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Jordi Pujol Ferrusola, el heredero sacrificado

En una posmoderna versión de Fausto, como el personaje de Gordon Gekko, que Michael Douglas interpreta con solvencia contrastada en el Wall Street de Oliver Stone, Jordi Pujol Ferrusola (1958) parece que combina con similar pericia la inteligencia y el éxito empresarial con la oscuridad de sus alcantarillas. “El dinero no duerme”, indicaba Gekko en un momento determinado de la película; aunque sólo hiciéramos caso a la mitad de la mitad de la leyenda que el heredero de los Pujol arrastra, a buen seguro que el dinero que baraja no duerme o, al menos, no tiene tiempo para hacerlo. Catalunya no lo conocía hasta el estriptís del otro día en la comisión Pujol. Quizás después de conocerlo y de valorar su puesta en escena, más que Gekko a muchos quizás les recuerda a Montgomery Burns, el tacaño millonario de Los Simpson, propietario de medio Springfield; o, en versión universo Disney, al Tío Gilito del Pato Donald.

Jordi Pujol Ferrusola, también conocido como 'el junior' o 'el niño', es el primogénito de siete hermanos del matrimonio formado por el ex presidente Jordi Pujol y Marta Ferrusola. Estudió en la Escuela Costa i Llobera del barrio de Sarrià de Barcelona y formó parte del equipo que creó las juventudes de Convergencia Democrática de Catalunya. Desde el año 1987 ha sido accionista o ha trabajado en un montón de empresas, entre otras Gesetafers, Terasaka, Intradex Golf, Tipel, Hot Line Computer y Hi-Tech General Consulting.

El calvario de Jordi Pujol Jr. comienza con la denuncia de su ex amante, María Victoria Álvarez, que le acusa de viajar a menudo a Andorra con bolsas cargadas de dinero. A raíz de ello, Pujol es investigado por el juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, y desde febrero de 2014 está imputado, junto con su pareja Mercè Gironès, por un delito de blanqueo de capitales y contra la Hacienda pública. Pero lo que lo ha hecho saltar a la fama han sido sus personales maneras de defenderse en la comparecencia en la comisión de investigación que se creó después de que su padre, Jordi Pujol Soley, reconociera que la familia había escondido dinero en el extranjero. En el Parlamento, el mayor de los Pujol respondió a lo largo de más de cuatro horas a las preguntas que, con más o menos acierto, le hicieron los representantes de los distintos grupos parlamentarios. Habló sobre fraude fiscal, pero y de manera especial lo hizo de sus coches antiguos (es coleccionista), de su amistad con el presidente Artur Mas, y repasó las sociedades en las que ha participado. Incluso, en un gesto muy fílmico, entregó a la presidencia de la comisión un CD con, según él, la grabación íntegra del encuentro de su ex amante y la líder popular Alicia Sánchez Camacho en el restaurante La Camarga. No sin petulancia, el barcelonés logró descolocar el Parlamento y darse a conocer por el conjunto de los catalanes.

En una posmoderna versión de Fausto, como el personaje de Gordon Gekko, que Michael Douglas interpreta con solvencia contrastada en el Wall Street de Oliver Stone, Jordi Pujol Ferrusola (1958) parece que combina con similar pericia la inteligencia y el éxito empresarial con la oscuridad de sus alcantarillas. “El dinero no duerme”, indicaba Gekko en un momento determinado de la película; aunque sólo hiciéramos caso a la mitad de la mitad de la leyenda que el heredero de los Pujol arrastra, a buen seguro que el dinero que baraja no duerme o, al menos, no tiene tiempo para hacerlo. Catalunya no lo conocía hasta el estriptís del otro día en la comisión Pujol. Quizás después de conocerlo y de valorar su puesta en escena, más que Gekko a muchos quizás les recuerda a Montgomery Burns, el tacaño millonario de Los Simpson, propietario de medio Springfield; o, en versión universo Disney, al Tío Gilito del Pato Donald.