La comparecencia del president de la Generalitat, Artur Mas, en la comisión sobre el fraude dejó más interrogantes que certezas. Si bien reveló que mientras era conseller sabía de algunas cuentas bancarias en paraísos fiscales, como la que tenía su propio padre en Liechtenstein, el líder convergente negó que conociera los negocios privados de la familia Pujol o que le uniera una amistad “íntima” con el mayor de los hijos del expresident. Si Mas pensaba que sus explicaciones en la comisión acabarían con la bronca en torno a la corrupción de CDC, se equivocaba. Lejos de eso, las respuestas del president comienzan a pasarle factura al acusarle este miércoles hasta tres grupos de haber mentido en sede parlamentaria.
El primero en recriminarle haber mentido fue Albert Rivera, líder de Ciutadans. “¿Le suena a usted de algo el puerto fluvial de Rosario, Argentina?”, preguntó escuetamente Rivera en la sesión de control al Govern. Mas respondió que sí lo conoce porque había estado allí y que recordaba que quien impulsaba acuerdos de colaboración era el puerto de Tarragona.
Rivera entonces contraatacó asegurando que quien estaba detrás de la empresa como principal accionista era Jordi Pujol Ferrusola, y mostró la nota de prensa de la Generalitat donde consta que Mas inauguró el puerto en 2003. “Señor Mas, el otro día usted me mintió en la comisión, usted dijo que no conocía los negocios de Pujol Ferrusola. No es que los conociera, es que iba a inaugurar sus obras como conseller en cap de la Generalitat”, apostilló el líder de C's blandiendo los documentos de la Generalitat para inmediatamente pedir la dimisión de Mas.
La del puerto fluvial de Rosario es una polémica vieja, levantada por la expareja del hijo mayor de los Pujol, Victoria Álvarez. Álvarez aseguró hace un año ante la Oficina Antifraude que la compra del puerto de la ciudad argentina se hizo con dinero procedente de paraísos fiscales. En aquella operación Lluís Badia, dirigente de CDC y presidente del puerto de Tarragona, habría actuado como socio de Pujol Ferrusola, y fue precisamente con Badia con quien Artur Mas compartió el acto de inauguración. Sin embargo, el president negó reiteradamente en la comisión sobre el fraude conocer los negocios del hijo de Pujol.
Segundo asalto. Joan Herrera pregunta a Mas si tiene intención de cumplir con las resoluciones que aprueba el Parlament, en relación a que el Govern no se ha personado en la causa contra Pujol, no ha revertido la privatización de Aigües Ter Llobregat o no ha parado los cortes de suministro a afectados por la pobreza energética. “Le pido respeto para este Parlament, un respeto que por cierto no tuvo la semana pasada cuando compareció en la comisión del fraude. Usted en 2008 dijo que de la herencia de su padre se había enterado en 2008. El otro día dijo que lo sabía desde el primer momento. Mintió”.
La última en lanzar la acusación ha sido la presidenta del PP, Alicia Sánchez Camacho, que le ha reprochado la creación del nuevo comisionado sobre Transparencia. “¿La comisión de la transparencia para qué es, para que nos explique que usted mintió en la comisión y que no delató a un evasor fiscal cuando usted conocía que su propio padre tenía dinero fuera?”, preguntó. De nuevo, el arma arrojadiza de haber mentido en sede parlamentaria.
El Govern de Artur Mas está en precampaña desde que anunció la fecha electoral, a 8 meses vista. Las medidas presentadas el martes vienen a marcar perfil respecto al proceso soberanista, pero sobre todo, respecto a la corrupción y transparencia. Los líderes de CDC saben que disponen de solo medio año para refundar y eliminar la sombra de corrupción que el partido ha ido acumulando durante los últimos años. Sin embargo, cada vez que algún miembro convergente da alguna explicación se descubren nuevos interrogantes. El paso de Mas por la comisión, lejos de disipar la tormenta, ha vuelto a centrar el debate en la sesión de control en la corrupción y en el caso Pujol, y probablemente lo hará durante los próximos meses.
La oposición ha encontrado en los escándalos de CDC una importante grieta en el discurso del president, interesado en vender transparencia y limpieza en la gestión en la recta final hacia las elecciones. Con la comisión Pujol en pleno funcionamiento –el propio Pujol vuelve a estar llamado al Parlament el lunes–, los casos judiciales abiertos en torno a la familia del expresident y las acusaciones de evasión, fundadas o no, que se agolpan contra destacados miembros de CDC, sacar pecho sobre transparencia es la tarea más complicada a la que se enfrenta la marca electoral de Mas.