceses, por ejemplo, mucho más inteligentes que los españoles, han hallado muchas más formar de asimilar y aniquilar las culturas minoritarias de Francia... (¡Tampoco vamos a dar ideas ahora!).
Una cultura basada en el respeto a todas las entidades históricas del Estado debería explicar, por ejemplo, la contribución catalana a la construcción de Europa en la edad media, o destacar la presencia de Catalunya y Aragón en el Mediterráneo, y el hecho de que la mayoría de los puertos mediterráneos se rigieran por leyes catalanas (Consolat de Mar), o los lazos culturales, históricos, geográficos, literarios..., que unen Catalunya, Valencia y las Bañeares (aparte de la Franja de Aragón y otros territorios de fuera del Estado), o que la industrialización en Catalunya y el País Vasco supuso el principio de la modernidad en la península Ibérica, o... Nada de esto figura en el currículum ni en los manuales que estudian los alumnos del resto del Estado. Ni tampoco se les explica nada de la lengua, la literatura o las particularidades nacionales catalanas, vascas o gallegas.
Sabiendo todo esto, ¿es extraño que los catalanes no se sientan cómodos dentro de este Estado y hayan tomado mayoritariamente la opción de construir un estado propio? No hay duda de que son los separadores como el señor Wert quienes han hecho que muchos catalanes hayan decidido que España no les conviene... Y que será mejor ir solos que mal acompañados.