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Los Mossos ya no esconden su malestar con la cúpula de la conselleria de Interior

Las aguas bajan revueltas en los Mossos d'Esquadra. El discutido dispositivo del aniversario del 1-O, la falta de autocrítica del director general de la policía, Andreu Martínez, y, para rematarlo, la negativa de la conselleria de Interior a invitar a representantes de la judicatura, la Fiscalía o la Policía Nacional y la Guardia Civil a la inauguración del curso académico de la escuela de los Mossos este viernes. Un cóctel que, sumado a la falta de efectivos que acarrea el cuerpo, ha abierto una brecha la dirección política de la policía autonómica y las bases y algunos mandos.

“Ha sido una semana muy dura”, describe el secretario del sindicato SAP-Fepol, mayoritario en el cuerpo, Valentín Anadón. “Han sido días difíciles, tanto por lo ocurrido el sábado y el 1 de octubre como por la gestión de la dirección general”, tercia Francesc Vidal, secretario del sindicato USPAC, que cree que, además de Martínez, el secretario general, Brauli Duart, y el conseller de Interior, Miquel Buch, tendrían que haber dado explicaciones públicas esta semana.

La supuesta intromisión de la dirección política de la conselleria en el operativo del aniversario del 1-O es uno de los puntos de tensión. “Los políticos que hagan su trabajo, y los mandos y agentes el nuestro. Ellos, política en la conselleria y el Parlament; nosotros, planificar y ejecutar los dispositivos”, asevera Vidal. Fuentes de la conselleria Interior niegan injerencias en el centro de coordinación y recalcan que mandos y políticos estaban de acuerdo en evitar, hasta que no hubo más remedio ante el intento de irrumpir en el Parlament de medio centenar de jóvenes, que las cargas policiales protagonizaran la jornada.

Además del dispositivo del 1-O, en las bases del cuerpo tampoco se comprenden las declaraciones del president de la Generalitat, Quim Torra, que animó a los CDR a “apretar” antes de las cargas frente el Parlament, así como el apoyo de Torra a la acampada independentista de la frente el Palau de la Generalitat antes de que fuera desalojada por motivos de seguridad por los Mossos.

Para intentar calmar los ánimos, Buch ha anunciado este viernes que renovará los cascos blancos obsoletos que los agentes de seguridad ciudadana tuvieron que ponerse el lunes para dar apoyo a los antidisturbios que intervinieron frente al Parlament, una de las imágenes que ha causado mayor desazón entre los agentes. El conseller ha alabado el trabajo “poco reconocido pero indispensable” de los Mossos y ha reconocido que los recursos actuales de la policía catalana “no están a la altura de su profesionalidad”.

Sin embargo, las palabras de Buch no han servido para contener el malestar que ha causado la negativa de Interior a invitar a jueces, fiscales y representantes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado a la inauguración del curso en el Instituto de Seguridad Pública de Catalunya (ISPC). Más después que el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), Jesús María Barrientos, destacara el pasado viernes el esfuerzo “potente y efectivo” para recuperar la confianza con la policía catalana tras la “desafección” que provocó el 1-O.

Fuentes de Interior achacan la negativa a invitarles al plantón de los representantes del Estado en la inauguración del curso del año pasado. Fuentes policiales replican que serán los agentes y los mandos, en vez de los altos responsables políticos de la conselleria, los que sufran en primera persona las consecuencias en el día a día de las malas relaciones institucionales.

Varios mandos policiales se han negado a aplaudir al conseller Buch este viernes. El año pasado, la ovación al por entonces major Josep Lluís Trapero fue atronadora. El sindicato SICME, que representa a inspectores, intendentes y comisarios, emitió un comunicado el pasado martes para reclamar responsabilidad “a todos” los políticos.

Las relaciones del sindicato con Interior ya venían enrarecidas por la falta de “respeto” que, a criterio de los mandos, tuvo el Govern de Torra con el comisario jefe Ferran López, que asumió el mando tras el cese de Trapero. Finalmente, Interior recolocó a López, tras su renuncia como comisario jefe, como adjunto de la Prefectura de los Mossos, que comanda el nuevo jefe de la policía catalana, Miquel Esquius.

Por si la semana no hubiera sido suficientemente tensa, este sábado el colectivo de agentes MosS.O.S ha convocado una nueva manifestación en Barcelona, como la que se celebró frente a la conselleria hace dos semanas. Al malestar por los últimos acontecimientos se le suman las consecuencias del 1-O y las carencias de efectivos del cuerpo.

“Todo acaba en el mismo sitio: el cuerpo tiene un déficit de agentes y material preocupante”, lamenta Vidal. “Hay que recuperar la negociación colectiva y paliar la falta de efectivos, que se nota en el día a día”, tercia Analdón. Las cifras dan la razón a los sindicatos: a los casi 17.000 agentes que conforman la plantilla a día de hoy le faltan 2.000 policías respecto al plan previsto cuando se desplegaron los Mossos como policía integral de Catalunya.

Y como el resto de funcionarios, los agentes no han recuperado todo el sueldo recortado en los años de austeridad ni se les han pagado todas las horas extra acumuladas durante 2017. Desde Interior se remarca la voluntad de la conselleria de revertir todos los recortes y recalcan que la interlocución con las centrales en el Consejo de la Policía ha sido una de las prioridades de la legislatura. La lupa sobre Interior seguirá en los próximos días, trasladándose al ámbito político: el Parlament votará el martes, a propuesta de la CUP, si reprueba a Buch por las cargas policiales del aniversario del 1 de octubre.