Desde su nacimiento en 2017, Junts per Catalunya ha estado casi constantemente buscando candidatos, sustitutos y números dos “efectivos”. El encarcelamiento e inhabilitación de sus líderes, las prohibiciones y obstáculos para que Carles Puigdemont pudiera acceder a cargos sin moverse de Bélgica, junto con el hecho de que debieran reinventar el viejo espacio convergente en todas las instituciones, ha tenido a la formación ocupada en buscar nuevas caras para el Govern, para el Congreso, para el Parlament, para el ayuntamiento de Barcelona y otros grandes municipios.
Pero las primarias que este fin de semana celebra Junts entre Damià Calvet y Laura Borràs para escoger a su candidato a la presidencia de la Generalitat son la madre de todas las elecciones que ha afrontado la formación, un verdadero paso a la adultez como partido que condicionará su futuro y el del conjunto de la política catalana durante los próximos años.
Los cerca de 5.000 militantes de las siglas de Carles Puigdemont deben priorizar entre dos perfiles con discursos claramente diferenciados. Calvet, actual conseller de Territori, es un hombre que lleva dos décadas ocupando cargos de responsabilidad pública, siempre vinculado a CiU y, ahora, a Junts, de perfil técnico, pactista y moderado tanto en su discurso de centro-derecha liberal como en cuanto a la independencia de Catalunya. Sucesor natural y protegido del exconseller encarcelado Josep Rull, es un candidato que plantea el escenario de la secesión a largo plazo y propone recorrer un camino de “victorias parciales” hasta llegar a ello.
Calvet, aunque no es un independentista reciente, sí conecta con la rama histórica del partido que viene del mundo convergente y, como candidato a la Generalitat y a la sombra de Puigdemont, sería un contrapeso moderado en el partido y un hombre bien visto para pilotar la administración autonómica. Esta última característica, además, lo hace competitivo contra el cabeza de lista de ERC, Pere Aragonès.
Laura Borràs es prácticamente lo contrario. Mujer carismática y popular entre las bases, la jefa de filas de Junts en el Congreso parte como favorita con su independentismo apasionado y haciendo gala de tenacidad política. A diferencia de Calvet, ella es casi una recién llegada a la política, a la que se incorporó como consellera de Cultura en 2017 después de un periodo al frente de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), y nunca ha tenido militancia activa en Convergència, característica que ella subraya. Entre sus puntos fuertes está el buen arrastre electoral que se le supone. La candidata a las primarias tomó la riendas de la candidatura de JxCat en el Congreso y, en la repetición electoral, logró recortar las distancias con la ERC de Gabriel Rufián y obtener una buena marca pese a la entrada de la CUP.
Borràs pertenece además al círculo político más cercano a Torra, con quien tiene una relación mucho mejor que con Puigdemont, y quiere suceder al último president en el propósito de no aflojar en la confrontación con el Estado y con el Gobierno central desde el Palau de la Generalitat.
Pero, de resultar elegida, la diputada podría seguir los pasos de Torra no solo en su línea política, sino también en la judicial. Borràs está imputada por delitos de prevaricación y malversación, por uno contratos suscritos por el ILC entre 2013 y 2017 que la Fiscalía sostiene que la entonces directora fraccionó para favorecer a un amigo. La candidata se presenta a las primarias a la espera del juicio en el Supremo y a expensas de que una eventual condena e inhabilitación pudiera llegarle en como presidenta de la Generalitat.
Dos caminos para un partido en construcción
Las primarias para hacerse con la candidatura a la presidencia son también una elección sobre el liderazgo efectivo del espacio político, que en este momento ostenta el propio Puigdemont desde la distancia y Jordi Sànchez desde la prisión, y que continúa construyendo sus cimientos. La ruptura con el PDeCAT el pasado mes de agosto puso punto y final a la frágil armonía que las ramas surgidas de Convergència habían mantenido a lo largo de la última legislatura. Desde entonces Junts ha celebrado un congreso de refundación y ha marcado los grandes trazos de su línea ideológica, pero no ha llegado a desarrollar sus posicionamientos ideológicos más matizados ni ha acabado de decidir qué programa político defenderá en la próxima legislatura.
Respecto a las relaciones con otras formaciones, Laura Borràs representa a una familia del independentismo enfrentada a lo que representa el PDeCAT y, en buena medida, también con ERC. Como ya ocurría con Torra, esta aspirante apuesta por la unidad independentista, pero carga contra el resto de fuerzas por considerar que no están haciendo una apuesta decidida por la secesión. Tampoco aparece entre sus prioridades la vida interna de su formación. Calvet, por su parte, es un candidato que conoce bien cómo funciona la maquinaria de los partidos y que presume de poder entenderse con formaciones e instituciones alejadas de sus coordenadas. En ese sentido, tanto ERC en el Govern como los 'comuns' en el Ayuntamiento de Barcelona han llegado a acuerdos con la conselleria que él dirige.
Los caminos que proponen Borràs y Calvet para Junts son casi opuestos, como también lo es su la opinión sobre la ruta independentista. En una entrevista en El Nacional, la diputada ha reprochado que los partidarios de la secesión no hayan “avanzado hacia la independencia” pese a la mayoría absoluta de la que ha dispuesto en el Parlament y ha avalado la vía unilateral. Para Borràs, de acuerdo con lo expresado por la militancia de su partido, el independentismo debe “hacer efectiva la independencia”. Calvet, en cambio, suaviza el tono y considera que una declaración de independencia no cambiaría las cosas si el independentismo no tiene más fuerza. El conseller habla además de referéndum acordado con el Estado.
El papel de Puigdemont
Las primarias diseñadas por Junts tienen algunas particularidades. Para empezar, habrá dos votaciones diferentes, una para elegir al candidato a la presidencia y otra para elegir una serie de números de las listas de Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona. Pero, más allá de los resultados de la militancia, el partido reserva un espacio para Puigdemont, que ya ha anunciado su deseo de estar en la candidatura aunque aún no ha decidido si irá en cabeza o cerrándola. A lo que el eurodiputado sí ha renunciado es a aspirar a la presidencia de la Generalitat, y tampoco tiene intención de dejar su acta europea ni su preciada inmunidad parlamentaria, para tomar un escaño en la Cámara catalana.
El rol que el expresident querría jugar en la nueva batalla electoral y, también, ante la nueva etapa de la política catalana sigue siendo una incógnita pero se ha ido destapando poco a poco. Puigdemont no desea soltar las riendas de su espacio político y piensa capitalizar electoralmente su figura todo lo posible, pero su liderazgo cada vez es más honorífico y su interés está más en la batalla política y judicial europea. Su influencia sobre la actuación del partido en la política sobre el terreno también ha disminuido, hasta el punto de que en estas primarias no tiene un candidato claro.