Las armas electorales del PDeCAT: 200 alcaldes, financiación para la campaña y la llave de la mayoría en el Congreso

Es la historia de cualquier divorcio. Junts ya hace vida aparte. El PDeCAT promete que él no lo buscó y que ha hecho todo lo posible por evitar que las cosas acabaran así pero, ahora que el matrimonio se ha roto, se reconoce liberado y sin tiempo que perder. La formación que dirige David Bonvehí está apurando las últimas tentativas auspiciadas por Artur Mas para que haya un acuerdo con Carles Puigdemont y poderse presentar en la misma lista de Junts. Pero, en paralelo, se preparan para lanzarse en solitario a una carrera electoral que durará meses.

Poner a punto un partido que acaba de sufrir una escisión siempre comienza por hacer un inventario de lo que queda. Los herederos de Convergència lo han hecho en las últimas semanas y no creen que el resultado sea ni mucho menos catastrófico. Según afirman fuentes del PDeCAT, pese a la estruendosa salida de Junts, la formación dirigida por David Bonvehí todavía cuenta hoy con una importante representación territorial, con los derechos electorales intactos y con algunos nombres en sus filas que podrían convencer a una parte del electorado. Además, los cuatro diputados que mantienen en el Congreso podrían tener eventualmente la llave de una mayoría para los presupuestos que el partido está dispuesto a negociar.

Sobre la implantación territorial, la dirección que ostenta David Bonvehí prefiere no avanzar aún cifras, pues argumenta que no se pueden considerar como definitivas hasta que no las cosas no se asienten y los afiliados opten definitivamente por mantener el carné del PDeCAT o marcharse con los de Puigdemont. Con todo, los posconvergentes tienen atadas unas 200 alcaldías, lo que podría convertirles en la segunda fuerza en número de ediles. Entre las plazas más importantes que mantienen están Reus, Vilafranca del Penedès, Igualada, Martorell, Tortosa o Mollerussa, donde gobierna Marc Solsona, que actualmente es además portavoz del partido y es visto como posible relevo en la dirección.

Fuentes del PDeCAT dan mucha importancia a la fuerza de estos alcaldes, la mayoría de ciudades medianas y pequeñas –la más grande es Reus, con poco más de 100.000 habitantes– del centro y sur catalán. En el partido consideran que mantener esa red local da consistencia territorial a la formación, les permite explicar su proyecto político desde la base y es una útil cantera de cuadros bregados en la política local. Todo esto, indican estas fuentes, sitúa al PDeCAT en una posición de partida muy diferente al de otras formaciones que pueden aspiran a un espacio electoral similar, pero que acaban de nacer y no tienen a pena estructura, como podría ser el Partit Nacionalista de Marta Pascal u otros.

Otro de los principales activos para la campaña son los derechos electorales, que la formación de Bonvehí dispone en su totalidad de la candidatura de JxCat en 2017. En aquella ocasión, Carles Puigdemont se presentó en una coalición formada por el PDeCAT y Convergència, esta última incluida a su vez para mantener estos derechos. Ahora, por tanto, el heredero universal de aquellos beneficios que la ley electoral concede son los 'demòcrates', sin perjuicio que Junts pueda ser reconocido como “grupo representativo”, por haber obtenido representación en las generales, y les conceda también algunos beneficios.

Pero, sin conexión con el futuro de Junts, el PDeCAT sabe que si las elecciones fueran hoy podría disponer de tres instrumentos importantes: espacios electorales en los medios, derecho a debates y, la joya de la corona, un suculento adelanto de la financiación. En concreto, la ley dispone que los partidos que obtuvieron representación en las últimas elecciones tienen derecho a un avance del 30% de la subvención que se les concedió entonces. En su momento, por la representación obtenida, a JxCat le tocaron 1,7 millones de euros, por lo que el PDeCAT puede contar de salida con medio millón de euros de adelanto. Un pellizco importantísimo para una formación en principio pequeña y que además está pendiente de solucionar causas judiciales heredadas de Convergència y que podrían acabar mermando su caja.

Una candidata de gestión en busca de un número dos

Más importante incluso que tener fondos para carteles y envíos postales es poder imprimir en ellos el nombre de un candidato. Oficialmente, desde el PDeCAT mantienen un especial hermetismo sobre esta cuestión, pues debe decidirse en un proceso de primarias que ni siquiera se ha iniciado aún. Sin embargo, todos los dedos apuntan a la exconsellera de Empresa, Àngels Chacón, una persona que cuenta con el apoyo de la dirección y de los principales alcaldes.

De Chacón se enumeran dos puntos fuertes en los círculos posconvergentes. Por un lado, consideran que tiene una buena imagen de gestión, seria y centrada en la cuestión económica, precisamente la imagen con la que el PDeCAT quiere diferenciarse de Junts. Por otro, entienden que su expulsión del Govern por deseo de Torra le confiere un plus como perjudicada ante el votante independentista moderado. A estos pros se contraponen otras dos desventajas, como es la falta de conocimiento de Chacón entre el electorado y que tenga un perfil poco alineado con las tesis independentistas.

La dirección de David Bonvehí está buscando fórmulas para solucionar esos contras. Una opción barajada, según explican fuentes conocedoras, es fichar un número dos con mejores niveles de popularidad y que además sea visto como claramente independentista. El PDeCAT quiere medir bien su posición en el campo nacional pues, aunque hará bandera de ser un partido moderado, tampoco quiere renunciar a su pertenencia a la familia del secesionismo, donde además consideran que pueden llenar un hueco electoral que había quedado huérfano en el centro-derecha.

El apoyo de Artur Mas

En el espacio de la posconvergencia nadie tiene dudas de que el PDeCAT es el partido de Artur Mas. Fue él mismo quien lo fundó, lo dirigió durante sus primeros pasos y apostó para su relevo por una generación de dirigentes que aún se pueden ver a los mandos de la formación. Eso no quita que el expresident tenga también una afinidad importante, que no oculta, con Junts. Para empezar, porque buena parte de sus compañeros están ahora en las filas de Puigdemont, incluyendo todos los presos con quien Mas tiene una estrecha relación personal.

Según el registro de prisiones, al que ha accedido este diario, el expresident Artur Mas ha acudido una docena de veces a visitar a diferentes presos en Lledoners, la última el pasado mes de marzo, cuando acudió a ver a la cara visible de los partidarios de Puigdemont, Jordi Sànchez, en compañía de tres significados líderes del PDeCAT: David Bonvheí, Marc Castells i Ferran Bel. El expresident sin embargo no asistió a otra reunión en el mismo contexto que se produjo unos días después, esta vez con Bonvehí y Castells como negociadores por parte del PDeCAT, y Antoni Morral y Albert Batet por la parte de Junts, y todos ellos visitando al interno Jordi Sànchez.

Como ya hiciera en marzo, Mas está auspiciando ahora una candidatura conjunta que las partes consideran cada vez más difícil. El propio expresident ve lejana la posibilidad del entendimiento y ya tiene apalabrado cómo será su actuación y lo que antiguamente fue Convergència se presenta en dos listas. La intención de Mas es apoyar al PDeCAT, pero evitar entrar en conflicto abierto con Junts ni criticar a su predecesor Puigdemont. Además el expresident ha expresado su intención de no ir en listas, aunque sí está dispuesto a hacer actos de campaña.

La preciada llave del Congreso

En el PDeCAT saben que las elecciones del próximo 14 de febrero son su particular “ahora o nunca”. Si consiguen representación, por escasa que sea, el proyecto tiene asegurada la continuidad. Si no logran superar la barrera y se quedan fuera del Parlament, por fuerza deberán replantearse el proyecto. Por eso están dispuestos a jugar todas las cartas que tienen a su alcance y una de las más importantes es su delegación en Madrid. Tras la escisión son cuatro los diputados en el Congreso que mantienen fidelidad al PDeCAT, una cifra que tiene su importancia debido a las ajustadas mayorías parlamentarias.

Los cuatro representantes de la posconvergencia en el Congreso pueden brindar al Gobierno de Pedro Sánchez la mayoría que necesitan para sacar adelante los presupuestos si tanto Junts como ERC se ponen de perfil. Y disponer de esta preciada llave, para un partido que quiere mostrarse pactista y demostrar que se pueden conseguir cosas a través de la negociación con el Estado, puede ser determinante si consiguen de la Moncloa contrapartidas económicas o políticas gracias a sus cuatro votos.

En la formación, por el momento, ponen distancia y aseguran que aún no están en esta fase. Afirman además que pese al divorcio quieren mantener cierta unidad dentro del grupo que comparten con Junts. Sin embargo los órganos de decisión del PDeCAT ya han avalado a sus diputados para ejercer la libertad de voto si así se decidiera, y en los cálculos del Gobierno los diputados posconvergentes se cuentan ya fuera del bloque del 'no' y como aliados potenciales. Unas cuentas que pueden acabar dando a la formación de Bonvehí un protagonismo con el que hace solo unos meses no contaban.