Es viernes al mediodía y hay entusiasmo entre el alumnado de 4º de la ESO de la escuela Sant Ramon Nonat - Sagrat Cor de Barcelona. No por la llegada del fin de semana, sino porque se disponen a recibir el nuevo capítulo del libro que han estado leyendo durante los últimos días. El grupo de adolescentes, sentados en mesas de cuatro o cinco especialmente organizadas para la actividad, se prepara para sumergirse en la lectura.
Hace semanas que siguen la evolución de la historia en una plataforma interactiva, donde no solo leen, sino que también participan activamente: votan para decidir el rumbo de la trama y comparten ideas con el autor a través de un foro.
“Antes no leía, pero todo cambió cuando me sentí parte del libro”, comenta Adán Jiménez, estudiante del centro. “No me motivaba la lectura ni me interesaba”, admite. Sin embargo, la posibilidad de interactuar con el autor y contribuir a la creación de la historia ha transformado su percepción. “Te das cuenta de que el autor es una persona igual que tú y eso hace que lo sientas más cercano y que quieras leer su libro”, reflexiona Sheila López, también alumna. “Piensas que algún día puedes ser él”, dice con ilusión.
La lectura tiene que competir con una gran variedad de opciones de ocio, como la televisión, los ordenadores y los móviles. Marta López, directora del programa Lecxit de la Fundació Bofill, señala que el desinterés por los libros está vinculado al momento en que los jóvenes comienzan a tener una vida social más activa. “La lectura es una actividad muy individual y, cuando eres adolescente, buscas más interacción grupal”, asegura.
Por eso, López apunta que la conexión con una comunidad lectora -ya sea a través de las nuevas plataformas colaborativas o de clubes de lectura a la vieja usanza- puede ser clave para motivar a los jóvenes.
El hábito, la comprensión y la tecnología
Año tras año, los informes PISA ponen de manifiesto una caída en los resultados relacionados con la comprensión lectora entre los jóvenes. Esta tendencia no es un fenómeno aislado, ya que también se refleja en la población adulta. Tal y como constata la segunda Evaluación de la OCDE sobre Competencias de Adultos (PIAAC, por sus siglas en inglés), las habilidades en comprensión lectora de los adultos de hasta 65 años han sufrido un notable retroceso en la mayoría de los países de la OCDE. En España, uno de cada tres adultos tiene dificultades para entender un texto largo, situándonos por debajo de la media de la Unión Europea y de la OCDE.
Una de las claves para revertir este dato pasa por fomentar la lectura, ya que es un hábito que “desarrolla la capacidad de interpretar y analizar la información, habilidades esenciales para cualquier ámbito de la vida”, señala López. Ante este panorama, muchos expertos señalan soluciones que pasan por la tecnología y las herramientas digitales.
Las plataformas de lectura colaborativa son una de esas posibles soluciones. La que usan en la escuela Sant Ramon Nonat - Sagrat cor es Fiction Express. Creada en 2016 por la catalana Cristina Puig y Sven Huber, está presente en más de 9.000 escuelas de todo el mundo y la usan cerca de un millón y medio de niños.
Está diseñada para mejorar la competencia lectora a través de la participación activa de los estudiantes. Cada ocho semanas, lanzan tres libros diferentes que se publican por capítulos semanalmente. Elaboran 51 ejemplares al año, todos originales y de producción local. Los alumnos votan para decidir el rumbo de la trama y comparten ideas con el escritor a través de un foro, contribuyendo directamente al desarrollo del argumento.
Además, abordan temáticas de interés para los jóvenes, como la anorexia, el alcoholismo juvenil, los conflictos familiares, la depresión, el acoso escolar, las relaciones tóxicas, el ciberacoso, el machismo, la competitividad tóxica, la popularidad y la rumorología. “Siempre he leído mucho, pero esto me ha ayudado a abrir nuevos horizontes en la lectura y a descubrir todo tipo de géneros”, explica Jiayi Lin, alumna de 4º de ESO del centro.
Dentro del aula, todos los alumnos experimentan cómo la plataforma se adapta a su propio ritmo de lectura. Para aquellos con necesidades curriculares, se ofrecen herramientas específicas, como la opción de escuchar los textos en audio, ajustar el tamaño de la letra o cambiar el color de fondo de las páginas. “Estas funcionalidades permiten personalizar la experiencia de lectura y ayudar a cada estudiante a avanzar según sus necesidades”, señalan Esther Romera, jefa de estudios, y Mireia Gento, tutora de 4º de ESO del centro.
En Fiction Express consideran que para fomentar la lectura no se pueden seguir los métodos tradicionales cuando los soportes y formatos han evolucionado. “Ya no se trata de exigir que lean un libro de 100 páginas en una semana”, destaca Cristina Puig, cofundadora de la plataforma Fiction Express. El verdadero impulso hacia la lectura, según Puig, “pasa por escuchar a los jóvenes y comprender lo que buscan: nuevos formatos, temas actuales y formas diferentes de leer”. “Queremos que superen la etapa del 'no me gusta leer' y dejen de buscar excusas”, añade.
Un reflejo de la sociedad
Existe una amplia oferta de plataformas interactivas y todas ellas ofrecen oportunidades de gamificación, lo cual, según López, puede resultar motivador para ciertos perfiles de estudiantes. Sin embargo, la directora del programa Lecxit destaca que muchas de estas funcionalidades pueden lograrse sin la necesidad de una aplicación digital específica y que deben ser complementarias al uso del papel.
De hecho, la eficacia de estas plataformas, según explica la experta, está estrechamente ligada a su diseño y enfoque didáctico. Pero muchas se inspiran en estrategias ya consolidadas en las aulas, como la recomendación entre iguales o la creación colectiva de relatos. Con la diferencia que se adaptan al lenguaje digital de los jóvenes.
Por eso, las plataformas interactivas pueden ser una herramienta útil, pero según López, no son la única solución para revertir la caída de los niveles de lectura entre los jóvenes. Destaca que este problema no puede resolverse únicamente con herramientas digitales; también es fundamental que los adolescentes cuenten con referentes lectores, tanto entre los docentes como en el entorno familiar y social.
Y ese es uno de los grandes retos. “Antes de atribuir la caída de los niveles de lectura únicamente a los adolescentes, nos deberíamos preguntar si los adultos leemos tanto o si, en cambio, también priorizamos otras formas de entretenimiento”, admite López.
“Los hábitos de lectura son un reflejo del contexto cultural general, no solo de la etapa educativa”, concluye. Aun así, la juventud continúa siendo el sector de la población española que más lee en su tiempo libre. El índice de lectores comprendidos entre los 14 y los 24 años alcanza el 74% según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2023.
Así que, aunque la creencia general diga lo contrario, las expertas y las docentes consultadas para este reportaje, se mantienen optimistas. Y así lo demuestra la reacción de la clase cuando, a las 12 del mediodía, sale el nuevo capítulo. En las pantallas de sus ordenadores se pueden ver diferentes niveles de lectura, tamaños de letra y tipos de fondo: algunos tienen texto en blanco sobre negro, otros en negro sobre blanco, e incluso en amarillo sobre blanco. Todos leen en silencio, pensando quizás hacia dónde harán girar la trama.